sábado 28, septiembre, 2024

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Torreón y Coahuila: la vuelta a la (tensa) calma

Al final, aún cuando todos los elementos estaban ahí para provocar la tormenta, esta nunca llegó. Tal desenlace no agrada a los déspotas, pero es sin duda conveniente a los intereses colectivos

Carlos Arredondo Sibaja

Lo señalamos en este espacio la semana anterior a propósito de la “ruptura” entre el Gobierno del Estado y la administración municipal de Torreón en materia de seguridad pública: no se trataba de una crisis de seguridad sino, acaso, de una crisis política de incierto destino.

Señalamos también cómo la estrategia inicial seguida por las partes, la cual estuvo orientada exclusivamente a controlar la narrativa, era una condenada al fracaso porque, entre más tiempo transcurriera, más interés captaría el asunto y más necesarios se harían el diálogo y la negociación política.

Cinco días se sostuvo la estrategia de “los duros”, esos para quienes la única negociación posible es el sometimiento de los disidentes pues en su hoja de ruta no existen alternativas: quienes gobiernan tienen derecho al “control total” de la realidad y eso incluye la aceptación explícita, de todo mundo, a su condición de súbditos o, en el mejor de los casos, de correas de transmisión.

En el centro de la estrategia se colocó el discurso manido con el cual sucesivos gobiernos y candidatos han lucrado largamente -con éxito- en época electoral: ¡se está poniendo en riesgo el clima de paz y tranquilidad del cual gozamos los coahuilenses!

Principio del formulario

Final del formulario

El señalamiento es cierto, sin duda, pero esta vez no logró dar en el blanco -pese al esfuerzo invertido en ello- debido a la ausencia de un elemento esencial: evidencia tangible o, al menos creíble, de acuerdo con la cual se percibiera el riesgo pregonado.

Así las cosas, la noche del pasado jueves las armas fueron depuestas y, como dictan los cánones de la buena política, las cabezas de los ejércitos en pugna aparecieron en público, sonrientes y fundidos en un abrazo, en el marco de la inauguración de un restaurante “fifí” en Torreón. La tormenta no llegó siquiera a la categoría de “perturbación tropical”.

En las horas siguientes, y hasta el cierre de esta colaboración al menos, la paz pactada se tradujo, además, en el despliegue de una estrategia de respeto mutuo: ningún “estratega” intentando vender una versión conveniente a los intereses de su facción ni, mucho menos, empujando la agresión hacia el bando contrario.

Las mejores formas de la política, muy raramente observadas en los últimos sexenios caracterizados más bien por el insultante primitivismo.

Habrá a quien interese, sobre todo, la identificación de los “ganadores” y “perdedores” del episodio. Para leer así la realidad -y de ninguna otra forma- nos han adoctrinado sucesivos gobiernos de todos los orígenes y órdenes.

A riesgo de sonar ingenuo prefiero una lectura distinta: el episodio de confrontación entre el Gobierno del Estado y la administración municipal de Torreón bien podría inaugurar una época distinta en la vida pública de Coahuila. Una caracterizada por el abandono de las peores formas en el ejercicio del poder público.

Porque, al final, lo relevante en términos democráticos no es si una facción logra imponer sus condiciones al resto a partir de su muy particular concepción -antidemocrática, por regla general- del significado del término “gobernar”. Lo relevante es mejorar los resultados del servicio público en beneficio de la comunidad.

No estoy colocando a este momento en el centro de una “revolución democrática” en Coahuila. Una solitaria golondrina no hace verano y, en todo caso, no percibo ninguna evidencia a partir de la cual pueda concluirse la existencia de motivaciones en esa dirección de ninguna de las partes. Ni antes, ni durante, ni después de la sorda tormenta.

Pero la fórmula utilizada para resolver el diferendo, caracterizada por la selección de una salida con la cual seguramente nadie quedó satisfecho -porque no implicó doblegar al otro-, contiene el germen del cual puede enfermar el despotismo… y al menos debilitarse.

Seguiremos en el tema.

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3

carredondo@vanguardia.com.mx

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