sábado 8, febrero, 2025

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CSP: combatir al crimen… sin mucho entusiasmo

La Presidenta de México dice conocer ‘muchas’ formas de combatir con eficacia a los grupos criminales mexicanos, antes de catalogarlos como terroristas. Por desgracia no pone sobre la mesa ninguna fórmula

Carlos Arredondo Sibaja

“Nosotros pensamos, y es la idea que se habla en este grupo: todos estamos combatiendo a los grupos de la delincuencia organizada, de eso no puede quedar duda, de que México, Estados Unidos, Canadá y cualquier país del mundo actúa contra la delincuencia organizada. Y nosotros tenemos un plan, una estrategia y estamos actuando contra la delincuencia organizada”.

Con la frase anterior, la presidenta Claudia Sheinbaum arrancó su respuesta, el martes pasado, a la pregunta realizada por el reportero del periódico El Financiero, Eduardo Ortega, quien le solicitó una postura respecto de la decisión de Estados Unidos y Canadá de designar a los grupos criminales mexicanos como organizaciones terroristas.

El señalamiento inicial suena bien en términos generales, aunque existan serias dudas sobre la intención de la autodenominada cuarta transformación de actuar contra la delincuencia organizada como lo afirma la Presidenta.

Sin embargo, Sheinbaum realizó enseguida una acotación con la cual parece dejar clara la verdadera posición del Gobierno de la República en relación con los delincuentes cuya actividad mantiene, literalmente, aterrorizadas amplias regiones del territorio nacional:

“Nosotros creemos que catalogarlos como ‘grupos terroristas’, no ayuda, por diversas razones que puede exponer el propio secretario de la Defensa, el secretario de Seguridad. No ayuda a la colaboración y al combate, pero además ¿qué va a pasar con las armadoras que arman a estos grupos? Pregunto, ¿no? O sea, definirse a un grupo criminal, que todos queremos combatir, o sea, ahí no debe quedar la menor duda”.

La frase debe ser bien leída: “…catalogarlos como ‘grupos terroristas’, no ayuda… a la colaboración y al combate (de los grupos criminales, se entiende)”.

Dicho de otra forma: si nuestros socios comerciales coinciden en catalogar como terroristas a las organizaciones criminales mexicanas, eso “estorba” a la necesaria colaboración entre los integrantes del bloque comercial más importante del mundo… “estorba” a la posibilidad de combatirles de manera eficaz…

Pero si esa ruta no es útil, si se considera inadecuada, ello debería derivar de un hecho concreto: nosotros -nuestro Gobierno- tiene una propuesta puntual para lograr mejores resultados. Y si eso es así, pues debería ponerla sobre la mesa para favorecer la colaboración en el combate a la criminalidad.

Lejos de tal posibilidad, la Presidenta se refugió enseguida en un conjunto de lugares comunes, en la vacuidad discursiva:

“Nosotros creemos que no ayuda el catálogo de “terrorista”, y que hay muchas otras formas de colaboración, de coordinación, en el marco de nuestras soberanías que podemos utilizar para ayudar a la crisis de fentanilo que tienen en Estados Unidos”.

¡Muy bien! Existen “muchas otras formas”… si son tantas, no debería costar ningún trabajo plantear al menos una. No debería ser difícil poner sobre la mesa un par de planteamientos y explicarlos de forma somera para probar la certeza del dicho.

Pero como eso no se hace, el discurso presidencial tan solo alimenta la sospecha, ampliamente compartida por la sociedad mexicana y colocada de forma explícita, sin margen para la interpretación, en un documento oficial de la Casa Blanca hace una semana: “las organizaciones mexicanas de narcotraficantes mantienen una alianza intolerable con el gobierno de México”.

La afirmación fue tachada por Sheinbaum de “calumnia”. Y quizá en su caso lo sea, pero desde diciembre de 2018 la evidencia en contrario no ha hecho sino acumularse de forma contundente… y en ese contexto, el discurso de la Presidenta suena a defensa de los criminales…

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3

carredondo@vanguardia.com.mx

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