Federico Berrueto
México será gobernado por una mujer. Su principal opositora fue mujer. Mujeres presiden la Corte, el Tribunal Electoral, las Cámaras del Congreso y el INE. En el próximo gabinete y el Congreso habrá paridad de género. No hay precedente en el número de gobernadoras y alcaldesas en el país. Aunque positivo el cambio, no se observa lo mismo en el sector privado y qué no decir de la base social: desigualdad, violencia y marginación. Para muchas mujeres no ha cambiado la vida. Los feminicidios, el abuso sexual o la violencia intrafamiliar es cruel recordatorio del largo camino todavía por recorrer. Es evidente que las mujeres en la política han tenido mejor suerte que las demás.
La historia de Donald Trump y su campaña para regresar a la presidencia pareciera que en el país más poderoso del mundo no importa estar gobernado por un delincuente, además de impresentable misógino, de una conducta indefendible. Cuestión de escrúpulos, no de principios. Arrogancia sin límites, mentiroso y ventajoso. Calificar como imbécil a su adversario presidente es una bajeza mayor. Hasta hace semanas su camino a la presidencia parecía incontenible.
Con la candidatura de Kamala Harris el cuadro ha cambiado. Aunque el pronóstico del resultado todavía favorece al expresidente, cada día que pasa pierde terreno y lo más trascendente, los sondeos muestran que la vicepresidenta Harris es más competitiva que Joe Biden. Estudios recientes indican un virtual empate y una muy ligera ventaja de la demócrata, incluso empate en estados clave para la mayoría en el colegio electoral.
La candidata Harris escogió al gobernador de Minnesota Tim Walz como compañero de fórmula. Un exmilitar, orgulloso profesor casado con una profesora. Los cambios legislativos promovidos por Walz ponen en claro la postura progresista de la candidata: comida escolar universal, legalización de la marihuana, protecciones para el aborto y medidas de control de armas, no discriminación por preferencia sexual. Llama la atención que Harris no haya optado por un prospecto de equilibrio como pudiera ser el gobernador de Pennsylvania, Josh Shapiro. Harris arriesga con la certeza de que la agenda liberal es la mejor respuesta al populismo conservador de Trump/Vance.
Desde el campo contrario han dejado correr la idea que es una situación temporal, luna de miel y que pronto Trump recuperará ventaja. No es claro que así suceda. Los errores cometidos son costosos y algunos irreversibles. El candidato a vicepresidente J. D. Vance no ha sido acertado en sus ataques a Harris. Lo mismo Donald Trump, quien ha traído al centro de manera desafortunada el tema racial, lo que incrementa el apoyo de los votantes negros e hispanos en torno a Harris.
Pero no sólo son los errores de los republicanos, también la candidata demócrata ha tenido la capacidad, hasta el momento, de dejar de lado lo que parecieran ser sus mayores debilidades, especialmente, su supuesto fracaso en el manejo de la política migratoria, por cierto, el tema de preocupación que mayor peso le dan los votantes. La baja aprobación del gobierno en materia económica también es un factor adverso.
En las mujeres está la mayor fortaleza de Harris. De acuerdo con el sondeo más reciente Survey USA, del 2 al 5 de julio, le da una ventaja de 3 puntos. Entre las afroamericanas la ventaja sobre Trump es de 74%, mientras que en los hombres del mismo grupo es de 29%. En el segmento latino es de 46% en las mujeres y en los varones 5%. Entre asiáticos, en las mujeres la ventaja es de 30% y los hombres prefieren a Trump en 8%. En las mujeres blancas Trump gana por 2% y en los hombres 25%.
En Harris se aprecia alegría, claridad y firmeza; pero no es su raza o género el factor de fortaleza, especialmente ante un electorado mayoritariamente blanco y en un momento conservador de la sociedad por su visión negativa respecto al rumbo del país y los resultados de Joe Biden. La vicepresidenta ha podido reivindicar una de las demandas más sentidas por las mujeres que es la decisión sobre su cuerpo y la de revertir el logro de Trump y de la Suprema Corte de remitir a los estados, no a la legislación federal, el derecho a decidir en libertad sobre su salud reproductiva.
De continuar así, las mujeres decidirían que el país más poderoso del mundo sea gobernado por primera vez por una mujer. Lo revelador es que ocurre a partir de una agenda progresista y en beneficio de las mujeres.