domingo 22, septiembre, 2024

Andanzas por Nueva York

Raúl Adalid Sainz

Ese día hacía un frío del carajo, ese con viento y lluvia tenue, llovizna que parece no mojar, pero bien que empapa. Salí de mi casa ubicada en Jersey City, sólo dividida de Nueva York por el mítico «Río Hudson».

Tomé el «Path», tren que cruza el río subterráneamente para llegar a Manhattan. Iba a representar el papel de «Clotaldo», en «La Vida es Sueño» de Calderón De La Barca, en el «Teatro de la Compañía Repertorio Español».

Serían las nueve y media de la mañana. La función era a las doce del día de aquel domingo decembrino. Llegué a la estación 27, lugar de mi destino.

Al subir por las escalinatas subterráneas para llegar a la superficie sentí que el frío había aumentado. Al emerger oí los claxons de la ciudad. Música navideña en sax se escuchaba en la calle.

New York estaba viva. La gran manzana estaba congelándose. Del cielo empezaron a caer plumas níveas que mojaban. Comenzaba a nevar. Abrí mi paraguas. Era lo único que me faltaba por vivir yendo de camino a un teatro para dar función.

Sentí el romanticismo del momento; la fría y gris atmósfera. Llegué al teatro, estaba calientito por fortuna. Saludé contento a los tempraneros compañeros. Tomé mi café en el camerino. Me dispuse a entrar al umbral de la ficción.

En un rato escucharía: «Ay Mísero de mí, ay infelice, apurar cielos pretendo». «La Vida es Sueño», había comenzado. Me digo al terminar este relato, y después de tanto tiempo: no sé si lo soñé, o si aún estoy dormido. Lo que sí sé es que es un sueño del cual no he querido despertar.

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

Compartir en: