Manolo Jiménez: el segundo (primer) año del sexenio
Carlos Arredondo Sibaja
Los políticos mexicanos solamente se sienten cómodos gobernando ‘con su equipo’, con los suyos, con aquellos a quienes han seleccionado personalmente para formar parte de su círculo íntimo
Dentro de unas horas iniciarán funciones las administraciones municipales coahuilenses electas el pasado mes de junio. Con ello, y aunque en términos estrictos el segundo año de la administración de Manolo Jiménez inició el pasado 1 de diciembre -y no ha encontrado obstáculos importantes en el camino- llegará el verdadero “arranque cómodo” del sexenio.
Esto es así por una razón simple. Entre los políticos mexicanos existe un vicio al cual el titular del Ejecutivo coahuilense no es ajeno y acaso sea más bien un alumno aventajado: solo se sienten cómodos trabajando “con los suyos”, con aquellos a quienes han seleccionado personalmente.
No es un tema ideológico. No se trata de posiciones conceptuales o de la deseable coincidencia en torno a un conjunto de valores democráticos desde los cuales se conciba la tarea de gobierno. Es algo mucho más mundano: se trata de pertenecer a un cierto círculo a partir de la decisión del soberano… y con dicho concepto no nos referimos a la soberanía popular, desde luego.
Durante los primeros 13 meses de su administración, aunque ha elegido libremente a quienes integran su gabinete -el legal y el ampliado-, y en los poderes Legislativo y Judicial no cuenta sino con aliados ajenos a cualquier tentación de actuar como contrapeso, el “equipo” de Manolo sigue estando incompleto.
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A partir del primer minuto de enero, sin embargo, llegarán a los ayuntamientos de Coahuila algunos de los suyos. No todos, porque en Torreón no pudo escoger al candidato -aunque lo intentó- y en Piedras Negras su carta fue derrotada pese a todas las energías invertidas para asegurarse dicha alcaldía, estratégica para un grupo de interés específico incrustado en la Secretaría de Seguridad desde la administración anterior.
Así, Román Alberto Cepeda González y Jacobo Rodríguez González serán las “incomodidades” con las cuales deberá transitar el Gobierno de Coahuila durante los próximos tres años… al menos.
En el primero de los casos no debería ser así, pues Cepeda González pertenece al mismo partido. Pero, como sabe todo mundo -pero sólo se comenta en voz baja, como si se temiera la existencia de micrófonos ocultos-, la relación entre Manolo Jiménez y el Presidente Municipal de Torreón se encuentra totalmente fracturada y acaso eso sea algo irremediable.
Ambos aparecen con frecuencia en eventos públicos y se prodigan efusivos abrazos mientras sonríen para las cámaras. Pero es solamente la fachada obligada por las reglas no escritas de la política. Tras bambalinas todo es tensión y crujir de dientes.
Piedras Negras es otra historia. Ahí se trata de un opositor al cual se intentará doblegar con un objetivo único y muy claro: controlar el aparato de seguridad pública municipal. Si se puede lo demás, pues no se le hará el feo… pero con eso es suficiente.
Para compensar los sinsabores señalados, así como el fracaso en la pista de la elección legislativa, en la cual todos los suyos fueron derrotados, Manolo contará, sobre todo, con los alcaldes de Saltillo, Javier Díaz González; y Monclova, Carlos Villarreal Pérez.
El resto también cuenta, desde luego, pero las apuestas importantes serán esencialmente las regiones Centro y Sureste. En la primera de estas, de hecho, se buscará construir una suerte de “vice gubernatura regional” en torno a la cual orbiten todos los gobiernos municipales de la Región y la cual ya coordina, de facto, el aún alcalde electo Carlos Villarreal.
El año 2025 arrancará pues a tambor batiente y será el primero del sexenio en el cual se intentará realmente sincronizar el paso de toda la clase política coahuilense. Ya iremos reseñando el resultado de ello.
¡Feliz fin de semana!
