Luis Alberto Vázquez Álvarez
Al principio, el indígena mesoamericano fue burlado, engañado, timado por el férreo conquistador que cuajado de poder militar creyó someterlo por siempre ya que, en ese momento, fácilmente caía ante sus triscadas y aceptaba desde creencias religiosas hasta políticas pasando por sumisiones absolutas a la voluntad blanca, pero en el fondo, en lo esencial, pronto lo valioso giró 180 grados y la burla floreció al revés.
De vidrios brillantes por oro truqueados en los primeros años del virreinato entregado por los indígenas al conquistador, pronto aquellos aprendieron y jugaron a la inversa. Paradójicamente, en lo más esencial, ofrecían adoración a vírgenes y santos cristianos que colocaban al frente del nicho, mientras atrás escondían al milenario ídolo azteca que simbolizaba lo mismo que aquel que el conquistar le exigía adorar: desde Tonantzin hasta Tláloc por Guadalupe y/o san Isidro. Y así se ha mantenido esa simulada parodia religiosa que vemos en casi todas las festividades y hasta en la combinación de nombres de pueblos, conjugándolos entre hispano y aborígenes, amén de danzas y cánticos sincréticos que son una delicia cultural.
Más tarde y ya entrados en bufonadas étnicas, el nativo ofrece desde joya arqueológicas (si bien originales porque están creadas por manos indígenas), para nada antiguas, sino embarradas, tiznadas y con signos de oxidación falsa, hasta la cabeza del Villa niño o cuando de viejo lo mataron; lo mismo el penacho de Moctezuma o el traje águila de guerrero de Cuauhtémoc. Argucias de taimados que aceptan unos míseros pesos por esos “tesoros arqueológicos”.
La última elección demostró que esa práctica sigue vigente y la oposición; por su absoluto desconocimiento del pueblo humilde y su grotesca creencia de ser más inteligente que él; cayeron en la trapacería del famoso “voto oculto” que con disparatadas ridiculeces la candidata vendió a sus machos titiriteros: “el pueblo tiene miedo a decir que votará por nosotros porque le quitan los programas sociales, pero ellos odian al dictador y su partido y están con nosotros; yo veo en la calle que me sonríe y son nuestros”…
Ilusa sería muy tenue definición; burla fue lo que sucedió; jamás entendieron que la no contestación encerraba una negación a sus farsas, mentiras, injurias y falacias que era lo único que ofrecían, además de escándalos familiares y desconocimiento de auténtico folklorismo y emisión de agravios. La realidad llegó en decenas de millones de votos y su única defensa fue culpar a otro por su “orgásmica” incapacidad mental y su ridiculez que solamente sirvió para alimentar memes irónicos y burlas zahirientes que por millones aún circulan en las redes sociales.
“Taimado” es la definición correcta de aquel que dice que sí, solamente para fingir cuando en realidad está diciendo que no. Pero es imposible comprender la psicología popular cuando solamente te reúnes con jerarcas y políticos afines, luego, cuando te lanzan huevos y fruta podrida, crees que te están aplaudiendo.
Así como el misionero virreinal jamás entró a la humilde choza para congeniar con los nativos y comprobar si realmente adoraban imágenes sacras y no fetiches paganos; jamás los compradores de orfebrería aborigen excavaron para encontrarla; así los conservadores jamás “bajaron” al pueblo, mucho menos se mezclaron con la “chusma”; nunca realmente se avinieron con ella, simplemente pagaron acarreados a sus mítines, y hoy dan lástima porque creyeron en el voto oculto popular y le apostaron; volvieron a sus exclusivos y elegantes centros sociales; esos donde pagaban lujosos vinos y exóticos platillos con su maiceada del erario. Ahora, tristemente por otros seis años la milpa del fisco estará seca; ni para tabaretes de tacos y gordas les va a alcanzar. Remember a Fox: “A trabajar hue….” Aunque como jamás han hecho talacha, no saben por dónde empezar y como “chango viejo no aprende maroma nueva” pues a robarles sus mazorcas a los estados chanchos que les quedan, no hay más…
Idéntica situación está viviendo el Poder Judicial Federal, sus ministros, magistrados y jueces consultan a líderes de colegios y barras de abogados, lógico, estos entre que si va o que no va la reforma judicial, les cantan como las sirenas en privado. No se hagan tontos juzgadores, salgan a las calles y pregúntenles a los ciudadanos si ellos creen que hay honestidad en un poder judicial déspota, suntuoso y abrumado por nepotismo. Atrévanse a enfrentar la realidad social, no la de intereses entre cómplices.