Luis Alberto Vázquez Álvarez
Octubre de 1982, la diplomacia mexicana recibe en la persona del embajador emérito Alfonso García Robles, el premio Nobel de la Paz por “su magnífico trabajo en las negociaciones de desarme de las Naciones Unidas”. Con ello la humanidad completa homenajeaba a nuestra patria por su labor pacifista, humanista y en favor de conservar la tranquilidad mundial en plena guerra fría.
¿El ser humano es violento por naturaleza? Bien que existen indicios de tal vicio; a los homos sapiens se nos acusa de haber destruidos los neandertales, El Código de Hammurabi (1780 a. C.) prescribía el empalamiento como castigo de los enemigos vencidos; inscripciones talladas en bajo relieves en sus templos lo confirman. “Heródoto, llamado “Padre de la Historia” narra que Darío, rey persa, empaló a tres mil de ciudadanos de Babilonia.
El imperio romano construyó el templo de Marte y su sentido lo expresa muy claramente Ovidio en el canto V de Fastos: “…oh dios Marte! Deja que nuestras espadas beban la sangre criminal y que la justicia tenga asegurado tu apoyo. Te daré un templo, y si gano, obtendrás el apodo de vengador”.
En pleno siglo XX, la famosa batalla de Verdún (Francia 1916 PGM), tenía como propósito más que ganar el combate, matar al mayor número posible de enemigos: resultado: 305,000 muertos y más de 400,000 heridos; solamente en esa batalla. En México la conquista fue sangrienta (matanza del Templo Mayor: 1520); Asalto insurgente a Guanajuato (1810); y como intervención extranjera llegaron varios intentos de reconquista: España (Barradas 1829) Francia 1838 y 1862; Estados Unidos en 1846, 1914 y 1916.
Todo ello llevó a la conciencia del mexicano de crear un actuar internacional de nuestro país bajo el “principio de no intervención”, concebido y expresado por el canciller Genaro Estrada cuyo apellido tomo dicha manifestación internacional: “México no se pronuncia en el sentido de otorgar reconocimientos porque considera que ésta es una práctica denigrante […] el gobierno de México se limita a mantener o retirar, cuando lo considere procedente, a sus agentes diplomáticos […] sin calificar, ni precipitadamente, ni a posteriori, el derecho que tengan las naciones extranjeras para aceptar, mantener o sustituir a sus gobiernos o autoridades”. (Obras completas, Genaro Estrada).
Esta doctrina fue mutada como fundamento constitucional en el artículo 89 fracción X con el texto: “… el titular del Poder Ejecutivo observará los siguientes principios normativos: la autodeterminación de los pueblos; la no intervención; la solución pacífica de controversias; la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales; la igualdad jurídica de los Estados; la cooperación internacional para el desarrollo; el respeto, la protección y promoción de los derechos humanos y la lucha por la paz y la seguridad internacionales”.
La ignorancia histórico-jurídica de derechistas con genes intervencionistas aderezada con el odio al actual ejecutivo federal, ha llevado a esos herederos del imperio de Maximiliano a pedir ahora que USA domine la política mexicana so-pretexto de salvar la democracia, lo que siempre ha hecho en Latinoamérica con el “big Stik” a través de golpes de estado y dictadores títeres inflados por partidos traidores y enemigos del pueblo. Con furor criticaron que ante el actual conflicto de Medio Oriente se respete el principio fundamental que ha dado prestigio a nuestra patria y está contenido en nuestra carta magna.
Maldad infinita de los conservadores pro-violencia quienes junto con la crítica mencionada lanzaron bots donde decían que Israel no iba a permitir que aterrizaran los aviones mexicanos que traerían de regreso a los nacionales que estaban en ese país, incluso comunicaron a los familiares de ellos que buscaran otra forma de traerlos a México porque el gobierno ya los había abandonado. “Que negras entrañas, gozar carroñeramente con el sufrimiento ajeno” ¡Por eso nadie les cree!
Atreverse a decir que México debe tomar partido en el conflicto israelí – Palestino no solo es imprudente, desafortunado, infame, inconstitucional y hasta disparatado, casi demencial; enemigos del tradicional pacifismo mexicano disfrazados jurásicamente y plagiando informes y proposiciones legislativas; en lugar de ofrecer una respuesta basada en un humanismo real, en axiomas de seres civilizados, en pro de la paz, actúan como bestias atroces y utilizan esa crisis como discurso político.