(México dio a la luz una mente y una sensibilidad prodigiosa)
Raúl Adalid Sainz
Se han cumplido dieciocho años del adiós del escritor Octavio Paz. No pude dejar de recordar dos imágenes de las muchas provocadas por sus grandes poemas: «Tus pechos dos iglesias donde oficia la sangre sus misterios», «Voy por tu cuerpo como por el mundo, tu vientre es una plaza soleada». Dos imágenes cósmicas universales que el poeta Octavio Paz nos regala en su libro, «Piedra de Sol».
Ayer, 19 de abril de 2016, en canal 22, hubo un documental de belleza singular: «El Lenguaje de los Árboles», dirección del cineasta Claudio Isaac. Donde el mismo Paz hablaba del misterio de la poesía, de sus características y cómo había llegado a ella. Hablaba que de niño él jugaba en las ramas de una higuera, ahí contemplaba el universo, lo ramificaba, le daba sentido.
Comprendió siendo infante que iba a consagrarse a la palabra. Se comparó indistintamente con Alejandro Magno cuando le preguntaron: «¿Quién prefieres ser: Aquiles u Homero?”, Alejandro Magno dijo: Aquiles. El haría la historia, otros la cantarían. Paz cantó la vida, le dio palabra.
El poeta refería en esa emisión nocturna, vista ayer, que esa es la misión de la poesía, dar voz a la vida para alentarnos a vivirla. En su libro, «Libertad bajo Palabra», en su poema, «Las Palabras», nunca olvidaré aquella frase dedicada a las mismas: «Chillen putas», así clamaba Paz al acto de que las palabras nombraran al mundo y se volvieran poesía.
Decía el escritor que la poesía, así como el árbol, debía tener sequedad para que ardiera y provocara un incendio en el lector, no ser demasiado sentimental. Así lograría su perpetuidad. Creo que el escritor se definió muy bien a sí mismo en su oficio. Paz te hace sentir con sus líneas poéticas, pero con sus ideas surgidas de la honda reflexión, te provoca un mundo que trata de explicarse en la inconmensurable cabalidad.
Un poeta que cantó al amor en una melodía más allá del erotismo o la sensualidad, vio al amor como un acto poético de amor y muerte, una misma sinfonía. El amor morirá tarde o temprano, no es perpetuo, uno de ellos un día morirá.
Paz recordó su amor a la naturaleza, a los árboles, al «Neem» de la India. La sensorialidad de su poesía que tanto se despertó al escuchar el canto de esos árboles nocturnos. Octavio Paz descubrió un mundo aparte cuando vivió tantos años en la India. El budismo, el silencio.
El documental termina estando el escritor en su estudio, de repente se escucha un trueno, Paz voltea a la ventana sorprendido, regresa su mirada a la cámara, y dice: «Caramba, sigue lloviendo, siempre llueve».
Octavio Paz fue «Premio Nobel» de literatura en 1990. Su cósmico mundo bien exige su lectura. Quizá en la poesía estén las respuestas a tantas interrogantes. En la poesía los hombres declaran eso que hemos olvidado, la capacidad de decir verdades matizadas de corazón de sangre tinta.
Nota: Escrito elaborado el 19 de abril de 2016, lo revivo pues el gran poeta, Octavio Paz, cumple este 19 de abril del 2023, veinticinco años de haber fallecido. Su cuerpo yace, pero la voz de su palabra canta suave y fuerte como ramas del encino. Sí, quizá en la poesía esté el ábaco de todas las respuestas.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan