Transporte ‘gratuito’ para Saltillo: algunos apuntes
’No existe tal cosa como un desayuno gratis’, es una expresión a recordar, para evitar confusiones, cuando se nos presenta un proyecto gubernamental en el cual se plantea la creación de un ‘servicio gratuito’
Carlos Arredondo Sibaja
Digámoslo pronto: el alcalde Javier Díaz reveló en la semana una de las decisiones más audaces tomada por una administración municipal en mucho tiempo: Saltillo contará, en el segundo semestre de este año, con dos rutas de transporte público… sin costo para los usuarios.
No solo eso: las citadas rutas, cuyo trayecto será, la primera de norte a sur, y la segunda de oriente a poniente, han sido concebidas para convertirse en la columna vertebral del sistema, el cual será reorganizado por completo con un objetivo puntual: reducir el tiempo de traslado de los usuarios, así como el costo individual del servicio.
Para ello, el resto de las rutas existentes -por las cuales sí deberá pagarse- serán convertidas en “rutas cortas” cuyo objetivo será alimentar las troncales, en las cuales una porción importante de los usuarios realizará la parte más larga de sus trayectos.
Uno de los objetivos gruesos de la estrategia es colocar el servicio al alcance de cualquier persona y eso significa contar con una estación de abordaje y descenso a no más de 10 minutos, a pie, de su lugar de residencia.
Conviene decirlo: quienes tengan la suerte de vivir y trabajar en puntos a los cuales pueda accederse utilizando únicamente las rutas troncales pasarán a vivir una realidad impensada, pues podrán desplazarse gratuitamente por la mancha urbana.
Pero dejemos para otra ocasión ese análisis y concentrémonos en lo importante: la “gratuidad” de las líneas troncales. ¿Cuál es la razón de las comillas en la palabra gratuidad? La respuesta es simple: una cosa es no tener la obligación de cubrir una cuota cuando uno utiliza un servicio y otra muy distinta es concebirlo como uno sin costo.
Nadie se confunda: las líneas troncales van a costar y, sospecho (porque la administración municipal no nos ha proporcionado datos al respecto), su costo no será pequeño. Las vamos a pagar todos, pues su operación será subsidiada con recursos públicos.
Nadie se confunda tampoco: la intención de esta colaboración no es criticar la decisión o señalar la existencia de un equívoco en ella. Enfatizar la necesidad de un subsidio público para la operación de las rutas anunciadas tiene el propósito de convocar al cobro de conciencia en torno al hecho, por una razón puntual, aunque no necesariamente obvia: para financiar este proyecto la administración municipal de Saltillo deberá “quitarle” presupuesto a otras cosas… o establecer un impuesto para recaudar los recursos necesarios.
¿Vale la pena hacer eso? ¡Absolutamente sí!
Convendría, sin embargo, hacer explícitos -cuanto antes- los números, informarle a la comunidad el costo del proyecto y el origen de los recursos con los cuales se pagará. Dejar de hacerlo entraña un riesgo importante: alentar la idea sobre la posible existencia de un sistema de transporte por el cual nadie deba pagar nunca.
Y el riesgo es más alto en la medida en la cual los actores políticos locales no se caracterizan, ni por su honestidad intelectual, ni por su responsabilidad en la conducción de los asuntos públicos.
Insisto: personalmente apoyo la idea y la celebro, pues si en un argumento he insistido largamente en este espacio, así como en las charlas sostenidas con autoridades municipales y estatales, es en el relativo a la imposibilidad de construir un sistema de transporte público moderno, asequible, eficiente y digno sin inyección de dinero público.
Encuentro riesgoso, sin embargo, el abstenerse de señalar, con toda la claridad requerida, uno de los elementos centrales del proyecto anunciado: esto va a costar y no será una cantidad pequeña. Unidades, combustible, mantenimiento, salario y prestaciones de los choferes… eso no es barato, pero a cambio es muy valioso y por eso debe hacerse.
¡Feliz fin de semana!
@sibaja3
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