sábado 23, noviembre, 2024

Sonia Salum, un sol que alumbró escenarios y una luz para el resplandor cultural en La Laguna

 

(Del serial: Laguneros que hicieron nuestra historia cultural, teatral y cinematográfica)

Raúl Adalid Sainz

Allá por el año 1979 fui invitado al querido «Teatro Mayrán» (hoy Garibay), por mi maestro amigo y gran escritor gomezpalatino, Francisco Amparán, QEPD. La cita era para ver una obra de teatro llamada «Luz de Gas», dirigida por el subyugante Rogelio Luévano. Ahí aparecía una bella y carismática actriz llamada, Sonia Salum. Esa obra cambió mi ruta, mi destino, sentí el deseo irrefrenable de estar en el escenario. 

 

Aún recuerdo a Sonia, enmarcada en luz tenue de gas interpretando a la «Señora Maninham». ¡Qué noche más bella caray! La siguiente vez que la vi, fue en ese entrañable Mayrán, interpretando el personaje de «Paz» en la encantadora obra mexicana-costumbrista, «El Medio Pelo», de Antonio González Caballero y dirigida por el querido Doctor Alfonso Garibay.

Aún la veo en negro vestido, quedando en su soledad final, tejiendo, y diciendo que ella nunca había necesitado de nadie. Era un Torreón romántico, el público lagunero llenaba ese recinto construido para los sueños teatrales locales.

Ya viviendo yo en México, vi a Sonia en el ‘Teatro Antonio Caso», de la Unidad Tlatelolco; venía con la «Compañía Estable de Teatro de Coahuila», con la obra «Casa de Muñecas», de Ibsen y dirección de Nancy Cárdenas. Sonia interpretó con fuerza y gracia liberatoria a aquella primera voz libertaria llamada «Nora». Personaje clave femenino de la literatura dramática. 

Aún la veo con súbitos gráciles caireles siendo el pajarillo consentido de su esposo «Torvald», interpretado estupendamente por el actor saltillense Chuy Valdés, Qepd. 

Después en un viaje de vacaciones a la comarca vi el rescate del «Teatro Isauro Martínez», aquel teatro convertido en cine de tercera. Luego sufriendo el abandono. A punto estuvo de desaparecer. Crimen imperdonable de haberse perpetuado. La directora y creadora de un patronato para su rescate era Sonia.

Cada vez que yo iba a Torreón había una sorpresa cultural: Pepe Méndez, QEPD, nuestro pintor lagunero, fue invitado por Sonia (directora del Teatro Martínez en 1982) a restaurar los murales del pintor valenciano Tarazona del querido teatro. 

En años siguientes, Rogelio Luévano y Nora Manneck, fueron contratados para instaurar una compañía estable de teatro, su sede sería el «Teatro Isauro Martínez». Otro buen logro fue el gran tea-tráiler, un espacio rodante para llevar teatro, y diversas manifestaciones artísticas por las colonias y poblados laguneros. 

Sonia vio en el teatro que siempre hizo, una voz para la sociedad, un vehículo formativo del espíritu, un espejo donde reflejar las inquietudes del vivir humano de todos los tiempos. Grandes espectáculos de toda índole llegaron al Isauro. Conciertos varios, recuerdo la presencia de Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Pablo Milanés y Amaury Pérez. 

Una gran noche de un grupo andaluz en folclore de cante jondo y flamenco, y qué decir de la célebre «Antología de la Zarzuela». Muchas obras de teatro nacionales y extranjeras. 

Así fue como conocí a Sonia personalmente. Iba yo a Torreón con Gonzalo Vega y Gerardo Moscoso, ambos en el descanso eterno, con la obra teatral «Don Juan Tenorio», de Zorrilla. Dos días de funciones dobles maravillosas en el querido «Teatro Isauro Martínez». Una de ese par de noches vividas, Sonia nos invitó a su casa a departir después de una de esas funciones. 

En cuanto al teatro local, este fulguró en un auge espléndido a nivel local y nacional. Sonia era la directora del «Teatro Martínez» y del «Instituto Municipal de Cultura», Rogelio Luévano y Nora Manneck, directores de la «Compañía Estable del Teatro Martínez», encontraron en Sonia un respaldo enorme. 

Yo vi algunas de esas obras, y supe de otros montajes interesantísimos en búsqueda de un lenguaje, y de un estilo teatral. La formación de actores, por parte de Nora y Rogelio, se veía reflejado en el buen desempeño interpretativo de las representaciones. Obras como: «El Gesticulador», «Historia de Vasco», «De la Calle», «Yerma», «Espera en la Oscuridad», «Las Elegías del Duino», «Homenaje a Salvador Novo» y muchas más, fueron caminos que marcaron sendas, rutas para hacer un mejor teatro, fue un momento histórico de inolvidable trabajo teatral en Torreón. 

Sonia apoyó también a otro gran director lagunero en su desarrollo escénico, al entrañable Jorge Méndez. Tuve el gusto personal de participar en un montaje de Jorge muy querido para mí, «Pareja Abierta», de Darío Fo. Sonia Salum prestó el anexo del Teatro Martínez para llevar a cabo la temporada.

Muchas exposiciones de pintura y fotografía se llevaban a cabo en el foyer del teatro. Apoyó a escritores, talentos laguneros que encontraron en su gestión un gran respaldo. Recuerdo a Saúl Rosales, Gilberto Prado Galán, Marco Antonio Jiménez, Toño Jáquez Qepd, Francisco Amparán Qepd. 

Torreón vivió un auge cultural sin igual. Era una feria colorida de inquietud, de sed de ser. En la vida de los pueblos siempre se necesitará que surja una estrella dispuesta a ser luz monumental de universos que se alumbren; en ese sentido, Sonia Salum, fue una bella galaxia lagunera. 

Ojalá surgieran muchas más «Sonias» para el bien educativo sensible de este país. Mi amigo actor, Jorge de los Reyes, quien colaboró con Sonia en el Teatro Martínez, me recordó en pasados días algo importantísimo del camino que dejó huellas fugitivas de Sonia en La Laguna: La celebración anual del «Festival de las Etnias». 

Poco significa este escrito para la enorme labor educativa y cultural que dejó esta gran lagunera para su región. Nos regaló además, de su vientre amoroso, al inmenso torero lagunero Valente Arellano, que en gloria está. Yo me confieso un admirador de Sonia, a quien además quiero mucho. Siempre su respaldo, siempre una palabra de aliento. Gracias Sonia por tu ser.

 

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

 

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