martes 24, septiembre, 2024

OBSOLESCENCIA DIALÉCTICA DE PARTIDOS POLÍTICOS

“Este mundo siempre fue, es y será fuego eternamente vivo… Nada es permanente a excepción del cambio”. Heráclito de Éfeso

Luis Alberto Vázquez Álvarez

La dialéctica en filosofía ha sufrido infinidad de acepciones, pero vamos a la más recientes: G.W. F Hegel (1770-1831) descubre que el mundo, antes concebido como inmóvil, sufre permanentes transformaciones. Esta nueva concepción de la dialéctica se presenta como el proceso por el cual el cambio y la permanencia se explican como conocimiento vivo, multilateral, de innumerables matices revolucionarios; su carácter de lucha y oposición de contrarios es universal y se manifiesta en la sociedad y en la Naturaleza.

Se fundamenta en que la afirmación de una idea (tesis), generalmente histórica, social o filosófica, al formularse, propicia una idea que se aviene contraria, que la niega (antítesis) generándose una lucha entre ambas. Posteriormente y como una resolución final emerge un epílogo conciliando aspectos aparentemente contradictorios (síntesis) que a su vez se convertirá en tesis, generando su antítesis, surgiendo otra síntesis y así hasta el infinito. La lucha de los contrarios es el factor determinante de la relación entre ellas; muchas ideas o corrientes pasan por una fase de contradicción.

Pero ¿cómo comprender racionalmente que existen transformaciones y el mundo puede seguir siendo el mismo? Hegel entiende la realidad como opuestos en conflicto inevitable que engendran nuevos conceptos que entran en contraposición siempre con algo. Esa premisa permitiría explicar cambios que mantienen identidad elemental a pesar de que casi todo haya cambiado.

Según los marxiólogos, Carlos Marx (1818-1883) revisa aquella dialéctica hegeliana que estaba de cabeza y la pone de pie. Discierne la realidad social como conflictiva debido a la contraposición de intereses irreconciliables entre los factores de la producción. En el Manifiesto Comunista (1848), determina que: «toda la historia de la humanidad hasta ahora es la historia de la Lucha de Clases»: “la confrontación entre clases sociales es el motor del cambio histórico”.

La dialéctica también se ofrece en el evangelio: “Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo ya viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?” –“De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3,3.4).

La dialéctica histórica confirma este teorema: Toda síntesis destruye lo anterior, si no, véanse las principales revoluciones modernas, ¿Dónde quedaron los nobles franceses, rusos, científicos porfiristas que vivían a expensas del pueblo después de las revoluciones transformadoras de 1789, 1910 y 1917? Lo peor vino no a esos que sí gozaron de privilegios, sino los pobres diablos que sin recibir más que migajas los defendieron y sucumbieron miserablemente, eso sí, al igual que sus amos.

De acuerdo con lo que hoy vivimos, la etapa de los partidos políticos ha llegado a su obsolescencia: una parodia a la teoría de Olduvai los arrastra, está a la vista, aunque hay quienes la niegan, pero ya no hay más; se acabó. Esto sucede no solamente en México, mismos Estados Unidos que se creen el papá de la democracia lo están sufriendo, no se diga Europa.

Los partidos políticos mexicanos actuales van camino al cementerio, prueba maestra es la necesidad de coaligarse para subsistir, aunque tengan que cambiarle de nombre cada mes a ver si así logran atraer votos. Ya en la sepultura el PRD, entrando el panteón el PRI y en pleno funeral el PAN, feneciendo con fúnebres cánticos vudúes por sus acarreados haitianos; El verde momificándose al igual que el PT; Movimiento Ciudadano luchando por salir del pozo y Morena, supuesta antítesis del PRIANATO, alcanzará su vértice en 2024, pero sus órganos internos sufren cáncer endémico y terminarán explotando por efectos dialécticos, (los frágiles descorazonados resultaron ineptos para destruirle).

Justo de estos residuos morenos surgirá como síntesis una oposición fuerte próximamente, pero los exequiados no resucitarán, aunque muchos anélidos suyos quieran escapar de los funerales y penetrar lo nuevo que surja. Aquellos no se irán solos, se llevarán con ellos la podredumbre que por décadas ha asolado a México: comunicadores maiceados, intelectuales insidiosos, pensiones estrambóticas para exfuncionarios; carteles inmobiliarios. Ahora si como dijo Vicente Fox recientemente: “A trabajar huev…” Incluyéndolo, lógicamente, a él, al cartel de expresidentes y especímenes similares.

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