Con el estreno en la plataforma de Netflix de “Suk, Suk”, se reaviva una discusión no menor: el estado en que los ancianos pueden asumir su homosexualidad en un mundo hedonista, en donde ellos parecen estar invisibles y en un doble clóset. Este filme hongkonés revela ese drama a través de una pareja que, en los setenta años, se conoce, se enamora e intentan recuperar un tiempo demasiado extenso en que han ocultado sus sentimientos tras la fachada de la normalidad
Víctor Bórquez Núñez
A estas alturas existe mucho cine LGTBIQ+, que ha ido evolucionando de una manera bastante interesante, llegando a audiencias que descubre su calidad como piezas fílmicas, más que como un vehículo de propaganda de dudoso gusto. Filmes como “Secreto en la montaña”, de Ang Lee, “Llámame por tu nombre”, de Luca Guadagnino, “Filadelfia”, de Jonathan Demme o “Los chicos de la banda’, de William Friedkin, son solo algunas películas que, en los últimos años del cine, han contribuido a romper los estereotipos que se tienen acerca de esta comunidad. No obstante, existe un tema que los directores han esquivado, porque resulta difícil de traspasar a imágenes con la dignidad y el cuidado que se merece: la homosexualidad en la tercera edad.
El sexo gay en la senectud, la manera en que ellos se relacionan, el modo en que logran expresarse en plenitud o la forma en que deben ocultarse aún más que los jóvenes frente a la sociedad, es todo un problema que pocos abordan con sutileza y verdad.
Existen muy pocos largometrajes que hayan narrado historias de varones jubilados homosexuales y ello podría deberse, en palabras del cineasta italiano Filippo Meneghetti, a lo «difícil de aceptar» respecto de la sexualidad de los progenitores. Curiosamente es más fácil encontrar relatos fílmicos con lesbianas ancianas enfrentadas a su sexualidad, como sucede con “Entre nosotras”, por ejemplo.
Los pocos filmes que abordan el tema de la homosexualidad en la edad adulta mayor suelen representar dicha relación como viciada, excéntrica o caricaturesca: ‘La virgen de los sicarios’, ‘Gerontophilia’ o ‘Dioses y monstruos’ y “La jaula de las locas” revelan esa mirada prejuiciosa, que suele ser la que concentra más comentarios adversos o teñidos de ignorancia.
Dentro de este contexto, una película como “Suk Suk”, tercer largometraje del hongkonés Ray Yeung, es recibida como pieza esencial, aun cuando no alcance la maestría absoluta en su concepto, pero sí se presenta como una de las mejores películas que aborda el enamoramiento entre dos ancianos en una sociedad tan poco proclive a aceptarla como es la china.
Presentada en la sección Panorama de la 70ª edición del Festival de Berlín, el cineasta Ray Yeung aborda en su filme temas tan sensibles como el respeto, la tolerancia y la comprensión de una realidad que, por lo desconocida, sigue invisible pese a que abarca una cantidad no despreciable de personas que sobreviven una condición no asumida en toda su plenitud.
“Suk Suk” es la historia de un amor otoñal, que va naciendo producto de la necesidad de escapar de la monotonía y enclaustramiento que significa ser homosexual en la ancianidad, sin poder expresarlo ni menos vivirlo con la libertad que se requiere. Es, por tanto, una realidad que incomoda al colectivo LGBTIQ+ toda vez que no se expone con la naturalidad y verdad que se merece.
El filme también homenajea a los pioneros que sacaron su voz para luchar por derechos inalienables en una sociedad intolerante como la china, sobre todo cuando la mayoría ni siquiera los cotizaba.
Y revela con crudeza cómo el no salir del clóset se ha transformado en un hecho cotidiano, en un peso que se carga, ocultos en gran medida en el confort de un matrimonio sin amor, donde los hijos y los nietos jamás se enteran del dolor y la frustración que sobrelleva el padre y abuelo, aparentemente feliz con la casa, la familia y un buen trabajo.
