sábado 23, noviembre, 2024

PARA TENER EN CUENTA: “1408”

CÓMO UN EXCELENTE ACTOR PUEDE DARLE ALTURA A UN FILME FALLIDO (PERO ENTRETENIDO)

Víctor Bórquez Núñez

El actor: John Cusack, que es una de las figuras más interesantes y menos aprovechada del cine reciente.

La base: un cuento del prolífico Stephen King, que es como una especie de capítulo de esa notable cinta de terror “El Resplandor”, sobre todo por el tema de la concentración del suspenso en una habitación.

El resultado: un filme que parte de manera sorprendente y promisorio que termina aplastado por un guion flojo y un exceso atosigante de efectos especiales que, apenas, logra mantenerse por la calidad actoral de John Cusack, quien demuestra su tremenda capacidad para sostener una película cuyo mérito mayor es que entretiene si se analiza sin ojo crítico.

UN ESCRITOR PERDIDO EN EL TERROR

Si eres cinéfilo, no te alarmes de que cada cierto tiempo, en especial en el tramo final, esta película te recuerde (muy lejanamente) a esa inquietante e inolvidable cinta de Stanley Kubrick, El Resplandor (1980).

Algunas razones: ambas están basadas en un relato del inefable Stephen King, en las dos el protagonista es un escritor que alguna vez tuvo talento pero que por distintas circunstancias se pierden en otros derroteros y en ambas se utiliza un hotel como escenario en el cual se desarrollarán acontecimientos aterradores.

El filme 1408 tiene todos los elementos para ser fascinante, pero de repente decae y se torna monótona y hasta predecible en su excesiva utilización de efectos visuales y sonoros que más que aportar, saturan.

Lo que debemos rescatar es que esta película está protagonizada casi en exclusivo por un actor que, a pesar de su excelente histrionismo, no ha logrado nunca estar entre los consagrados vaya uno a saber por qué. Tal vez se deba a que, aunque ha protagonizado películas brillantes, no cuenta con el favor de la crítica o del público, aun cuando nadie puede dudar de su calidad.

JOHN CUSACK, EL AMIGO QUE TODOS AÑORAMOS

John Cusack lleva casi 30 años de carrera en el cine. Tiene más de 75 películas, abarcando diferentes géneros como ¿Quieres Ser John Malkovich?, The Grifters o Alta Fidelidad.

Tiene una primera etapa que lo convirtió en un icono adolescente en los ochenta, en especial en personajes para cintas de adolescentes, clásicos de la década de los 80 como Better Off Dead… y Se Busca Novio.

Su rol característico es el de mejor amigo, un tipo de buen corazón que debe superar sus limitaciones y encarar la existencia. Un tipo sensible que alcanzó la cima y se consagró para el imaginario colectivo (en especial de las chicas) cuando se para frente a su casa con una grabadora pues acaba de ser plantado. Un tipo al que todos deberíamos apoyar, conversar con él, hacerlo parte de nuestros recuerdos.

Si alguien desea revisar lo mejor de su vasta filmografía, sus películas esenciales son: Say Anything, Digan lo que Quieran (1989) y Balas sobre Nueva York (1995), dirigido nada menos que por Woody Allen.

Se consagra con ¿Quieres Ser John Malkovich? (1999) del director Spike Jonze y en Alta Fidelidad (2000), realizada a las órdenes de Stephen Frears y tiene excelentes críticas con Amor y Compasión (2015).

Uno de sus roles más inquietantes es el de Ambiciones Prohibidas (The Grifters) de 1991, bajo la dirección de un inspirado Stephen Frears: en ella el actor es asediado nada menos que por su madre, una intensa Anjelica Huston.

Así -y contando con películas estupendas como The Sure Thing (1985) de Rob Reiner y Se Busca Novio (1984) de John Hughes- es un actor espléndido, subvalorado todavía y que es capaz de soportar casi todo el metraje de 1408, saliendo airoso donde otro habría sucumbido al ridículo.

Es por esto que no es arriesgado aseverar que lo mejor (o lo único) realmente interesante de 1408 es, justamente, John Cusack, quien carga con todo el peso de una película que pierde su rumbo, a pesar de su interesante propuesta inicial.

En este filme un escritor que tuvo un instante de inspiración pierde su talento y se dedica a escribir algo así como una guía de lugares supuestamente encantados, poseídos por demonios o donde se han efectuados episodios sangrientos a lo largo y ancho de Estados Unidos. Por cierto, él no cree en nada de lo que supuestamente ocurre en los sitios que visita y hasta se burla de la credulidad de las personas. Todo cambia cuando alguien le hace llegar una nota, advirtiéndole de la existencia del Hotel Dolphin, en el centro de Nueva York, un lugar en que existe una habitación -la tristemente famosa 1408- en donde han sucedido horrendos episodios sin explicación: todo aquel que la habita enloquece, no soporta la presión de los demonios que la habitan. El protagonista no resiste a la tentación y logra que, a regañadientes, el administrador del hotel le permita arrendar por una noche en la fatídica habitación.

Hasta ese instante el filme es prometedor, inquietante, en especial con la conversación que el escritor sostiene con el administrador (un muy contenido Samuel L. Jackson que apenas aparece en el filme un par de escenas). Pero cuando el escritor ingresa a la habitación 1408 todo se trastoca: se acumulan las secuencias aparentemente espectaculares, sin progresión y algunas lisa y llanamente ridículas. Todo eso no hace mella en Cusack quien gracias a su calidad actoral, sortea a duras penas, lo incongruente del tema, como el hecho de que han sucedido más de 56 muertes atroces y nunca clausuraron la habitación que, incluso, la siguen arreglando para nuevos inquilinos día a día.

El director Mikael Hafström no logra sacar lustre a este filme que solo vale si eres fanático acérrimo de Stephen King o si te deleitas con el siempre solvente Cusack que, incluso en este fallido filme, sale airoso.

Este filme está disponible en Netflix.

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