@sibaja3
carredondo@vanguardia.com.mx
DOS JOYAS LITERARIAS COINCIDEN EN LA CARTELERA DE NETFLIX
CIEN AÑOS DE SOLEDAD Y PEDRO PÁRAMO
O CÓMO AMÉRICA SE CONVIERTE EN MAGIA
Por Víctor Bórquez Núñez
1.- EL FASCINANTE ENCANTO DEL REALISMO MÁGICO
La adaptación de Cien años de soledad a una serie por Netflix es un hito cultural que busca trasladar el universo mágico creado por Gabriel García Márquez a una narrativa visual. Este proyecto no solo plantea el desafío de captar la esencia de la obra literaria, sino también de presentarla de manera que conecte con audiencias contemporáneas y globales. A continuación, se analizan varios aspectos de esta producción.
Uno de los mayores retos de la serie es mantener la fidelidad a la complejidad narrativa de García Márquez. La novela, con su estructura circular, la multiplicidad de personajes y el uso constante del realismo mágico, ofrece un desafío significativo para el medio audiovisual. La decisión de Netflix de involucrar a la familia García Márquez, especialmente a sus hijos Rodrigo y Gonzalo, como productores ejecutivos, refleja el compromiso con la autenticidad de la obra. Este enfoque ayuda a garantizar que los detalles esenciales de la historia, como la genealogía de los Buendía, los ciclos de repetición, y el tono mágico, sean respetados.
Realismo mágico representado
El realismo mágico es uno de los aspectos más distintivos de Cien años de soledad. En el libro, eventos extraordinarios son tratados con total naturalidad, como si fueran parte de la vida cotidiana. Para la serie, la representación visual de este estilo es crucial, pues elementos como la ascensión de Remedios la Bella al cielo o el diluvio interminable deben ser presentados de manera que mantengan el equilibrio entre lo poético y lo tangible. En este sentido, la tecnología moderna en efectos visuales juega un papel central, pero es fundamental que estos no opaquen la narrativa o pierdan el sentido de maravilla inherente al texto.
El rodaje en Colombia, particularmente en locaciones que evocan el Macondo literario, aporta autenticidad y conexión con las raíces de la obra. Macondo no es solo un lugar; es un personaje en sí mismo, una alegoría del aislamiento, el destino y la historia de América Latina. La recreación de este espacio debe capturar tanto la exuberancia tropical como la atmósfera de melancolía que impregna la novela.
La selección del elenco ha sido cuidadosamente supervisada para reflejar la diversidad étnica y cultural de Colombia. La obra original aborda temas universales a través de un lente profundamente arraigado en la identidad latinoamericana, por lo que es vital evitar todo el exotismo estéril o interpretaciones foráneas que desvirtúen su esencia. En este sentido, la serie tiene la oportunidad de celebrar la riqueza cultural de la región y, a la vez, abordar cuestiones universales como el amor, la soledad, el poder y la muerte.
La serie de Cien años de soledad no sigue una cronología lineal, sino que mezcla tiempos y perspectivas, lo que puede resultar confuso para un público acostumbrado a narrativas más tradicionales. Adaptar este tipo de narrativa al formato serial exige decisiones creativas que mantengan la esencia sin alienar a la audiencia. Dividir la historia en episodios podría permitir que cada generación de los Buendía tenga su propio protagonismo, haciendo más comprensible la compleja trama genealógica.
Impacto cultural y expectativas
La serie no solo busca atraer a los lectores de la obra original, sino también presentar a Cien años de soledad a nuevas audiencias que quizás no estén familiarizadas con García Márquez. En este sentido, hay un delicado equilibrio entre satisfacer a los fans más exigentes y hacer la historia accesible para un público global. La obra, profundamente enraizada en la historia y cultura de América Latina, tiene el potencial de generar un impacto cultural significativo al visibilizar la riqueza literaria y cultural de la región.
Como con cualquier adaptación de una obra literaria icónica, existen riesgos. Uno de los mayores es simplificar la historia para ajustarla al formato serial, sacrificando profundidad o matices. Asimismo, existe el peligro de que la serie privilegie el espectáculo visual sobre la carga emocional e introspectiva que caracteriza a la novela.