El protagonista es un taxista que debió jubilarse hace rato, pero no lo hace, aferrándose a una actividad que le permite salir de casa, con todo lo que ello implica. Un día, tras un incidente menor en un baño público, conoce a un anciano que descansa en un parque. Hay una relación asordinada, antes hubo algo y ese reencuentro hace que resurja una pasión oculta por décadas. Y el taxista de 70 años llamado Pak se encuentra en un parque con Hoi, de 65, un padre soltero jubilado. Los mundos de ambos colisionan: Pak vive con su mujer y su hija y todo parece normal y tranquilo mientras que Hoi, después de su divorcio, vive con su devoto hijo cristiano. Tras el encuentro ya nada será igual.
Con instantes desgarradores, el realizador Yeung ofrece una historia de amor concreta y realista, donde el contexto social y familiar son indispensables para entender el porqué de sus comportamientos ante una situación que, acaso, podría ser la última posibilidad para ser auténticos y plenos.
El mayor valor de “Suk Suk” radica en su naturalidad, aquí no están los muchachos rebosantes de testosterona ni modelos de músculos perfectos, solo hay ancianos que van a un sauna y en ese lugar intentan recuperar años perdidos de piel y contacto. Es, claro, un mundo clandestino, donde predominan los encuentros ocasionales y donde los códigos son el silencio y la mirada furtiva, todo ello provocado por una sociedad que apenas alcanza a dimensionar la necesidad de estos ancianos por estar en sintonía con sus deseos y sus necesidades.
Se agradece que este tema, a priori molesto, sea tratado con sutileza y elegancia. Al director le basta un plano de la esposa de Pak mirándolo con cuidado, para comprender cómo los cánones sociales son más fuertes que los lazos del afecto y la comprensión. Una secuencia notable -los viejos defendiendo públicamente su derecho a tener un asilo para gay donde pasar sus días finales con dignidad- es apenas necesaria para que los espectadores dimensionen el dolor y las constantes humillaciones que ellos debieron pasar para llegar a ese momento.
El director es un gay abiertamente declarado, que lucha desde siempre por los derechos del colectivo LGBTIQ+ y cuya obra previa da cuenta de estas preocupaciones, por lo que este filme es consecuencia de un proceso de madurez y de pleno conocimiento de la realidad que muestra.
Meritorio resulta el nivel actoral de sus protagonistas, quienes gracias a su calidez, finura y estudio de detalles entregan un exquisito trabajo interpretativo: sus miradas iniciales, el temor al contacto, el beso que se esquiva son, desde luego, fragmentos preciosos de un filme honesto y que merece un visionado sereno.
Que este filme aparezca en la cartelera de Netflix es un mérito, un regalo para los espectadores atentos a la hora de encontrar películas que den cuenta del desarrollo que ha alcanzado el cine de temática LGBTIQ+, considerando apuestas creativas recientes como ‘El amor es extraño’ de Ira Sachs o la cinta taiwanesa ‘Llevo grabado tu nombre’, cuyos argumentos son elaborados desde el respeto y la empatía y que ante todo quiere exponer una realidad que está frente a nuestros ojos pero que, por cobardía o comodidad a veces, no la vemos.
Título original: Suk Suk. Año: 2019. Duración: 91 min. País: Hong Kong. Dirección y guion: Ray Yeung. Música: Verónica Lee. Fotografía: Leung Ming-Kai. Reparto: Tai Bo, Ben Yuen, Patra Au Ga Man, Lo Chun-Yip, Kong To, Lam Yiu-Sing, Hiu Yee Wong, Yixin Hu, Lau Ting Kwan, Wai-Keung Chu. Productora: New Voice Film Productions. Disponible en la plataforma de Netflix.
@VictorBorquez
Periodista, escritor y Doctor en Proyectos de Comunicación