lunes 31, marzo, 2025

¿Son ranchos de exterminio o campos de adiestramiento?

Jesús M. Moreno Mejía

Padecemos un estigma criminal que nos rebasa.

Vox populi.

            Nuevamente el país se ha estremecido al enterarse de la existencia de un lugar de exterminio en Teuchitlán, Jalisco, donde jóvenes reclutados con engaños al pretender obtener un trabajo bien remunerado, eran obligados y adiestrados como sicarios del crimen organizado y en particular para el Cártel Jalisco Nueva Generación.

El caso ya se ha politizado, pues mientras el gobierno federal y estatal de Jalisco, sostienen que el Rancho Izaguirre no era un campo de exterminio sino un centro de adiestramiento criminal, según lo dicho por Omar García Harfuch, Secretario de Seguridad Pública Federal; voceros de la oposición  insisten en que ahí eran incineradas personas secuestradas en diferentes lugares de Jalisco y otros estados aledaños.

En todo caso es una inútil discusión semántica, pues tal como lo exhibe el conocido monero, “Monsi” (Armando Monsiváis), en uno de sus cartones muestra caricaturizado al Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, con dos calaveras en sus manos, una de ellas con la leyenda: Campo de adiestramiento y asesinatos, y en la otra se lee: Campo de exterminio. Indicando con ello que lo mismo da que el lugar sea una cosa u otra, sin dejar de considerar sea un sitio a todas luces reprobable.

Desde que apareció en los medios la existencia del Rancho Izaguirre en el mencionado municipio de Jalisco, por denuncia pública del colectivo “Guerreros Buscadores”, al encontrar fosas con restos humanos y algunas prendas de vestir abandonadas, empezó el manoteo político por parte de autoridades estatales y federales, pues el sitio ya había sido detectado anteriormente por elementos judiciales, pero oculto a la opinión pública.

El nuevo gobernador de Jalisco, Jesús Pablo Lemus Navarro, quien inició funciones el pasado mes de diciembre; el fiscal general del estado, Eduardo Almaguer Ramírez, quien fuera ratificado en el puesto por la legislatura jalisciense, sabían del Rancho Izaguirre y lo que allí había, al igual que el ex gobernador, pero todos hicieron caso omiso de lo encontrado en ese lugar.

Y es que el ex gobernador, Alfaro Ramírez, siempre tuvo en sus manos una “papa caliente”, dado el increíble número de desaparecidos en Jalisco, entre otros múltiples problemas que siempre negó y eludió enfrentar, motivo  por el cual la ciudadanía consideraba que se fue “dejando a Jalisco en llamas”, dado que la población vivía en un constante ambiente de frustración gubernamental, que corroe el tejido social y las instituciones de esa entidad.

El caso es que el Rancho Izaguirre se ha vuelto de una confrontación política, pues tanto el gobernador Lemus como Alfaro pertenecen al partido “Movimiento Ciudadano”, pero también el Fiscal ratificado, pretenden eludir su culpa y dejar todo en manos de la Fiscalía General de la República, lo que por muchos tiempo ocultaron de lo sucedido en Teuchitlán.

La situación imperante en nuestro país y los señalamientos de Estados Unidos de América en materia de narcotráfico de drogas, especialmente hoy del fentanilo, les debería interesar a ambas naciones e ir más allá del gastado discurso de culparse entre ellos, trabajando conjuntamente para bloquear el tráfico y el consumo de estupefacientes y drogas sintéticas, dejando a un lado toda discusión política.

Por lo que respecta a las autoridades federales, poco sirve negar que el Rancho Izaguirre hubiera sido un campo de exterminio o no, por el simple hecho de utilizar dicha connotación semántica, sino proceder al resguardo de  ese lugar, como lo ha hecho ya la Fiscalía General de la República, y ahondar las investigaciones, máxime que dispone de las declaraciones de José Gregorio Lastra Hermida, del Cártel Jalisco Nueva Generación, aprehendido en agosto del año pasado, junto con una mujer.

En Jalisco existen miles de personas desaparecidas y uno de ellos era precisamente José Gregorio, apodado «El Lastra», quien dijo haberse unido al Cártel antes mencionado, con la finalidad de reclutar jóvenes para luego ser adiestrados en el manejo de armas y tácticas propias de los sicarios, confesando que el “Rancho Izaguirre” era uno de esos sitios, donde también fueron asesinados aquellos jóvenes que se negaban a cooperar o intentaban huir.

El caso de Teuchitlán, así como de otros lugares, llámense como se les quiera llamar (Adiestramiento o Exterminio), ya está en curso y ahora habrá que estar pendientes de saber el desarrollo de las investigaciones que en tal  caso corresponde.

¿Y usted, amable lector, qué opinión le merece lo aquí expresado? Pues seguramente tendrá una mejor opinión.

¡Hasta la próxima!

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