viernes 20, septiembre, 2024

“Tengo cuarenta años estoy a la mitad de mi vida» 

 

(Dedicada a los médicos en su día y a todos los que se buscan a sí mismos)

 

Raúl Adalid Sainz

Ayer platicando con mi maestro y amigo, el cineasta Juan Antonio de la Riva, hablábamos de guion cinematográfico. Yo le preguntaba: ¿qué se considera un buen guion? Juan me respondió que era aquel que tenía un punto de vista sobre el tema que está tratando. Sobra decir que es aquel que conlleva una buena estructura dramática, con personajes coherentes e imágenes que hablen, que detallen. Me recomendó ver la película, «El Rebozo de Soledad», de Roberto Gavaldón, con guion de José Revueltas. 

 

La noche de ayer vi una de las películas que más me han conmovido y reforzado mi idea que el hombre debe conocerse a sí mismo, hacer en la vida lo que su corazón y entrañas le dicten. Como decía el escritor Henry Miller: «no seas un exitoso de quinta, sino un ser de primera exitoso». El éxito está en hacer lo que has soñado, luchar con los dientes por una meta noble. 

La película es la vida del doctor Alberto Robles (Arturo de Córdoba) quien se ha entregado en su labor médica en un pueblo rural. Lugar donde abunda el abuso de caciques, donde la pobreza es el pan diario de cada día, donde la ignorancia y la charlatanería son parte del vivir. 

Los sueños personales de Alberto se trastornan al sentir que no se ha labrado un verdadero porvenir personal de metas profesionales y económicas. Es cuando es llamado a la ciudad de México a trabajar a una clínica famosa que se da cuenta que la medicina ha sido comercializada de la manera más vil y grosera posible. 

Los médicos que ahí laboran se han puesto al servicio del dinero y de quien lo tiene. Olvidaron su juramento de Hipócrates de ser sacerdotes en cura del cuerpo. Ante la junta de médicos famosos que ha resuelto contratarlo, Alberto les dice su precio y deslealtad. Les dice que de ahí nunca saldrá un Pasteur, un Santiago Ramón y Cajal, una María Curie; los grandes médicos que se dieron por sus semejantes. 

Alberto se ha encontrado a sí mismo y ahora podrá ser feliz. Volverá al pueblo a entregarse a sus congéneres. Regresando al asunto de guion, el de esta película tiene un punto de vista del director Roberto Gavaldón y de su guionista José Revueltas: si tuviéramos médicos y seres humanos al servicio de los demás la vida sería mejor. 

Tendría el existir un verdadero compromiso para con uno y para con el sueño que uno eligió; el sueño romántico de vivir sirviendo. Arturo de Córdoba inicia la cinta caminando por las calles de la ciudad de México y pensando se dice a sí mismo: «Tengo 40 años, estoy a la mitad de mi vida. A esa altura de la vida donde el hombre se pregunta: ¿Qué he sido capaz de dar a mis semejantes? ¿Qué es lo que he recibido de ellos? Muchos me han de considerar un fracaso. Se considera que quien no ha hecho fortuna a los 40 es un verdadero fracaso». 

Lleva esos pensamientos y va rumbo a la clínica, en unos momentos la vida le dará las respuestas, encontrará la gran fortuna de encontrarse a sí mismo. Gran película que recomiendo. Muchos que no encuentran sentido a la vida podrán encontrar respuestas. Obligada a ver por todos los médicos; es un espejo. 

 

PD: Este texto fue hecho en 2014, forma parte de mi libro, » Historias de Actores» (un recorrido por el mundo teatral y cinematográfico). Debo agregar que mi padre fue médico, está película, «El Rebozo de Soledad», lo motivó para hacerse doctor. El personaje que hacía Arturo de Córdoba lo inspiró. En ese año de 2014, le hablé por teléfono emocionado a mi padre, le hablaba de esa película, y me dijo: «esa película fue clave en mi vida, salí tocado del cine donde la vi en mi juventud y me dije: yo quiero ser un médico, así como ese que interpretó Arturo de Córdoba». Debo decir que sí lo cumplió.

 

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

 

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