domingo 24, noviembre, 2024

A LA BÁSCULA

El imperio de los otros datos

Julián Parra Ibarra

De acuerdo con la organización SPIN Taller de Comunicación Política, cuyo director es el doctor Luis Estrada, hasta este lunes, último día del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, éste encabezó en su calidad de presidente de México, un total de mil 436 espacios conocidos como ‘la mañanera’, un espacio ofrecido al principio del sexenio como un ejercicio de comunicación circular que se antojaba interesante planteado así como se ofreció.

Con el paso del tiempo, sin embargo, se convirtió en el paredón en que cada mañana eran ‘fusilados’ y destrozados todos aquellos que no coincidían con el punto de vista presidencial, y peor aún a quien osara cuestionar las políticas del nuevo gobierno. El espacio se fue desvirtuando y pervirtiendo hasta llegar al punto de que, pisoteando las leyes y la constitución, el rey en su palacio divulgó en más de una ocasión información privada y personal de a quienes el presidente consideraba como sus enemigos.

Las sillas de enfrente del principal inquilino de Palacio Nacional, se fueron poblando por ‘periodistas independientes’ en su mayoría, youtubers aplaudidores del presidente, y a quienes Jesús Ramírez Cuevas, el encargado de prensa de Andrés Manuel, les hacía llegar las preguntas a modo que le gustaban al presidente, era hablando en términos beisboleros -el deporte que tanto le gusta al mandatario-, ponerle le pelota para que pudiera pegar de jonrón. Fueron contados los verdaderos periodistas serios a los que se les dio acceso, porque esos incomodaban e irritaban al conductor del programa de revista, perdón de la mañanera.

Aunque los virulentos calificativos que López Obrador le dedicó todo el sexenio a medios y periodistas serios eran, argumentaba, por su derecho de réplica a los cuestionamientos que se le hacían a su forma de gobernar, el presidente jamás lo otorgó a quienes él llevaba al paredón mañanero, y no les daba oportunidad de defenderse, a pesar de que en algunos casos un mandato judicial le obligaba a abrir las puertas de su palacio.

Así, en un edificio histórico que es patrimonio de todos los mexicanos, que pertenece a todos los mexicanos como lo es el Palacio Nacional, Andrés Manuel se pertrecho y amuralló para que nadie que él no quisiera, pudiera ingresar. Así, les negó entre muchos otros más a Xóchitl Gálvez hasta convertirla en candidata presidencial, a las madres buscadoras mexicanas, aunque sí recibió a las abuelas de la Plaza de Mayo de Argentina.

Las madres buscadoras mexicanas incluso emitieron una ‘ficha de búsqueda’ por lo que consideraron ‘la desaparición del presidente Andrés Manuel López Obrador’, y la colocaron afuera de Palacio Nacional; aseguraban que tenían seis años buscándolo.

“La última vez que se le vio nos prometió ayudarnos a encontrar a nuestros hijos, decirnos siempre la verdad, pacificar al país… andaba haciendo campaña, vestía camisa azul, pantalón de vestir y colgaba sobre su cuello la esperanza de todo un país”, señala el cartel. Jamás las volvió a escuchar, menos a recibir en su palacio.

Desde el primer día de esta administración, Luis Estrada y su equipo de ‘SPIN’ se dieron a la tarea de desmenuzar cada mañanera, por su duración, por los temas abordados, los temas más mencionados…y por la información no sustentada que mencionaba cada día; las mentiras, pues, así le dicen en mi pueblo. Y fueron tantas que le dio pie a Estrada a escribir un libro a la mitad del sexenio, titulado ‘El imperio de los otros datos. Tres años de falsedades y engaños desde palacio’. Hasta ese momento se le habían documentado 67 mil mentiras.

El implementado por López Obrador, considera el doctor Estrada, no es un ejercicio de transparencia ni de información ni de rendición de cuentas, sino un acto de propaganda. De acuerdo con los registros de SPIN, el presidente cerró su sexenio con un promedio de más de 103 mentiras por mañanera, fueron mil 436 ‘conferencias’ lo que arroja una cifra de casi 148 mil mentiras a lo largo de seis años.

En su imperio de los otros datos como lo describió Luis Estrada, López Obrador mintió deliberada y cínicamente en temas tan sensibles como la salud, cuyo sistema mexicano es, aseguraba, no igual, sino mejor al de Dinamarca. Antes de irse tuvo el cinismo de decir que era una broma para dar notas a los periodistas y hacer enojar a sus adversarios.

Como en seguridad, que dice que los niveles de violencia han bajado, cuando cerrará el sexenio con casi 200 mil muertes violentas; y en el último tramo deja incendiado Sinaloa, estado que se ha descompuesto en tres semanas y nadie puede parar la violencia.

Pero para eso le sirvieron las mañaneras a Andrés Manuel López Obrador, para repetir cada día las mismas mentiras, que como él mismo siempre lo repitió, porque las mentiras si no manchan, tiznan. Así construyó su imperio de los otros datos, que no es otra cosa que mentiras descaradas y vulgares.

laotraplana@gmail.com.mx

@JulianParraIba

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