miércoles 8, mayo, 2024

La Noche de Luis De Tavira

Raúl Adalid Sainz

«Hamlet llamó monstruoso al hecho de ver una actuación que te estremece».

Fui a ver por segunda vez la obra de teatro «El Padre». Me interesaba ver la evolución de la obra. Misma que me había encantado la noche del estreno. Pero tenía una curiosidad enorme de ver cómo iba a conservar Luis De Tavira, ese portento de actuación que dio esa noche de apertura, en que dejó al público conmocionado.

Dejé pasar tres meses para volver a asistir a ver «El Padre», y el hechizo se mantuvo. El montaje ha ganado en evolución narrativa, y en calidad interpretativa. Pero Luis De Tavira está monstruoso. Sí, así como Shakespeare definía en voz de Hamlet a los grandes actores en una interpretación asombrosa.

Hay una inmersión en el actor hacia su personaje maravillosa. Verosimilitud, no más que en ficción pura. Un estado de gracia plena. Pocas veces he visto esto en el teatro. A golpe de cautivo espectador recuerdo a López Tarso en «Rey Lear», a Claudio Obregón en «Contradanza», a Margarita Sanz, Delia Casanova, y Ana Ofelia Murguía en «Señora Klein», Héctor Bonilla y López Tarso en «El Vestidor», a Laura Almela y Álvaro Guerrero en «Cuarteto», a Julieta Egurrola y Juan Carlos Colombo, en «Después del Ensayo», y ahora a Luis De Tavira en «El Padre».

Hay más actuaciones memorables, pero estos momentos de nacimiento puro creativo es lo que yo llamo el arte de la actuación. Memoria instantánea que no intenta omitir. Un chispazo de vida que me arroba.

Dudé en ir al camerino y felicitar a ese gran actor, del cual, he tenido la fortuna de ser dirigido en tres ocasiones. No quería importunar después de semejante esfuerzo. Sin embargo, fui.

Quería motivado por la emoción comunicársela y darle mi cariño y agradecimiento en un abrazo. Tardó en salir un poquito. Aparecieron dos de sus compañeros, espléndidos en sus trabajos, me refiero a Fernanda Castillo y Erick Hayser. Lindos seres humanos con quien platicamos mi esposa, Elvira Richards, y yo. Actores felices de vivir una obra que los ha enriquecido humanamente.

Apareció el maestro Luis. Nos dispensamos una sonrisa. Nos dimos un abrazo. Ese que sella el cariño. La admiración a una grandeza recibida. Vi sus ojos cansados de un actor que se ha brindado al todo. Alcancé a atisbar por la emoción, creo, estas palabras: «Gracias maestro, todo lo que nos decía en ensayos está plasmado en lo que nos transmitió en el escenario». El máster en total humildad, dijo: «gracias».

No soy de pedir fotos a un compañero actor. Pero Fernanda y Erick, permanecían con nosotros, y aproveché el momento. Le pedí al maestro que nos tomaremos una foto, y conservarla como parte de mis grandes momentos de vida.

Ese click sella lo que para mí se llama el cautivo encanto de un espectador en la noche que inspira por Luis De Tavira.

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

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