viernes 22, noviembre, 2024

Siempre había querido ver la serie ‘Breaking Bad’, la carta de Anthony Hopkins a Brian Cranston, me llevó a ella

Raúl Adalid Sainz

Mucho había escuchado acerca del afamado serial «Breaking Bad». En pasados días terminé de ver una de las series más extraordinarias que he vivido. De no existir, «La Corona», «Better call Saul» (precuela de Breaking Bad) «Peaky Blinders», «House of Cards», «Vikingos», «Juego de Tronos», o muchas de las grandes series españolas o argentinas, diría que «Breaking Bad», es lo mejor que he visto en seriales. Pensamiento más que subjetivo. En México, hay series señalables, como buenos ejemplos de esmerado trabajo. Ahí están: «El Encanto del Águila», «María Félix», «Historia de un crímen: Colosio», «Monarca», primera parte, «Tijuana», «El Asesino del Olvido», «Toda la Sangre», «Un Extraño Enemigo», primera y segunda parte, y algunas más.

Pero «Breaking Bad», es una oda soberbia a las buenas actuaciones, a una impecable realización. Es una obra de orfebrería grandiosa en guion. Todo está perfectamente construido en lógica y verosimilitud. Un serial que va narrando con maestría la descomposición humana. Los valores que se corrompen por la necesidad de ser alguien en base al dinero. Un cuadro de actores que son una lección en el arte interpretativo. Qué aprendizaje es vivir este viaje a las entrañas del infierno humano. Un periplo recordante de las terribles tragedias Shakespearianas, (Macbeth, Tito Andrónico). Dejo al final la carta que el gran actor Anthony Hopkins mandó a Brian Cranston, protagonista de «Breaking Bad». Esta carta me llevó a ver por fin este clásico norteamericano. Es una misiva de un gran actor, a otro gran intérprete. Que generosidad del gran Hopkins:

«Estimado señor Cranston:

Como quería escribirle este correo, me puse en contacto con Jeremy Barber, ya que ambos somos representados por UTA (United Talent Agency). Una gran agencia.

Acabo de terminar una maratón de BREAKING BAD -desde el episodio uno de las primeras temporadas, hasta los últimos ocho episodios de la sexta (Nota: en realidad son cinco temporadas, se trata de un error de Hopkins). Descargué la última temporada de Amazon. Fueron en total dos semanas de visión adictiva.

Nunca había visto algo así. ¡Brillante!

Su performance como Walter White fue la mejor actuación que vi en toda mi vida.

Sé que hay mucho humo y basura enfermante en el negocio, y un poco he perdido la esperanza en todo.

Pero este trabajo suyo es espectacular, absolutamente deslumbrante. Lo extraordinario es el poder puro de cada uno en toda la producción. ¿Cuánto fueron?, ¿cinco o seis años de trabajo? Cómo los productores -siendo usted uno de ellos-, los escritores, los directores, los camarógrafos… cada departamento, lograron mantener la disciplina y el control desde el comienzo hasta el final, fue -esa palabra tan gastada- formidable.

Lo que comenzó como una comedia negra descendió a un laberinto de sangre, destrucción e infierno. Fue como una gran tragedia jacobina, shakesperiana o griega.

Si alguna vez tiene la posibilidad, ¿podría por favor hacerle llegar mi admiración a todos -Anna Gunn, Dean Norris, Aaron Paul, Betsy Brandt, R.J. Mitte, Bob Odenkirk, Jonathan Banks, Steven Michael Quezada? Todos, todos dieron clases maestras de actuación. La lista no tiene fin.

Gracias. Esa clase de trabajo artístico es exótico y cuando, una vez cada tanto, ocurre, como en este trabajo épico, restablece la confianza.

Usted y todos en el elenco son los mejores actores que he visto en mi vida.

Eso puede sonar como puro humo. Pero no lo es. Es casi medianoche en Malibú, y me siento compelido a escribir este correo.

Felicitaciones y mi respeto más profundo. Usted es verdaderamente un gran, gran actor. Saludos cordiales,

Tony Hopkins».

Nota: Este escrito fue hecho hace un año. Lo traigo a cuento porque la generosidad, el reconocimiento al trabajo del compañero, cuando es digno de alabar, es una de las manifestaciones más hermosas que existen. Sobre todo en una civilización contemporánea donde la mezquindad y el egoísmo nos están arrojando al precipicio del vacío. Al enfermo capricho del ego.

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