viernes 22, noviembre, 2024

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Ahora sí: esto podría ser la cuarta transformación

Carlos Arredondo Sibaja

El paso de López Obrador por la Presidencia de la República estuvo lejos de ser un episodio relevante de la vida pública. Pero la inminente crisis a la cual parece dispuesta a llevarnos el oficialismo podría dejar una profunda huella en la historia patria

El carácter megalómano de Andrés Manuel López Obrador le llevó, desde antes de iniciar su administración, a catalogar su paso por el Gobierno de la República como un hito histórico de proporciones bíblicas: un episodio comparable a la lucha de Independencia, la Guerra de Reforma o la Revolución.

Endemoniadamente eficaz a la hora de construir mitos a fuerza de repetir mentiras, su prédica quedó instalada en el repertorio de sus aplaudidores acríticos y, sobre todo, de quienes se han dedicado a lucrar con el discurso de la pretendida “cuarta transformación”.

Incapaces de enumerar -porque son mayormente iletrados- los otros tres episodios relevantes de la historia nacional, los acólitos del pejelagarto tabasqueño repiten de forma incesante el mantra: están construyendo “el segundo piso…”.

Huelga decirlo: no ocurrió en México transformación alguna en los últimos seis años. Al menos ninguna de carácter positivo. Salvo algunas pinceladas, cuyo valor no alcanza para volver virtuoso el sexenio del Hijo Pródigo de Macuspana, se trató más bien de un período de retrocesos cuyos altos costos no tardaremos en comenzar a pagar.

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Pese a todo, hoy estamos ante la real posibilidad de atestiguar un episodio cuyas repercusiones sí podrían convertir al sexenio de Claudia Sheinbaum en uno cuyo impacto en la historia nacional lo asemeje a una “cuarta transformación”.

Para desgracia colectiva no sería una transformación positiva, sino una de carácter cercano a la catástrofe. La huella histórica de este proceso sería relevante sí, pero para mal.

Hablo, desde luego, del virtual “golpe de estado” fraguado, en el curso de unas cuantas horas, por el oficialismo vulgar y merced al cual este jueves se publicó, en el Periódico Oficial de la Federación, el decreto de reformas a la Constitución denominado “de supremacía constitucional”.

La ruta seguida para diseñar, aprobar y promulgar esta reforma, debe decirse con todas sus letras, pretende “neutralizar” a la Suprema Corte de Justicia de la Nación cuyos integrantes, de manera mayoritaria, seguramente declararán inconstitucional la denominada “reforma judicial” el próximo martes.

El proyecto de sentencia, autoría del ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá, plantea declarar inconstitucional la elección de jueces y magistrados a nivel federal y local, pero mantener la modalidad de elección por voto popular para los integrantes de la Suprema Corte.

En la óptica despótica del oficialismo, la reforma de “supremacía constitucional” (la cual debe leerse en realidad como de “supremacía de nuestra visión de la realidad y el poder”), es suficiente para impedir -o invalidar- la votación del pleno de la Corte porque incluyeron un artículo transitorio sui generis según el cual, la validez de una norma puede iniciar incluso antes de haber sido redactada.

En línea con esta idea, puede adelantarse la actitud con la cual se recibirá en la Presidencia de la República y el Poder Legislativo el previsible fallo de la Corte: con el desprecio propio de los autócratas bananeros, es decir, negando su validez y, por tanto, negándose a cumplirlo.

Ello nos colocará en una situación inédita en la historia del país, es decir, en una condición de crisis institucional en la cual, para todo efecto práctico, el Poder Judicial será inexistente.

Para decirlo con toda claridad y sin ambigüedades: si el oficialismo decide instalarse en la soberbia autoritaria habríamos avanzado definitivamente hacia la desaparición de la democracia y la instauración de una dictadura.

Y eso sí, no tenga usted duda, será un episodio equiparable a los tres momentos cruciales de la historia patria con los cuales ha pretendido desde el principio compararse el morenato… Esta sí sería una “cuarta transformación”… aunque tendría el efecto de una catástrofe.

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3

carredondo@vanguardia.com.mx

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