viernes 26, julio, 2024

Voluntad electoral

Enrique Martínez y Morales

Después de efectuados los procesos electorales tendemos a concentrar nuestra atención en las circunstancias evidentes de triunfos y derrotas, y muchas veces olvidamos hacer un análisis más profundo para tratar de descifrar los mensajes que el electorado envió a través de la emisión de su sufragio.

Regularmente, el ciudadano es motivado a votar por una de cuatro razones: el partido, el proyecto, el candidato o la estrategia.

Quien vota por el partido, porque comulga con su ideología o sus principios, regularmente lo hace en cascada, sin cruzar su sufragio.

Lo mismo pasa con quien decide en función al proyecto, ya sea porque coincide con él, porque recibe un beneficio que no quiere perder o porque apoya las causas enarboladas por esa opción.

Quienes sufragan en función de los atributos de las personas, su experiencia, su carisma o sus ideas, suelen votar de forma diferenciada, lo mismo que quienes votan estratégicamente, cuando apoyan una propuesta en el Ejecutivo, pero optan por un contrapeso en el Legislativo.

El primer hallazgo relevante aparece en las elecciones locales. Mientras el partido en el gobierno y sus aliados ganaron la mayoría de las gubernaturas y los congresos locales en juego, la oposición logró el triunfo en una gran mayoría de las ciudades capitales. El electorado optó por un equilibrio político.

Algo similar sucedió en la elección federal. La candidata del Morena y sus aliados obtuvieron una abrumadora mayoría de más de dos a uno sobre la candidata de la oposición, pero en la elección de diputados federales esa coalición solo obtuvo el 54% de los sufragios. Fueron varios millones de votos “cruzados”, lo que habla del equilibrio político que una parte los votantes quiso impulsar.

En los últimos días la posibilidad de la existencia de una mayoría calificada en las cámaras ha puesto de cabeza a los mercados financieros y el Peso se ha devaluado de forma inusual.

Es muy importante que atendamos la voluntad del electorado, que vayamos más al espíritu de la ley que a su redacción para lograr los equilibrios y contrapesos que mandataron los ciudadanos en las urnas, ya que sin ellos las democracias se debilitan y pueden derivar en formas indeseables de gobierno.

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