Federico Berrueto
El polémico, cuestionado y cuestionable senador Gerardo Fernández Noroña se refirió en términos ofensivos a la alcaldesa de Uruapan, Michoacán, Grecia Quiroz, la cara más visible del Movimiento del Sombrero y esposa del finado Carlos Manzo, símbolo trágico del imperio de la extorsión y del abandono del gobierno federal. Muy al estilo de él, una agresión sin regateos, sin ambigüedades, una provocación al más elemental sentido de decencia. Ocurre en el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, a manera de decir no hay otra causa que valga más que la nuestra. El senador no está solo y habla para ellos y para quienes mandan, en Palacio o en Palenque, si es que allí está. La presidenta le respondió pronto y acusa al senador de insensibilidad, cierto, pero hay que comprender por qué salió de esa manera.
El senador está en apuros. Es el personaje más repudiado, no dentro de Morena; es incómodo, pero funcional. Sus palabras develan la postura y el sentimiento de la cúpula respecto a Carlos Manzo, su sucesora política y el movimiento social contra la impunidad. Aunque parezca inverosímil, en la oposición hay quien se hace eco de la misma postura del senador, porque ven al Movimiento del Sombrero como una amenaza a sus intereses electorales.
El objetivo es minar la fuerza moral del Movimiento y de su cara más representativa, Grecia Quiroz. La lucha de Morena es intransigente, lo anticipó el senador, van por todo y no están dispuestos a perder Michoacán. Es un sentimiento compartido de un proyecto político que define a la política como territorio de conquista. La derrota electoral no está en el horizonte y de todo se valen, incluso dar una lección inesperada de indecencia e insensatez políticas. No importa la urgencia de acabar con la impunidad, ni de atender siquiera las causas de la criminalidad, lo que vale es ganar la elección.
El senador Fernández Noroña representa un problema mayor porque pone al descubierto el doble estándar o la hipocresía que prevalece; no es un tema de él sino del conjunto. A su manera dice exactamente lo mismo que Viridiana Ríos: Carlos Manzo ultraderechista a semejanza de Nayib Bukele; en la misma línea, para Noroña, el publicista Epigmenio Ibarra y otros en medios, señalan que se trata de un proyecto fascista.
Preocupante no es que lo digan el senador, la intelectual o el publicista, sino lo que piense la presidenta. La tesis del régimen es que la indignación por la impunidad es en realidad una embestida de la ultraderecha. A eso se deben las desafortunadas expresiones de la presidenta Sheinbaum y las todavía peores de Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Gobernación, al insinuar, incluso, que están listas las carpetas de investigación para reprender a los líderes de los bloqueos carreteros de estos días, asunto que también tuvo que ser corregido por la presidenta.







