Luis Alberto Vázquez Álvarez
Existen diferentes confusiones en cuanto a términos históricos sobre hechos reales que suscitan expresiones que se generalizan, perdiendo en parte su sentido concreto, aunque se amplié el mismo. Tal es el caso de “Victoria Pírrica”, la cual se le ha dado a cualquier acontecimiento que genera un triunfo costoso, pero veamos correctamente el sentido: En el año de 280 antes de Cristo, en las llanuras de Heracles se entabló una batalla entre las tropas griegas de Épiro y las romanas. La victoria fue para los primeros, cuyo rey Pirro, utilizó elefantes; sin embargo, y aquí está el “pero”: una parte importante de su ejército pereció en el combate, por ello el rey afirmó: “otra victoria como ésta estoy perdido y volveré solo al palacio”. De ahí el origen y sentido auténtico de la expresión de “victoria pírrica”; aquella que se gana perdiendo más que lo que se obtiene; es decir, que incluso tal ganancia puede terminar siendo desfavorable para el vencedor.
Muy diferente es el caso de las victorias “efímeras” en las que el ganador lo es por poco tiempo dentro de una guerra más amplia, ahí no cuentan para ello las bajas, sino el futuro de la conflagración general; un ejemplo típico lo encontramos en las batallas de la “Guerra de Reforma” mexicana de 1858 a 1860, las cuales en su mayoría casi absoluta fueron ganadas por los conservadores, como fueron: Batalla de Salamanca (marzo de 1858); Batalla de Celaya prácticamente simultánea a la anterior. Batalla de La Albarrada (1858) en Colima. Batalla de Ahualulco (septiembre de 1858) en San Luis Potosí. Batalla de San Joaquín (diciembre de 1858) en Cuauhtémoc, Colima. Batalla de Tacubaya (abril de 1859) inmediaciones de la capital de país; en la que el general conservador Leonardo Márquez se ganó el mote de “Tigre de Tacubaya” al fusilar a oficiales, al cuerpo médico Militar y a todos los liberales capturados; (eterno odio característico conservador). Batalla de Estancia de las Vacas noviembre de 1859) en Querétaro; en la que demostró su genialidad militar Miguel Miramón al derrotar a un ejército juarista que le doblaba en número.
En la primera etapa del conflicto la balanza se inclinó a favor de los conservadores; aunque estos exageraron y agigantaron sus ventajas festinándolas con extremada lascivia; todo parecía estar de su lado. Poco a poco la tendencia fue revirtiéndose; todo lo anterior quedó borrado en la Batalla de Calpulalpan (diciembre 22 de 1860) en el Estado de México; la cual sería la última batalla de la Guerra de tres años y ganada por los liberales, quienes acabaron absolutamente con los conservadores. Para poder seguir burlándose del pueblo huyeron a refugiarse a Europa. Un solo triunfo definió toda la historia nacional.
Los tradicionalistas jamás cambiaron sus prejuicios por razones, mantuvieron su aversión a lo popular e insistieron en crear una cultura oprobiosa para hacer creer que lo único bueno venía de Europa, por ello, como todos los traidores a la patria de todos los tiempos; fueron a quejarse al extranjero y a traer un gobernante rubio que cuidara sus prebendas, fueros y jurisdicción eclesiástica, aunque él “Si tocó a la iglesia”.
La victoria final para México se logró en Querétaro (mayo de 1867). Las tropas liberales mexicanas, seguidas por todo el pueblo y armado hasta con pertrechos primitivos, pero con una visión clara de su libertad y destino lograron acabar con los imperialistas. “Aventura” (así le llaman en Francia) que culminó, tristemente, en el Cerro de las Campanas con el fusilamiento del emperador y la restauración de la República. Desenlace trabajado por el pueblo y conseguido a pesar del furor y oposición de los conservadores que nunca quisieron escucharlo y solo soñaban en conservar sus privilegios y facultades excelsas.
Las victorias parciales o éxitos momentáneos carecen de valor absoluto; los mediocres los festinan con mediático júbilo, aunque pronto el gozo se vaya al pozo. lo importante es no dejar de luchar, siempre contender hasta la victoria final; ésta es la única lógica de un pueblo harto de castas divinas que lo explotan y oprimen. Es el alma del hombre libre, soñador que conquista su destino a pesar de las difusiones mediáticas falaces y mentirosas.