(De mi libro «Historias de Actores», te comparto este fragmento de vida)
Raúl Adalid Sainz
Farnesio de Bernal, un actor que da sumo agrado el verlo. Simboliza el teatro. Al actor que lo ama. A las facultades motrices para ejercerlo. Disciplina, movimiento escénico excelente, capacidad de inmersión emocional, voz, dicción, expresión corporal, relajación, memoria en plenas facultades.
Ayer tuve el gusto de ver su gran interpretación del viejo criado, «Firs», en «El Jardín de los Cerezos», de Chejov, dirigida por Luis de Tavira.
Farnesio hace la recreación de un viejo lleno de matices: En el torpe andar, en su despojo de vida para darse a sus amos, en ser una metáfora de una sociedad que muere en la vieja Rusia. Maravilloso «Far», como sus amigos le decimos. Es además un bailarín de carrera en danza contemporánea.
Coreógrafo. Creador de la célebre pieza dancística mexicana: «Los Gallos». Actor de cine. En particular lo recuerdo con aquel simpático ratero tierno en la película, «Matinée», de Jaime Humberto Hermosillo. En su impostor cómico patético, en aquella ópera prima de Jaime Humberto Hermosillo llamada, » La Verdadera Vocación de Magdalena».
En aquel desvergonzado cínico y vago amigo de López Rojas (Benjamín), en la ópera prima de Carlos Carrera: «La Mujer de Benjamín». Un extraordinario compañero de trabajo. Respetuoso, cariñoso, de enorme bonhomía, de esos que dan el consejo si uno lo pide. Su sentido del humor inigualable.
«Que dios nos coja confesados Far», le dije una vez con una obra que no acababa de cuajar, él me contestó con una pícara sonrisa: «pues de que nos va a coger nos va a coger, no sé si confesados».
Un día recuerdo que nos fuimos a la sede de «La Casa del Teatro», dirigida por Luis De Tavira, situada en aquel entonces en San Cayetano, Estado de México. El director escénico José Caballero nos ayudaría en la dirección de una obra teatral que preparábamos un grupo de actores junto a Farnesio de Bernal.
Fui compañero de asiento de autobús de «Far», y me contaba unas cosas maravillosas de su amor al teatro cuando era niño. Me contaba que, en Zamora, Michoacán, lugar de donde es oriundo, jugaba con un teatrito de títeres, y que les hacía funciones a sus familiares y a la gente vecina de la cuadra donde estaba su casa. Inmediatamente pensé en el poeta y dramaturgo andaluz, Federico García Lorca, y su amor al teatro cuando era infante.
Así relatan las biografías, sus primeros acercamientos al teatro, por medio de los títeres. El llamado teatro guiñol. Asocié a este gran actor con el grandísimo Federico. Quizá por algo que los acerca: Su pasión y amor enorme por el teatro. Por la entrega de ser, viviendo la vida.
Conocí a Farnesio en una obra llamada «La Controversia de Valladolid», de Jean Claude Carriere, dirigida por Rosa Marta Fernández. Misma que fue un éxito en la Ciudad de México y en San José de Costa Rica. Farnesio era un cardenal representante del Papa.
Como anécdota curiosa, recuerdo una función en el Teatro Vizcaínas. El cardenal Farnesio iba a dar su veredicto final en el juicio de controversia, acerca de si los indios de la Nueva España tenían alma o no, en ese momento pasó el vendedor de los famosos «tamales oaxaqueños», con su grabación a todo volumen: «Lleve sus ricos tamales oaxaqueños, tamales calientitos». Toda la función se vino a pique. Farnesio continuó sereno. El público reía, su aplomo hizo que saliéramos con dignidad de semejante surrealismo y humor involuntario. ¡Cómo nos reíamos después! Incluso el mismo Far.
Farnesio, un gran señor, un privilegio para cualquier ser humano conocerlo y un ejemplo a seguir en todos los sentidos. Si hablamos de teatro, de actores que lo simbolizan, entonces hay que pronunciar el nombre de: FARNESIO DE BERNAL. Así con mayúsculas.
El último trabajo que vi de Farnesio en el teatro fue en la obra, «Ilusiones», del dramaturgo ruso Iván Viripaiev, dirigida por Mauricio García Lozano. Año 2015 en el Teatro Xola. Farnesio estaba espléndido. Un grupo de cuatro octogenarios reviviendo sus vidas, sus pasiones, y sus amores callados. Aún recuerdo la célebre recreación del personaje interpretado por Farnesio bajo los efectos de la marihuana. Momento sublime y divertido de la obra. Dios me permita un día volver a trabajar con él. Un actor que para mí es una inspiración y un respeto por su entrega sin medida a su ser de actor. Una ruta vital a emular.
Nota: Farnesio de Bernal es actor emérito de la «Compañía Nacional de Teatro». La foto corresponde al día que la Compañía Nacional de Teatro le rindió un merecidísimo homenaje en el año 2014.
El día 16 de abril de 2020 Farnesio fue homenajeado con un programa televisivo bellísimo dedicado a su vida y su trayectoria artística: «La Memoria es un Músculo», dirigido con gran sensibilidad investigativa por Carolina Kerlow. Ojalá volviera a transmitirse para que las nuevas generaciones de actores supieran de la importancia y pasión de esta clase de artistas como el gran Farnesio.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan