Xóchitl Gálvez; un fenómeno inesperado que podría dar el campanazo
Carlos Arredondo Sibaja
En menos de un mes, la senadora Xóchitl Gálvez ha pasado de ser una figura más en el árido paisaje de la oposición, a ilusionar a millones para quienes ya es la única persona capaz de enfrentar con éxito al oficialismo.
Hasta hace unos cuantos días -26, para ser exactos- la aridez era el paisaje dominante en el campo de la oposición política mexicana. Y no sólo eso: parecía imposible ver aparecer una figura capaz de concitar algún entusiasmo en torno a la sucesión presidencial del año próximo, carrera cuyo resultado se daba por sentado: Claudia Sheinbaum sería la abanderada del bloque oficialista y se impondría en la jornada electoral del 2 de junio.
Dos elementos, sobre todo, conducían de forma inevitable a tal conclusión:
El primero de ellos era el haber atestiguado casi dos años ya de precampaña de las denominadas “corcholatas” presidenciales, precampaña intensificada a partir del triunfo obtenido por Marcelo Ebrard para obligar a sus rivales a despedirse de sus puestos públicos y a su partido a oficializar la competencia por la candidatura (eufemismos incluidos).
El segundo era la evidente ausencia de un cuadro capaz de unificar a la oposición y sonar atractivo para el electorado. Ninguna de las figuras del PAN, el PRI o el PRD, cuyos nombres se han mencionado en los últimos meses, le llenaba el ojo a nadie. E inventarse a alguien a estas alturas resultaba empresa imposible.
¡Y entonces vino “el portazo en Palacio”!
No se trató de ninguna novedad informativa, sino de un tema cocinado a fuego lento durante medio año. La historia comenzó el 5 de diciembre del año pasado, cuando el lenguaraz titular del Ejecutivo Federal emitió la enésima calumnia de sus homilías tempraneras: acusó a Xóchitl Gálvez de haber expresado la intención de “quitar los programas de apoyo a los adultos mayores” durante un evento en la Feria del Libro de Guadalajara.
La senadora hidalguense replicó de inmediato señalando la falsedad de lo dicho por nuestro Rey Julien del Manglar y advirtió sobre la interposición de un recurso legal para demandar derecho de réplica en el mismo espacio en el cual se expresó el infundio.
Ahí cometió el primer error el presidente (con minúscula): menospreció la tenacidad de la senadora, quien lo derrotó en juicio, y luego intentó soslayar la derrota judicial con una de sus zafias ocurrencias: “nos reservamos el derecho de admisión”, dijo cuando se le informó sobre la inminente visita de Xóchitl, sentencia en mano.
Luego vino el segundo error: enviarle un grupo de porros a la quejosa para agredirla durante su intento de ingresar a Palacio Nacional. Gálvez no cayó en la provocación y no solo eso: al tomarse las cosas con aplomo y humor, al no perder nunca la compostura a pesar de las agresiones y al mantenerse una hora tocando a las puertas de la residencial real, Xóchitl comenzó a concitar miradas.
Después de eso, todo ha sido cuesta abajo para López Obrador quien, como buen macho alfa y como buen ególatra, no está dispuesto a dejar pasar el asunto… ¡él tiene la capacidad para destruir a Xóchitl y nadie le va a privar de ese privilegio!
Pero no. Más bien ha ocurrido lo contrario: la senadora Gálvez ha ganado todos y cada uno de los rounds en los cuales López Obrador se ha lanzado a intentar noquearla. Luciendo las habilidades de un viejo maestro shaolín, la hoy aspirante a candidata presidencial ha hecho morder el polvo en múltiples ocasiones a nuestro Perseo de Pantano… sin apenas hacer esfuerzo.
El resultado del embate pejelagartiano es, a estas alturas, exactamente el contrario al perseguido: Xóchitl está acaparando reflectores, creciendo en conocimiento e incluso se habla de ella como la única persona capaz de unificar a toda la oposición. En buena medida eso ha pasado a la arrogancia y torpeza del inquilino de Palacio.
¿Es suficiente eso para derrotar a Morena en las urnas el año próximo? Personalmente no apostaría a eso… todavía. Pero a cambio algo está claro: al menos Xóchitl ya sacó de la modorra al proceso sucesorio. Y en una de esas…
¡Feliz fin de semana!
carredondo@vanguardia.com.mx