viernes 20, septiembre, 2024

Dogma de Fe 

Marcos Durán Flores

A solo dos grados del precipicio climático

Son solo dos grados Celsius los que nos separan del precipicio. Parecerían una nada, algo insignificante, pero después de eso, la vida en la Tierra, tal y como la conocemos, corre un grave peligro. Es el cambio climático, al cual las Naciones Unidas consideran como “un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima”.

Al respecto, la ciencia ha llegado a un acuerdo: Si no se reducen para el año 2060 las emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 50 por ciento, podría significar el fin del mundo. Hay que detener el incremento en la temperatura de la Tierra y son dos los grados Celsius los que nos apartan del abismo. Si la temperatura del planeta sube estos dos grados, será el final de plantas y animales que serán llevados a la extinción y la fusión del hielo de la Tierra elevará los mares a un ritmo acelerado.

Los científicos han demostrado que, aunque no lo parezca, el incremento puede ser catastrófico. El profesor Pierre Raddane, experto francés en política energética, lo explica de la siguiente forma: “Durante la última era glacial, la temperatura promedio de la Tierra era de 9 grados. Y países como Venezuela estaban cubiertos por un kilómetro de hielo. En miles de años, la temperatura promedio aumentó a 14 grados, apenas 6 grados en tantos años. Si no se detiene la producción de CO₂ de los niveles actuales, en los próximos 100 años el incremento de la temperatura podría oscilar entre 1.4 y 5.8 grados, lo cual haría imposible la vida en el planeta”. Sencillo, estamos a dos grados del precipicio.

¿Aún no me cree? Infinidad de reportes publicados por especialistas revelan que el 2024 será el año más caluroso en la historia desde que se registra la temperatura, que fue en 1880. Ese cambio climático usted lo ve en las noticias y lo siente todos los días. Se trata de un clima loco que derrite glaciares y causa ciclones, inundaciones, calores sofocantes y lluvias interminables, muy parecidas a las que durante 40 días y 40 noches ahogaron a Macondo. Esas lluvias constantes e insólitas que parecían no acabarían jamás y que cuando lo hicieron, dieron paso a sequías prolongadas donde los pájaros morían de golpe en pleno vuelo a causa del calor y caían desplomados.

Hoy el cambio climático ha llegado para quedarse afectando cada faceta de la civilización humana. Empezando por nuestra capacidad para cultivar alimentos, hasta el registro de temperaturas récord, pasando, desde luego, por sequías e inundaciones.

Las sequías se han hecho comunes y las tormentas se han intensificado, lo cual resulta paradójico y tiene un doble efecto, pues mientras regiones enteras mueren de sed, enormes zonas del mundo pierden sus cultivos a causa de las inundaciones. Estos impactos acumulativos del cambio climático, podrían ampliar las desigualdades y empujar a mucha más gente a la pobreza.

Y aunque a nosotros poco nos importa; los científicos del clima están aterrados, pues además, empeorara el acceso al agua dulce y la acidificación de los océanos nos impedirá cosechar más, lo cual será terrible para los 2 mil millones de nuevas personas que nacerán de aquí al año 2050 y que se sumarán a los 8 mil millones de seres humanos que ya estamos aquí.

La ciencia ya habló, y ahora llegó el momento de los políticos. Ya veremos si se alcanzan los compromisos entre los gobiernos del mundo que permitan alcanzar esa reducción del 50 por ciento de los gases que son producidos por los combustibles fósiles. En esta ocasión no existe un plan B, pues se trata de la última llamada, la oportunidad para que nuestro planeta tenga un futuro, no sé si mejor que esté presente, pero un futuro al menos. 

Y como hemos leído en redes sociales, estamos ante lo que será el verano más frío de la historia pues, hoy, la civilización humana corre presurosa al precipicio y las advertencias solo han servido para que aceleremos hacia nuestra propia destrucción. Nietzsche decía que “Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”. Quizás tantos años de estarlo viendo, nos han animado a dar el último paso

@marcosduranfl

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