Federico Berrueto
La política se mueve en distintos planos. El círculo de los informados o interesados suele estar un tanto alejado de los demás. En muchos casos el ruido y lo visible para algunos se cree que también está presente para todos. La política parte de muchas ficciones, una de ellas es creer que todos son iguales que uno; una de las habilidades de quien ahora despacha como presidente de la República y actúa como jefe de campaña es su capacidad para entender que para conectar con los más requiere persistencia y perseverancia, que lo que ven y sienten algunos, no llega a todos.
El presidente festeja que el fenómeno mediático que ha representado la irrupción de Xóchitl Gálvez como aspirante a la presidencia por el Frente Amplio por México no haya impactado ampliamente. Seguramente tiene información de que hoy en día muchos no saben o no conocen a quien para los opositores decididos es una revelación política. Eso es cierto, pero también que el entusiasmo y el impacto en un sector de la población irá creciendo en los demás, para eso es la campaña. La realidad es que en los careos persiste la ventaja de los principales aspirantes oficialistas sobre los de la oposición, aunque es cuestión de tiempo para que la situación cambie.
El ruido que unos escuchan no alcanza a muchos otros. Por esta razón el presidente pretende “editorializar” la irrupción de la senadora y aspirante. Se trata de adjetivar y fijar significado; se queja de los medios, incluso ha llegado al exceso de reclamar a los concesionados por dar cabida a voces críticas de su gobierno. La realidad es que la propaganda oficial circula sin restricción y sin posibilidad de auténtico escrutinio. El autoritarismo se alimenta y recrea con la ausencia del debate público.
Han sido un acierto los pasos iniciales de la oposición PAN, PRI PRD, al conceder a representantes ciudadanos la conducción del proceso para seleccionar candidato presidencial. En estricto sentido no es un método democrático ni ciudadanizado, pero es un avance significativo y con capacidad para la construcción de una candidatura legítima y, además, representativa de quienes aspiran a la alternancia en la presidencia. El camino es largo e incierto; lograr el objetivo llevará tiempo, y justo como entiende muy bien AMLO, persistencia y perseverancia.
Esto mismo puede decirse para Xóchitl, Beatriz, Santiago, Enrique o los demás. Apenas son los pasos iniciales y el ruido no debe confundirse con la sonoridad necesaria para que la propuesta que moviliza y se traduce en adhesiones y en votos alcance a los demás. La política no es de imágenes instantáneas, sino una larga secuencia. Las principales opciones ya tienen camino recorrido, pero todavía mayor esfuerzo se requiere para que los más sean convocados en el ánimo de una alternancia que aluda a la renovación y no a la restauración del pasado.
Cuatro temas ominosos están presentes en la disputa del poder. Primero, la validación generalizada de la ilegalidad. Actores, autoridades, medios y público interesado han concedido ante una flagrante violación a los tiempos y procesos legales para la selección de candidatos. La ilegal precampaña anticipada es avalada prácticamente por todos. Segundo, la parcialidad presidencial; con ello la del gobierno y de las autoridades locales afines, quienes se asumen como parte de una contienda de la que debieran mantenerse ajenos o, al menos, razonablemente distantes. Tercero, la ausencia de una autoridad electoral -administrativa y judicial- que ofrezca una conducción civilizada de la disputa por el poder; y, cuarto, la creciente presencia del crimen organizado en la captura de autoridades locales y municipales, alentada por la complicidad o connivencia de aquellas responsables.
Por ahora el ruido de la contienda anticipada aturde a algunos, pero no alcanza a muchos otros. Una disparidad que cambiará en el tiempo, especialmente cuando las principales fuerzas políticas en competencia definan a sus candidatos o candidatas con inédita anticipación, en septiembre. Aunque, el inicio formal del proceso electoral se aproxima, la contienda cobrará fuerza, como en las precampañas, al margen de los tiempos, de las normas y sin una autoridad para contender la ilegalidad, abuso y exceso.