miércoles 27, noviembre, 2024

OSTRACISMO DIGNIFICANTE

“Aquí vive el presidente, pero el que manda vive enfrente”

Dicho popular mexicano entre 1928 a 1936

Luis Alberto Vázquez Álvarez

Abril 10 de 1936: varios militares arriban a la casa del expresidente de la república Plutarco Elías Calles, quien los recibió en pijama; le indican que es el momento de abandonar México; un día antes, el general Rafael Navarro Cortina, comandante militar del Distrito Federal, le había notificado las órdenes de Lázaro Cárdenas para su salida del país.

Tras el asesino del reelecto presidente Álvaro Obregón, Calles quedó como figura principal y única en la política nacional, surgiendo así el “Maximato” nombre proveniente de la designación zalamera con que Vicente Lombardo Toledano lo había bautizado: “Jefe Máximo de la Revolución Mexicana”. Surgió una dualidad de poderes, por un lado, el presidente en funciones (Portes Gil; Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodriguez), quienes fingían, más que fungía como titulares del ejecutivo federal y Elías Calles como auténtico detentador del poder tras el trono, los políticos primero le escuchaban a él y luego atendían al mandatario en turno.

En Grecia antigua se aplicaba el “ostracismo”; destierro al que se condenaba a ciudadanos considerados sospechosos o peligrosos para la soberanía popular; consistía en un aislamiento en el extranjero motivado por cuestiones políticas. El nombre proviene del caparazón de una ostra o trozo de barro, donde se escribía el nombre de aquellos ciudadanos que serían desterrados después de una votación.

El ostracismo en Atenas data de 510 a. C., instituida como lucha contra la tiranía. Cada año se preguntaba a los atenienses en una asamblea si deseaban celebrar un ostracismo. Si votaban «sí», entonces ellos daban el nombre de aquellos que deseaban fueran condenados a un escriba quien luego grababa el nombre en ostras apilándolas boca abajo a fin de que fuesen anónimos. Nueve arcontes y el consejo supervisaban el proceso, se contaban y clasificaban los nombres propuestos. Si había quorum, la persona que acumulara mayor cantidad de «ostraka» era desterrada; esta disponía de diez días para salir de la ciudad. Si intentaba regresar, la pena era la muerte. Después de diez años, se le permitía retornar sin estigma. Recordemos que era un mecanismo de autodefensa popular, un simple voto sobre confianza política: no constituía una pena judicial, ni una condena penal sino un arma política en manos del pueblo.

Temístocles fue ejemplo de ostracismo inverosímil; héroe marino vencedor de las guerras médicas y salvador de Atenas; admirado y querido, pero su arrogancia lo alejó del pueblo. En 471 a. C. fue condenado al ostracismo. Tras abandonar Grecia sirvió al rey persa Artajerjes I. A su muerte su nombre fue rehabilitado y se le reconoció como héroe de la causa griega.

La reciente propuesta de un legislador para nombrar senadores honoríficos a los expresidentes resulta en el momento actual inconcebible; si bien deja claro que estos no recibirían remuneración y sólo tendrían derecho a voz, no deja de ser una desatinada utopía en la politización que estamos viviendo (que no polarización ya que las fuerzas son totalmente disparejas). La sugerencia es para del 2024 en adelante, pero imaginemos con lo que hoy tenemos: Salinas de Gortari privatizando la Riviera Maya; Zedillo vendiendo los trenes maya, transitsmico y Chepe; Fox bajo efectos de humo verde legalizando drogas; Calderón construyendo bardas de refinerías y arrodillado ante USA o Peña Nieto preguntado si es congresista o ministro. Dejo lo de AMLO a mis amigos lectores.

Sería maravilloso que se llevaran con ellos a gobernadores, en especial defraudadores que jamás terminan obras públicas, pero si sus majestuosas mansiones. Ministros de SCJN y TEPJF; consejeros de organismos autónomos como INE, INAI, y hasta rectores de universidades públicas saqueadas y usadas como cantinas. Podrían incluirse “intelectuales”, columnistas y/o conductores defenestrados del erario, infladores exagerados de candidaturas mentirosas, injuriosas y calumniadoras. También a presidentes de partidos políticos que solamente se benefician con los recursos públicos que les llegan y de quienes jamás hemos escuchado alguna propuesta propositiva a favor del pueblo; de sus labios solamente salen descontones, ataques a sus adversarios políticos e insultos inmensos contra quienes eran parte de su grupo y se separan por cualquier razón, pero siempre vituperando de manera contundente a quien no piensa como ellos.

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