La serie de Cien años de soledad por Netflix es ambiciosa y podría redefinir la forma en que la literatura latinoamericana se adapta al medio audiovisual. Con un enfoque en la fidelidad narrativa, la autenticidad cultural y el uso innovador de los recursos cinematográficos, esta producción tiene el potencial de ser un homenaje digno a la obra maestra de Gabriel García Márquez. Sin embargo, su éxito dependerá de la capacidad de equilibrar la riqueza literaria del texto con las demandas del medio visual y las expectativas de un público global.
Este proyecto no solo busca entretener, sino también preservar y difundir el legado cultural de una de las obras más importantes de la literatura universal. Si logra capturar la magia, la tragedia y la humanidad de Cien años de soledad, podría convertirse en un referente de cómo una pieza de culto puede (y debe) ser traspasada a otro lenguaje, manteniendo su poética y vigencia.
2.- ONIRISMO, FRAGMENTACIÓN Y DESTELLOS GENIALES
La adaptación de Pedro Páramo en formato de serie por Netflix representa un desafío ambicioso: traducir la complejidad simbólica y emocional de la obra maestra de Juan Rulfo a un medio audiovisual contemporáneo. Esta producción busca atraer tanto a los seguidores del clásico literario como a una audiencia nueva que, quizá, no está familiarizada con el texto. Sin embargo, ¿logra capturar la esencia del libro?
Narrativa fragmentada y visualidad onírica
Uno de los mayores méritos de la serie es su habilidad para plasmar la estructura fragmentada de la novela, que combina múltiples voces, recuerdos y planos temporales. Los saltos entre el pasado y el presente se desarrollan a través de transiciones visuales fluidas y efectos que evocan la atmósfera espectral de Comala. El pueblo se convierte en un personaje en sí mismo, con sus calles desiertas, su luz árida y su silencio abrumador que parecen cobrar vida.
La dirección apuesta por un estilo visual minimalista, reforzado por una paleta cromática terrosa que refleja la decadencia del mundo de Pedro Páramo. Las imágenes están cargadas de simbolismo: puertas entreabiertas, sombras que se alargan y ecos que resuenan en espacios vacíos. Estas decisiones estéticas evocan la sensación de estar atrapado entre el mundo de los vivos y los muertos, uno de los temas centrales de la obra de Rulfo.ión
La serie respeta los temas principales del libro, como la culpa, la ambición, el poder y el peso de la memoria colectiva. Sin embargo, toma ciertas licencias creativas, como expandir la perspectiva de personajes secundarios. Por ejemplo, Damiana Cisneros y Susana San Juan reciben mayor desarrollo, permitiendo explorar sus motivaciones y dolores con más detalle. Aunque estas adiciones enriquecen el relato, también corren el riesgo de diluir la atmósfera de misterio que caracteriza al texto original.
Uno de los cambios más discutidos es la inclusión de flashbacks más explícitos sobre la juventud de Pedro Páramo, que lo muestran como un hombre más humano antes de convertirse en el cacique despiadado que conocemos. Este enfoque busca generar empatía, aunque para algunos espectadores puede parecer una desviación innecesaria de la brutalidad pura del personaje literario.
Las actuaciones son, en general, sobresalientes. El actor que interpreta a Pedro Páramo equilibra el carisma y la frialdad que requiere el personaje. Por su parte, la actriz que encarna a Susana San Juan entrega una interpretación profundamente emotiva, capturando su locura poética y su desconexión con la realidad.
La banda sonora es otro punto alto. Mezcla sonidos tradicionales mexicanos, como el mariachi, con música atmosférica, lo que contribuye a la sensación de irrealidad y melancolía.
La serie ha recibido críticas divididas. Por un lado, los puristas literarios cuestionan si Netflix logra capturar la esencia intangible de Pedro Páramo, una obra que vive tanto en las palabras no dichas como en los silencios. Por otro, muchos elogian la valentía de adaptar un texto tan complejo y celebran que acerque a nuevas generaciones al universo de Rulfo.
En conclusión, la serie de Pedro Páramo en Netflix es un homenaje visualmente impresionante que, aunque no siempre logra el mismo impacto emocional y literario de la novela, invita a reflexionar sobre la relación entre pasado y presente, vida y muerte, culpa y redención. Es una experiencia que, pese a sus imperfecciones, merece ser vista, especialmente por quienes buscan adentrarse en el legado cultural de una de las grandes obras de la literatura latinoamericana.