sábado 4, mayo, 2024

Un encuentro con Michel Marc Bouchard y Boris Schoemann

 

 

Raúl Adalid Sainz

Tenía veintiún años de no ver al dramaturgo quebequense Michel Marc Bouchard. Ser humano fabuloso que nos cautivó a un grupo de actores y a mí, hace veintiún años que vino a la Ciudad de México, a ver su obra que representábamos, «Los Endebles». Aquella obra que estrenamos en el año 2000, en el «Teatro La Capilla», dirigidos por Boris Schoemann.

 

Ayer 20 de junio de este 2022, se rompió la sentencia de la ausencia y acudí al «Teatro La Capilla», para escuchar la conversación que sostuvo con el público asistente. Boris, fue el traductor y moderador de la charla. En verdad nos hicieron vivir un bellísimo momento hablando de teatro.

Michel Marc comenzó hablando del por qué creía que su teatro se acercaba al gusto del mexicano. Comentó como puntos de referencia y similitud: costumbres de vida de los pueblos canadienses de la parte francófona. La dificultad de ser, en medio de una sociedad injusta, homófoba, tradicionalista, la pederastia, la muerte como redención, venganza o liberación, la relación de los hijos con sus padres. 

Yo en lo personal diría que Michel Marc llega al público porque toca temas universales de la condición de vida del ser, señala costumbres de los pueblos canadienses y esto lo vuelve global. «Descríbeme a tu pueblo y serás universal», decía el ruso escritor Tolstoi.

Habló de la relación del dramaturgo con el cine. Muchas de sus obras han sido adaptadas a la cinematografía. Generalmente pierde la esencia de la obra, comentaba Michel Marc, el cine es la voz del director y de la imagen. De los resultados que contó como signos que lo dejaron contento, fue la versión cinematográfica de «Los Endebles», llamada «Lilies».

Habló también de sus obras llevadas a la ópera. No le disgustaban, pero el tiempo en ella es otro en su transcurrir de acción. Lo importante ahí es el canto. No es literal mi cita, más si la esencia de lo dicho.

Boris Schoemann, recordó que en su gira por Irapuato, Guanajuato, con la obra de Bouchard, «Divina Ilusión», misma que Boris dirigió, el actor principal de la obra, Eugenio Rubio, fue muy visitado por jóvenes asistentes porque se habían identificado con su personaje. Muchos de esos muchachos habían sido abusados por curas pederastas en el seminario.

Michel Marc, habló que un escritor, un dramaturgo, tenía que escribir con imaginación, con valentía, con compromiso hacía sí mismo, con autenticidad, señalar la vida, no tratar de ser útil o mandando mensajes morales. Tirarse un clavado a las emociones humanas. No tratar de ser políticamente correcto. Un escritor no podía permitirse la autocensura o permitirse el miedo.

Confesó que en sus obras pensaba en qué le podía gustar a la gente. En su última obra esto lo olvidó. Escribió un texto constituido de tres monólogos durante el tiempo de la pandemia. «Sentí que no servía para nada», y escribió esta obra como un acto casi liberatorio. Sin pensar en congraciarse con nadie. Fue un momento muy valiente y sincero de su parte contarnos eso en la conversación.

Atreverse a escribir la ficción sin estar pensando en estructuras, que sea un acto libre, que fluya. El orden vendrá después. A eso instaba el querido Michel Marc, a los inquietos jóvenes que, en su mayoría, se dieron cita en «La Capilla». La palabra intuición la escuché mucho durante su plática. Es quizá el mago de su magia dramatúrgica. Ese ser maravilloso, que contestó a mi pregunta, ¿de que qué le parecía el actor mexicano representando sus obras? Diciendo que le encantaba el actor mexicano representando sus obras, por su constante movimiento físico e interno en el escenario, también por su sensualidad.

Recordó que «Los Endebles», fue su drama romántico que nadie le contó. Era su Romeo y Julieta. Le comenté que para mí había sido un gusto haber habitado como actor sus palabras, sus silencios, la enseñanza enorme de haber vivido «Los Endebles». Un pedazo consentido de mi vida profesional y humana.

Michel Marc Bouchard, es autor aparte de la mencionada obra, «Los Endebles», de «El Camino de los Pasos Peligrosos», «Divina Ilusión», «Tom en la Granja», «La Historia de la Oca», «Las Musas Huérfanas» y de muchas más, sin olvidar sus últimas obras: «La Noche en que Logan Despertó», y «El Sapo».

Fue distinguido como «Caballero de la Nacional Orden de Quebec», por sus grandes aportaciones teatrales a la cultura de Quebec, Canadá.

Un gusto enorme y un placer haber convivido el día de ayer con dos lindos artistas, Michel Marc Bouchard y Boris Schoemann.

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

 

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