Entre el placer visual y el letargo narrativo
Guillermo del Toro sigue sin parar. Luego de su serie para Netflix “El gabinete de curiosidades” (todavía en cartelera), se arriesga con una revisión de la novela “Las aventuras de Pinocho” publicada en 1883, del autor Carlo Collodi, bastante siniestra y hasta perversa en su descripción de personajes nocturnos, tema que el estudio Disney consideró como película, suavizando todas las aristas incómodas y estrenó en gloria y majestad en 1940. El muy afamado director mexicano Guillermo del Toro entrega su versión, la primera adaptación hecha en la compleja técnica de ‘stop motion’ que oscila entre la maravilla de su recreación y cierto letargo narrativo que no alcanza la cuota de crueldad que se suponía tendría su adaptación, sobre todo considerando que el realizador se ha caracterizado antes por historias retorcidas, donde la figura del monstruo, del otro, del diferente asume un papel vital en un universo en donde predominan la inquietud y los laberintos, aun cuando siempre ha dejado en claro que su visión está teñida de compasión y mucha sensibilidad respecto de sus criaturas
Víctor Bórquez Núñez
Pinocho, que se estrenó esta semana en Netflix y en salas selectas, es una película familiar, siguiendo con fidelidad los acontecimientos de la novela de Collodi, esquivando con sutileza a ratos la carga cruel de sus páginas, dirigiendo su mensaje visual hacia una audiencia infantil que es muy distinta, por cierto, a la de los años cuarenta, cuando Disney lanzó su versión suavizada para ganar al público infantil.
Donde no hay transgresión es en lo narrativo, pero sí existe un ánimo de experimentación y audacia cuando Del Toro se arriesga a variar aspectos de la historia y alterar de modo elegante -pero evidente- los conceptos morales de la novela, evitando claro está, la propaganda y la solución fácil, que no es lo suyo.
El director decide hacer un cambio fundamental en tres elementos: sitúa la historia en la sociedad de Mussolini, enfatizando de este modo su deseo por comentar acerca del fascismo, tema que le interesa y ha trabajado en otros filmes; subraya que el portarse mal no tiene la carga moral que sí poseía en la versión animada de Disney y, lo más radical, Pinocho no sufre por la discriminación de ser diferente, sino porque es un protagonista inmortal, con toda la carga existencialista que ello conlleva.
Este filme es un viaje a la Italia fascista de Benito Mussolini, un país sumido en la locura de la guerra, que mezcla paisajes y anécdotas del cuento de Collodi con otros momentos completamente originales y vívidos. Ese viaje es el de un muñeco de madera que intenta ser aceptado por una sociedad que persigue y teme a lo distinto y cualquier atisbo de verso libre, calza a la perfección con el espíritu de Pinocho, con esa marioneta que trata una y otra vez de convertirse en un niño de verdad.
Ese viaje es el periplo del alocado protagonista y termina por ser mucho más interesante y complejo, sobre todo con ese anhelo por lograr el amor de su propio padre y disfrutar de la libertad en una época convulsa y cargada de odio. Se trata de una película oscura, sí, pero también es una aventura maravillosa y accesible para las generaciones jóvenes que pueden encontrar material exquisito para muchas lecturas posibles.
Donde más discusión genera el filme es en el aspecto narrativo, cuando incluye la estructura de un musical, con canciones sorprendentes algunas e insoportables otras, pero que en su conjunto revela un muy afiatado manejo del género, recalcando la difícil empresa que implica la animación cuadro por cuadro, que se extendió por tres años de rodaje, supuso el empleo de numerosas marionetas hechas a mano y una paciencia infinita.
Lo más genuino del filme es cómo Del Toro es capaz de trabajar con lo más oscuro del ser humano, con momentos dignos del cine de horror, pasando de pronto a la ternura e, incluso, a lo cursi (con esas canciones que no siempre son bienvenidas), pero que en su conjunto revelan la tristeza, el miedo y la aceptación frente a la muerte, respetando los pasajes clave de la obra original, pero sustituyendo el mundo de golosinas por un segmento militar duro y sin consideraciones. ‘Pinocho’ puede ser considerada entre lo mejor de la filmografía del director, dueño de una filmografía nada desechable con altos y bajos creativos, pero con un arrebato de inspiración que, como en este caso, se agradece, sobre todo cuando está trabajando con una técnica difícil, llena de sutilezas y de resoluciones artísticas que no siempre se logran atisbar en una simple mirada.
El filme es, a no dudarlo, una experiencia estimable, con momentos impactantes, que transmite siempre el estilo de su realizador (que no dudó en denominar a su película con su nombre incluido) y que, a pesar de ser codirigido por el estadounidense Mark Gustafson, quien no había hecho antes ningún largometraje pero contaba ya con una amplia experiencia en los terrenos de la animación como Fantastic, Mr. Fox, es y será siempre una película de Guillermo del Toro.
FICHA TÉCNICA:
PINOCHO DE GUILLERMO DEL TORO. Año: 2022. Duración: 117 min. País: Estados Unidos. Dirección: Guillermo del Toro, Mark Gustafson. Guion: Guillermo del Toro, Patrick McHale. Personaje: Carlo Collodi. Novela: Carlo Collodi. Historia: Guillermo del Toro, Matthew Robbins. Música: Alexandre Desplat. Fotografía: Animación, Frank Passingham. Voces: Ewan McGregor, David Bradley, Gregory Mann. Género: Animación/Fantasía/Musical. Compañías: Coproducción Estados Unidos-México-Francia. Jim Henson Company, Netflix, Necropia Entertainment, ShadowMachine Films, Pathé, Double Dare You, Netflix Animation. Distribuidora: Netflix