viernes 19, abril, 2024

«Déjenme solo, es lo único que les pido»

 

(Una ensoñación con el gran actor y escritor Sam Shepard)

 

Raúl Adalid Sainz

Aquel actor, escritor de teatro y guionista de cine, pidió que todas las tardes lo dejaran solo, que lo llevaran a la llanura y que le consiguieran un caballo. Esa era la condición para aceptar la película.

 

Todas las tardes él cumplía religiosamente con su ritual. Pedía lo dejaran a solas con su caballo por espacio de dos horas.

En ese rato el actor-escritor, seguramente pensaba, sentía, acompasado por el trote, y el viento que soplaba en aquella llanura veracruzana. Probablemente imaginaba los mundos que próximamente iba a escribir o simplemente vivía su maravilloso aquí y ahora de cabalgar al lado de su corcel.

Detenía el caballo, fumaba al trote, sentía la inmensidad de aquella inmensa lontananza. Sentía el pelaje en sus flancos, la fuerza del lomo en sus glúteos, la potencia de otro ser en su ser. Una comunión enorme de hombre y naturaleza en la total esplenditud. Era feliz como «Eddie», aquel vaquero que sus vivencias e imaginación crearon. Un vaquero en paz antes de un «Loco Amor».

Un día vio aquella inmensidad, y sintió su respiración comunicando con Dios, cada toque suave de su pierna al estribo del caballo era sólo un acompasamiento de ritmo, de danza en la llanura inmensa. El cielo violáceo anunciaba el crepúsculo. Aquel celaje le hacía sentir lo indecible.

Al terminar su último recorrido agradeció al productor quien lo esperaba en el lugar del inicio de la cabalgata de aquel actor vaquero. El rodaje había concluido. El vaquero actor y escritor había terminado su participación. Agradeció a aquel productor ejecutivo del cine haber escogido aquel paraje y aquel caballo hermoso, con el cuál había logrado la comunión. Le dijo: «Ha sido una de las experiencias más maravillosas de mi vida».

¿Qué vivió aquel hombre? El productor lo imagino solamente. Los ojos de aquel actor vaquero y escritor eran brillantes, profundamente llenos de vida y poesía.

Alguien me contó esta historia o quizá la soñé. Pero claro sé que fue el gran Sam Shepard el que cabalgaba por aquella llanura veracruzana. Si alguien me contó esta ficción le ruego me saque de mi engaño, quise apropiarme a mi modo del hermoso relato. Vale la pena contarlo y dar crédito a esta bella tradición oral.

Cuando pienso en este gran artista que recién nos ha dicho adiós, me imagino en su aventura por la inmensidad y en su soledad cabalgando su caballo. Algún día como Shepard realizaré mi propia aventura solitaria.

 

Nota: Quién contó la anécdota fue el doctor Gerardo Moscoso, QEPD, productor ejecutivo de la película. ‘Yo articule’ imaginativamente cómo sería el mundo de Shepard en soledad con su caballo. Gracias Gerardo por haberme compartido tu experiencia al lado del gran Sam Shepard QEPD. La película mencionada es «Homo Faber», dirigida por el cineasta alemán Volker Schlondorff. Cinta rodada en el norte de Veracruz, Sonora y París. En inglés la película se llamó » Voyager». Filmada en 1991.

 

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

 

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