lunes 25, noviembre, 2024

Oposición y gobierno dividido

Federico Berrueto

En la oposición y en muchos círculos críticos al gobierno se plantean el todo o nada en la elección de 2024. Por ello hay una recurrente insistencia por una candidata(o) única(o) de la oposición. A partir del examen objetivo de la situación no será fácil lograr el objetivo. Por lo pronto, MC ha expresado sus reservas y en un bien calculado y pensado juego político está a la espera de un candidato presidencial que pueda llevarlo a dos dígitos y ser, eventualmente, la fuerza política bisagra entre el gobierno y la oposición.

La votación de 2021 ratifica la idea de que la oposición no sólo podría impedir que Morena tuviera mayoría absoluta en las Cámaras federales, también que estaría en condiciones de competir con posibilidades de ganar la presidencia. La elección del Estado de México dará una aproximación del escenario que se está perfilando hacia 2024.

La polarización de por medio y el significado e implicaciones del proyecto político promovido por el presidente López Obrador, la situación crítica en muchos frentes como el económico y el de seguridad pública, además del deterioro institucional plantean un escenario opositor que es la conformación de un programa de salvación nacional, que lleva implícito una sola candidatura opositora. Sin embargo, la mayoría en el Congreso es el objetivo mínimo de la oposición, para ello la meta es que el oficialismo no alcance en alianza una representación parlamentaria federal y local que le permita modificar la Constitución.

La oposición no está leyendo bien a la sociedad inconforme. No sólo tiene un discurso disperso y contradictorio, hay un evidente desdén a la ciudadanía. Error costoso, aunque más es la traición: la dupla Moreno-Moreira del PRI estuvieron a punto de fracturar a la oposición y de ponerla al servicio del adversario. En el afán de salvar su espacio y a partir de las decisiones judiciales que han afectado a todos los partidos, ambos dirigentes promovieron la propuesta de minar a la justicia electoral de manera sustantiva, objetivo central de la reforma electoral del presidente López Obrador.

Varios temas deben tomarse en cuenta por la oposición con miras al 2024. El primero es el componente local de los comicios. La concurrencia de elecciones locales prácticamente en todo el país, especialmente de alcaldes y de mandatarios locales en nueve entidades trasladará parte de la contienda a la dinámica regional y local. Morena tiene ventaja en lo nacional, en lo local es diferente y aunque ha ganado muchas elecciones de gobernador, en no pocos casos la diferencia ha sido estrecha. Una estrategia opositora local significaría lograr el objetivo de un gobierno dividido.

El segundo es el cambio en el INE. La nueva integración del órgano electoral, si cuenta con los recursos económicos que se requieren asegura elecciones razonablemente ordenadas y confiables. Sin embargo, desde ahora se anticipa una disminución en la supervisión y sanción por violaciones a la ley electoral, particularmente en materia de financiamiento y campañas anticipadas. El resultado favorece a los aspirantes con ventaja y obliga a que la oposición anticipe los tiempos para perfilar candidata o candidato.

En la misma línea se debe considerar como realidad el persistente intervencionismo ilegal del presidente. Campañas anticipadas plantean un problema de equidad, pero el protagonismo electoral de López Obrador va más allá y es difícil que el órgano electoral asuma una postura de estricta legalidad. El tema tendrá que ir al Tribunal Electoral y en algunos temas a la Corte, particularmente en lo referente al llamado plan B, así como los alcances de la libertad del presidente en sus expresiones públicas.

Un aspecto de la mayor importancia es el agotamiento social de la polarización y, por otra parte, las dificultades que enfrenta el país, nada menores en las finanzas públicas, la legalidad y estado de derecho, corrupción e impunidad, deterioro grave del sistema público de salud y educativo, así como las consecuencias de la devastación de las instituciones de la democracia.

La ruta para el gobierno dividido es incierta. Queda la impresión que las dificultades mayores tienen que ver más con la oposición que con los logros o la destreza del oficialismo.

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