(Sensaciones del homenaje a Xavier en el Palacio de Bellas Artes)
Raúl Adalid Sainz
Ayer, lunes 9 de octubre del 2023, la congruencia, la razón, la emoción, y la concientización fueron homenajeadas en el máximo recinto de nuestro país.
Lo anterior dicho era el símbolo de Xavier Robles. Un escritor cinematográfico, como a él le gustaba que lo llamaran, que vivió y concientizó la realidad de su país, y lo expresó en palabras hechas imágenes.
Xavier, era un guionista, que expresaba su mundo, dando un punto de vista en sus libros cinematográficos. Así lo demuestran sus grandes obras, expresándose esto en, «Las Poquianchis», «Rojo Amanecer», «Bajo la Metralla», «Los Motivos de Luz», «Qué Viva Tepito», «El Tres de Copas», en todo su mundo de escritor.
La congruencia, y la verdad, se paga con la inacción, el desprecio, muchas veces, a que no se filmen tus obras por temor. Poco más o menos, así lo dijo el cineasta Nacho Ortiz, en su brillante ponencia hacia Xavier.
Estuve feliz viviendo el mundo de Xavier que despertaba en la sala principal de Bellas Artes. La música que deleitaba en el proemio, un documental hermoso de Paloma Robles hacia su padre, con testimonios de Xavier en su pasión por la vida y por el cine. Hacia su reconocimiento a sus maestros cinematográficos, Tomás Pérez Turrent y Felipe Cazals. Un documento maravilloso de un hombre que pinto’ el cine de un «Rojo Amanecer», a una «Luz del Alba». Hermoso documental este último sobre la dignificación y conocimiento de los pueblos originarios indígenas.
Fue ver trozos de la coreografía «Luces de Bengala», imágenes en danza, inspiradas en el guion homónimo de Guadalupe Ortega y de Xavier.
Escuchar a su compañera de vida Guadalupe Ortega, narrarnos en su texto la vida artística, periodística y humana al lado de Xavier, fue conmovedora. Una fotografía de ellos en el mar, como marco, iluminaba a aquella pareja ataviada en el blanco amoroso de un beso.
Escuchar esa canción que cimbraba a Xavier, «En mi País», de Alfredo Zitarrosa, me hizo sentir mis diecinueve años en que me decía que mucho debía cambiar por mi país.
Las ponencias de cineastas como Tony Kuhn, Juan Antonio de la Riva, Ignacio Ortiz, José Ángel Leyva, y el joven alumno de Xavier, Carlos Trujano, fueron el momento de la reflexión hacia la importancia de la obra de Robles Molina.
El magnánimo momento de Juan Carlos Remolina, actor interpretando un hondo fragmento del monólogo teatral de Xavier, de nombre «Yo Neruda», fue impecable. Juan Carlos vivió el texto, un Neruda que era el mundo de Xavier, ese que amaba la herencia de las palabras dejada en las cordilleras por los españoles. Ese que levantaba su rabia y queja por el cruento asesinato al líder de luz chilena, Salvador Allende. Linda y lúcida dirección de Claudia Ríos, a ese sentir Neruda- Robles de monólogo.
«Si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice y todo», parecía decir Xavier a Guadalupe en esa noche del encanto en Bellas Artes.
La noche terminó, una lluvia de brizna pura cantaba afuera del Palacio. Hoy, muy de mañana que escribo estas letras, pienso en Xavier, y me digo: Él era como aquel personaje de Kurosawa llamado «Barbarroja», ese doctor íntegro que se prodigaba a los enfermos. El pago era la salud del doliente. Xavier, como «Barbarroja», se entregó al cine para cimbrar al espectador en la emoción reflexiva. Un cine que hacía al público preguntarse el por qué las cosas son como son, un cine que llamaba a la acción.
Tus amigos te llevamos en la sangre del camino, forjando éste en los pasos de los algo dejado, ahí Xavier está, y vive en la permanencia de los que lo admiramos.
¡Qué Viva por siempre Xavier Robles!
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan