Raúl Adalid Sainz
Como un aire de naranjo en flor me ha sabido el triunfo de la albiceleste sobre los heroicos holandeses. Esos hoy llamados de los Países Bajos. Gesta de épica sobre el verde césped catarí. Este 9 de diciembre 2022, la albiceleste tomó las riendas de los antiguos grandes jugadores. Hoy esos pibes, recordaban a Carnevali, hecho un titán en «Dibu» Martínez, un mundo recordante de los excelsos, “Cacho” Heredia, “Ratón” Ayala, Brindisi, “Quique” Woolf, a Houseman, Kempes, Valdano, y el enorme “Pelusa” Maradona. Hoy el genio juguetón de Leo, salió de la lámpara, para guiar el corcel de la albiceleste empatada, pero irguiendo el pecho para salir airoso en la marca de los once pasos.
Hoy el farolito de la calle en que nací, oye la queja de un bandoneón, pero bajo el amparo de un esférico travieso de pasión, que ven pibes argentinos brillar y ser heroicos ganando gesta digna de siempre remembranza. Así como un tango de festín en subyugante calle porteña del bello y majestuoso Buenos Aires.
Scaloni, los muchachos salvaron la estrategia equivocada de defensa de dos tantos. De la bolsa parecía escabullirse la victoria. Balones aéreos simulaban átomos descendientes del peligro. El halo de búsqueda, en tiempos extras, de rectificar y evitar los penales, se empecinaban en volver a tener la gracia aristocrática de los barrios. Así peleó mi albiceleste, como porteños de potrero. Salió la garra herida, consumando el aura en el manchón penal, ahí de frente al largo guardameta neerlandés.
Hoy como dijo el tanguista legendario, Roberto Goyeneche, “El Polaco”, al canto de “Naranjo en flor”: la épica albiceleste supo sufrir para después amar.
Hoy, mi viejo padre, debo avisar hasta la patria celestial, que tu Argentina ganó, pide al buen San Pedro, tu buen vino de Mendoza y con un buen puro puedes esperar que la gran albiceleste se acerca a la puerta de la gran consumación.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlán.
