Raúl Adalid Sainz
Siempre desde niño me emocionaba el misterio hermoso de la Navidad. En realidad, la chispa provenía que esa noche llegarían a mi casa los «Reyes Magos», llenos de regalos para mí. Poco en realidad pensaba en el nacimiento del niño Jesús. Las cosas, el tiempo va cambiando los sentires.
Hoy, 24 de diciembre del 2021, tengo sentimientos de declive y de aferrarme a la esperanza. Las cosas no han rodado como uno las quisiera. Desde esa pobreza quiero acercarme a la Navidad, a la posibilidad de mi nacimiento. En la humildad de mi pesebre interior, como un niño encuerado de Belén, invoco a mi fe para despertar lo mejor de mi esencia.
En busca de mi paz interior, mi perdón y mi felicidad. Invoco nuevamente a mis amigos los «Reyes Magos», para que con su ejemplo me traigan de regalo su fe. Ellos, perdidos en el desierto, extraviaron el radar de la estrella que los llevaría a Belén; el sitio señalado del nacimiento del redentor. Hoy a mis tres amigos, les pido de regalo, sólo eso, el restablecimiento de mi ser en la afirmación.
Que la estrella los haga llegar a mi niño interior. Esta reflexión la escribo desde la vivencia sincera. Quiero compartirla como un espejo para quienes buscan el sosiego interior, y el restablecimiento urgente de su creencia que vale la pena vivir.
Que el perdón, tan necesario y sanador, llegué como luz urgente a nuestros corazones. Que el alivio, de que ya no estén nuestros seres queridos, venga a nosotros como fuerza en su recuerdo. Que el trabajo y nuestros sueños se cristalicen nuevamente. Que sepamos ver el amor que sí tenemos. Que el ego, que nos ciega, sepa reconocerse. Que las emociones oscuras sean dominadas con nuestro pensamiento. Que el arrebato sea vencido por la luz de nuestra inteligencia que observa al caballo cuando quiere desbocarse.
A mis amigos de esta red, a quienes conozco personalmente, a aquellos que por años no he visto, a mis compañeros de los tiempos, a los colegas de los escenarios y los sets, a los seres maravillosos que me leen por esta red, desde hace años, a todos los contactos de esta realidad virtual, y que a muchos no conozco, les deseo un feliz reencuentro con su nacimiento, con su Navidad.
Ahí está la esencia de todo. La clave de este teatro maravilloso llamado vida. Nos queda mucho por hacer. Que hoy nuestro niño grite contento porque ya nació. Se los deseo de todo corazón.
«Señor, introdúceme en lo más profundo de las entrañas de tu corazón»: Pierre Teilhard de Chardan.
PD: Y porque también se vale, tómense un buen roncito, y si se vuelcan en el karaoke, dedíquenme una buena canción de José José.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan