domingo 10, noviembre, 2024

Por qué matan a los grandes líderes, a los grandes soñadores

De mi libro «Historias de Actores»

(Un día representando la obra, «Los Pequeños Zorros», de Lillian Hellman, comparé su crítica a la sociedad capitalista norteamericana con el asesinato al líder chileno Salvador Allende)

(La realidad, de este presente, vista a través del teatro)

Raúl Adalid Sainz

Ayer se cumplió un aniversario más de la muerte de Salvador Allende. Recordé por supuesto las letras de Pablo Milanés: «Yo pisaré las calles nuevamente de lo que fue Santiago ensangrentado». Y me pregunto en este presente: ¿A dónde va la vida? ¿Por qué a la luz se decide apagarla? ¿Por qué callar la verdad de la justicia, de la equidad?

Todo se relaciona en la vida. Hoy como actor en esta ciudad de México hago la obra: «Los Pequeños Zorros» de Lillian Hellman. Esa norteamericana valiente que criticó feroz e inteligentemente a su sociedad, a ese grupo político y social que incendió la vida con las llamas de la mezquindad y avaricia. Eso llamado el irracional poder del capitalismo. Ese ciego deseo de ser en base a la posesión. La cruel antítesis del cultivo del espíritu.

Este vivir la obra de Hellman me hace que vea mi mundo a través de esa perspectiva: Los acontecimientos sangrientos de la vida del hombre se han suscitado por ese guardar celoso de la posesión ante la amenaza del bien colectivo, del repartir la riqueza.

Por eso sucumbió ese luchador social revolucionario llamado Salvador Allende. La sombra negra fascista norteamericana revistió a un títere llamado Pinochet para armar un golpe de estado en Chile y acabar con la amenaza igualitaria.

«¡Que cacen a los zorros, los pequeños zorros que depredan las viñas, porque nuestra viña está en flor!» Cantar de los cantares 2,15. Así, con esta inscripción inicia la obra, «Los Pequeños Zorros», de Lillian Hellman. Y va más allá en su crítica, cuando en voz del joven personaje llamado Alejandra (alter ego de Hellman) dice: «Hay gente que devora todo lo que vive sobre la tierra y hay otros que se quedan mirando y no hacen nada. Yo no me voy a quedar mirando sin hacer nada, mientras ustedes devoran todo. Miraré con la misma fuerza con la que ustedes devoran todo, en otro lugar donde haya gente que no se quede mirando».

Esas son las voces libertarias, las que no se quedan mirando, esas que arriesgan el juego vencer o morir por un ideal. Todo por un mundo mejor, por un paraíso perdido.

Por eso hoy haciendo esta obra teatral recordé el sucumbir de Allende en Chile en manos de los zorros que todo lo corroen. Esos que han acabado en cobarde precaución del interés con voces abanderadas del ser en libertad, del ser en igualdad, en dignidad. México no escapa a esta realidad oscura. El mundo se ha llenado de zorros que son como la peste de la langosta. Esos que ahora perpetran nuevos depredamientos sobre la tierra.

Sin embargo, tal como Pablo Milanés, sueño construyendo que un día pisaré las calles nuevamente de lo que fue Santiago y el mundo liberado. Yo no me quedaré mirando. ¿Y tú, cómo te quedarás? ¿Lo has pensado acaso?

PD: «Pequeños Zorros», fue dirigida por Luis De Tavira, escenografía e iluminación de Alejandro Luna. Un grupo actoral de ensueño: Stefanie Weiss, Yulleni Verti, Sol Castillo, Clarita Castañón, Arturo Ríos, Juan Carlos Vives, Toño Becerril, Pedro De Tavira, Rodolfo Guerrero y un servidor. Teatro Santa Catarina. Año 2016. Ese mismo año fue hecho este escrito.

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de este México Tenochtitla.

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