sábado 6, diciembre, 2025

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AMLO, el ‘parteaguas’ de la historia patria

López Obrador, lo he sostenido en forma reiterada en este espacio, es un individuo más bien afecto a la mitomanía. Y su mito preferido es él mismo. Por ello no puede resistir la tentación de ‘reaparecer’, cada cuando, en busca de reflectores, ovaciones y reconocimiento

Carlos Arredondo Sibaja

El Tlatoani ha reaparecido.

Lo ha hecho, formalmente, para hacernos saber de su nuevo libro, un volumen en el cual nos cuenta -dice él- “la verdad” sobre la civilización precolombina desarrollada en el espacio hoy conocido como México. Informalmente la intención es otra: recordarnos a todos dónde reside realmente el poder en la actualidad.

En este país, lo dijo con resonante actualidad el extinto Jesús Reyes Heroles, la forma es fondo. Por ello mismo no pueden ignorarse las formas utilizadas por el hijo pródigo de Macuspana al hacer su segunda “reaparición” -la primera fue en junio pasado, para votar en la mal llamada “elección judicial”-: escogió el 30 de noviembre, es decir, la víspera de cumplirse siete años del arribo de la autodenominada “cuarta transformación” al poder.

Una perorata de 48 minutos para hablar -en parte- del volumen “Grandeza” -Editorial Planeta, 632 páginas, 448 pesos en su formato impreso-, el primero, dijo, de un díptico en el cual cuenta “la verdadera historia” del país, iniciando con la etapa previa a la colonia y siguiendo con su devenir político.

Afecto a la mitomanía y, en particular, al acuñamiento de profecías autocumplidas, Andrés Manuel López Obrador ha intentado largamente colocarse a sí mismo, por un lado, en el papel de cronista oficial de la historia de México y, por el otro, en el de parteaguas de la vida pública del país. Su anhelo más grande es emular al profeta anunciado por Dios, en el Antiguo Testamento, y conquistar su mayor hazaña: partir el tiempo en un “antes de él” y un “después de él”.

Enrique Krauze lo vio con claridad en el más o menos lejano 2006, cuando escribió su ineludible ensayo “El mesías tropical”, un texto en el cual realizó uno de los mejores retratos hablados de nuestro Perseo de Pantano:

“En una entrevista de televisión -recuerda el discípulo de Daniel Cosío Villegas-, al preguntársele por su religión, (AMLO) contestó que era ‘católico, fundamentalmente cristiano, porque me apasiona la vida y la obra de Jesús; fue perseguido en su tiempo, espiado por los poderosos de su época, y lo crucificaron’.

“López Obrador no era cristiano porque admirara la doctrina de amor de los evangelios, porque creyera en el perdón, la misericordia, la ‘paz en la tierra a los hombres de buena voluntad’. Él era ‘fundamentalmente cristiano’ porque admiraba a Jesús en la justa medida en que la vida de Jesús se parecía a la suya propia: comprometida con los pobres hasta ser perseguido por los poderosos. La doble referencia a ‘su época’ y ‘su tiempo’ implicaba necesariamente la referencia tácita a nuestra época y a nuestro tiempo, donde otro rebelde, oriundo no de Belén sino de Tepetitán, había sido perseguido y espiado por los poderosos, y estuvo a punto de ser crucificado en el calvario del desafuero”.

El expresidente (con minúscula) persigue la inmortalidad por vía doble: por un lado pretende colocarse, con su libro, a la altura de historiadores realmente serios de la historia precolombina como Guillermo Bonfil Batalla, Miguel León Portilla, Eduardo Matos Moctezuma o Alfredo López Austin, quienes dedicaron su vida a la investigación -de verdad- de las civilizaciones fundadas por los antiguos mexicanos.

Por el otro, busca ser reconocido como el autor de una refundación de la república decretada incluso antes de haber siquiera asumido el poder. Porque la “cuarta transformación” no es un adjetivo ganado a partir de la revisión de lo hecho y su comparación con los otros tres momentos fundacionales del país -la Independencia, la Reforma y la Revolución-: es un galardón auto asignado de antemano… solo por existir.

Sus acólitos, particularmente quienes se benefician personalmente del emporio -delincuencial, en gran medida- construido por él, seguirán lanzando confeti, aplaudiendo y agradeciendo su legado… resignados, desde luego, a hacerlo a la distancia, pues si el tlatoani sale a “presentar su libro” en persona cosecharía las tempestades sembradas durante su errático paso por el poder.

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3

carredondo@vanguardia.com.mx

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