sábado 1, febrero, 2025

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Donald Trump, los aranceles, China y Coahuila

La principal incógnita en la mente de casi cualquier persona, en las últimas dos semanas, ha sido si Donald Trump cumplirá su amenaza de imponer sanciones económicas a nuestro país en “represalia” por permitir el trasiego de fentanilo y la migración ilegal hacia los Estados Unidos

Carlos Arredondo Sibaja

He utilizado deliberadamente las expresiones “sanciones económicas” y “represalia” porque de eso se trata: del intento de utilizar un mecanismo económico para forzar a nuestro país a la adopción de medidas específicas. Y la razón por la cual Donald Trump se plantea tal cosa es muy clara: México -el gobierno de México- no solamente no se comporta como el neoyorkino desea sino algo peor: está actuando deliberadamente en contrario.

No importa, es indispensable tenerlo claro, si la lógica de Trump se compadece de los hechos o si sus afirmaciones son verdaderas o falsas. Lo importante es si tiene el poder para imponer las sanciones señaladas y, a través de estas, forzarnos a actuar conforme a sus deseos.

Y sí… sí puede.

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Y muy probablemente para cuando usted lea esto ya lo haya hecho, es decir, ya habrá definido el nivel de los aranceles y señalado los bienes de exportación mexicana a los cuales se aplicarán.

La pregunta obvia frente a tal realidad es: ¿cuál será -o puede ser, o debiera ser- la respuesta del Gobierno de México frente a la imposición de los aranceles extraordinarios a los bienes mexicas?

Básicamente hay dos respuestas:

La primera es la reciprocidad, es decir, imponer aranceles a los productos importados desde los Estados Unidos e intentar “empatar” con ello los marcadores. Esto ya ha ocurrido en el pasado, es importante recordarlo, pero no en un contexto como el actual.

La segunda respuesta posible es la rectificación, es decir, hacer una evaluación de las conductas reprochadas desde el vecino país del norte y dar vuelta en redondo en aspectos en los cuales, por acción o por omisión, no necesariamente hemos actuado como socios leales.

Uno de esos aspectos es la relación con China, un terreno en el cual quizá hemos ido demasiado lejos… o se ha permitido a individuos concretos ir demasiado lejos, lo cual no ha beneficiado al interés nacional y sí puede perjudicarlo de forma importante.

Algo debe señalarse de forma puntual en torno a este aspecto perturbador de la relación bilateral con Estados Unidos: China no es una democracia, sino una dictadura y por ello, los “tratos comerciales” realizados con dicho país, a través de sus emisarios, son fraguados en gran medida a partir de prácticas ilegales y mediante actos de corrupción.

Múltiples funcionarios públicos mexicanos y no pocos empresarios inescrupulosos han sido “seducidos” con viajes a todo lujo -con todos los gastos pagados-, así como con millonarios sobornos para convertirse en promotores y/o facilitadores de los negocios chinos en México.

No pocos de esos casos han ocurrido en Coahuila. Los gobiernos de Miguel Riquelme y Manolo Jiménez, sobre todo, han desplegado una agresiva estrategia de promoción para “atraer capitales chinos” lo cual implica, en estricto sentido, permitirle a la dictadura de Beijing instalar cabezas de playa en nuestro territorio, es decir, en el traspatio de Estados Unidos.

Esta actitud ha sido reiteradamente señalada en los últimos años por múltiples especialistas, quienes han advertido sobre el peligroso juego de México al abrirle las puertas, de par en par, a los intereses hegemónicos de China, pues tarde o temprano eso generaría una reacción en Estados Unidos.

Ese momento, según parece, ha llegado. Falta por ver el tamaño de la factura, pero a nadie debe quedarle duda de quiénes han sido los responsables.

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3

carredondo@vanguardia.com.mx

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