Viesca: Albino, el carpintero del pueblo
Con lo aprendido hasta el tercero de primaria sabe hacer presupuestos y cobrar lo justo. Albino y su esposa viven felizmente
Salvador Hernández Vélez
Albino González Pérez, el carpintero del pueblo, se considera viesquense, pues desde que llegó a Viesca, Coahuila, disfruta de la tranquilidad y el saludo de la gente. Nació el 1 de marzo de 1955, en un ejido del municipio de Torreón. Sus padres fueron Pedro Montoya Escobar (ferrocarrilero) y su mamá Carmen Pérez Núñez (originaria de Viesca). Por lo que su vida la desarrolló en diferentes estaciones de ferrocarril. Su papá era ferrocarrilero, peón de vía. Un tiempo lo encargaron con sus tíos Apolonia Pérez Núñez y Juan Jiménez Rodríguez en el ejido Gilita, les ayudaba en la colecta de candelilla, lechuguilla, leña, espiga y en la pizca de algodón.
Desde niño fue inquieto, recuerda que a los 6 años iba a la labor a ayudar con el azadón a quitar la maleza. Estudió en la escuela primaria en Estación Paila hasta el tercer año. En 1973, a su papá lo cambiaron a la estación de ferrocarril de Viesca, donde se establecieron para vivir. Platica que su papá quería que trabajara en el ferrocarril, pero él desde niño prefería ser libre.
Como le gustaban los bailes y tenía familiares y amistades en el ejido Gilita, en una ocasión para un 15 de mayo, día de San Isidro Labrador, se fue de pachanga a ese lugar. Cuenta que regresó con una sandía muy grande que le dieron para sus padres, él tomó el tren (ya que como era hijo de ferrocarrilero tenía derecho a un pase de abordar sin cobro alguno), una vez en Viesca se trasladó al lugar donde vivían y, para su sorpresa, al llegar a la casa ya no estaban.
Lo único que se le ocurrió fue trasladarse a la plaza de armas del pueblo para preguntar, ahí le dijeron que unas personas se habían ido a vivir frente a la plaza del Carmen, fue, los buscó y afortunadamente era su familia. Se alegró mucho de encontrarlos, pues esa noche se celebraría un baile en el ejido Gilita al que quería asistir, pidió prestada una bicicleta y con la bendición de su mamá emprendió el camino. Llevaba de vestimenta una camisa floreada y pantalón acampanado (de terlenka) en color rojo. Llegó a la fiesta luego de un largo peregrinar, pero feliz de haber hecho el recorrido.
Principio del formulario
Final del formulario
En Viesca conoció a su amor María Guadalupe Gómez de la Torre, con quien se casó en 1976, procrearon cuatro hijos: Albino, Laura, Carlos y Roberto. Vivieron al principio en casa de renta, trabajó en la fábrica de sal (SULVISA), como cargador de los bultos de sal. Lo contrataron como eventual, después de 4 años logró su base (en 1981), luego lo capacitaron como operador en diferentes áreas, le gustaba mucho su trabajo en la planta, pues aprendía y le permitía obtener ingresos para solventar sus gastos familiares. Él y su esposa hicieron los adobes para empezar a hacer su casa en la colonia Óscar Flores Tapia, ya que, en aquellos años, la Presidencia Municipal donó los terrenos en esa colonia para quienes no tenían casa.
En 1993 lo liquidaron en SULVISA. Luego lo invitaron, junto a otros extrabajadores, para ir a trabajar a EU. Les cubrieron los gastos, pero no lograron su objetivo y el que los quería contratar los abandonó en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Después se fue a buscar trabajo a Monterrey. Se contrataba en lo que salía (iba y regresaba), así pasó un tiempo, hasta que, en una ocasión, al pasar por donde estaban los de la misión cultural capacitando en carpintería, preguntó si lo podían aceptar y lo inscribieron. A partir de esa capacitación se convirtió en carpintero en el pueblo. Aprendió a hacer trabajos de remodelación, salas rústicas, mesas, clósets, puertas y otras labores de carpintería.
Este oficio le ha generado muchas satisfacciones, entre ellas hacer las cruces de madera de los difuntos. Dice sentirse feliz porque a pesar de su edad no se raja, sigue trabajando a diario. Además de ser carpintero en el pueblo, le sabe a la construcción, aprendió observando, porque siempre se preguntaba si los señores “maistros” albañiles de Viesca que él conoce, aprendieron trabajando y observando, y ¿por qué él no? Eso le permitió construir su casa con la ayuda de su esposa. Con lo aprendido hasta el tercero de primaria sabe hacer presupuestos y cobrar lo justo. Albino y su esposa viven felizmente. Hoy en día cuentan con 20 nietos. Con una gran sonrisa expresa que lo mejor que le ha pasado en la vida es haber llegado a Viesca donde se le ve pasear en su triciclo, llevando y trayendo los trabajos de carpintería que le encargan.
jshv0851@gmail.com