lunes 25, noviembre, 2024

NUNCA ÍTACA SÓLO EL CAMINO

Raúl Adalid Sainz

Pensar, vivir, imaginar, soñar, recrear la memoria, dejar asombrarme, me ha hecho caminar. Han sido pasos que salieron desde la tierra del norte hacia un anhelado Tenochtitlan.

Buscaba una tierra prometida, una patria, de repente vi mi símbolo de águila devorando una serpiente en medio de un lago llamado ficción.

Yo como León Felipe el poeta también clamé a Don Quijote me hiciera un sitio en su montura. Y cabalgué, cabalgué con él por las manchegas llanuras.

Hoy he cumplido treinta y ocho años de buscar a alguien, así como una estrella que refulgió en medio de la nada, ella de repente se ocultó, pero en el instante de su luz esta me reveló inmensidades.

Estas maravillas han sido los actores, primero esos insurgentes valientes de mi tierra lagunera, esos que bohemios se entregaban en su oficio amateur. Ellos inspiraron cuentos de mis mil y una noches. Luego ya en medio de este lago sepultado por el asfalto se aparecieron los sabios hechiceros, juguetones histriones, diversas princesas, varios personajes que engalanaban los teatros y los sets. Mi libro “Historias de Actores”, es un recorrido de legua por los caminos de la duela escénica y de los hechizantes sitios de locación. Hábitat donde juegan las actrices y los actores a ser personas.

Es un paso también por el mundo perenne de la imagen, esa senda cinematográfica que despertó mis sentidos desde niño. Son la huella reverberante de Buñuel, de Hermosillo, de Isaac, de la pluma de Xavier Robles, de Cazals, de Kurosawa, de Gavaldón y las de Ripstein. Son las notas de trabajo al lado de cineastas como: Armando Casas, Iván Ávila y Jaime Ruiz. Son los rostros de la Loren, de Mastroianni, de Brando, de Gómez Cruz, de Emilio Echevarría, de Columba, de Blanca Guerra, de Marta Navarro, de Paty Reyes Spindola, de Elpidia Carrillo, de Arau, de Alonso Echánove, de Manuel Ojeda, de Bonilla, de Gastón Melo, de mi querido Julián Pastor, de Brook, y de todos mis muertitos.

Es la voz de mar suscitada en mi oído como por un caracol; las voces de maestros entrañables como las de Tavira, Zermeño, Margules, Ibáñez, el siempre querido Gustavo Torres Cuesta, los laguneros, Luévano, Méndez, la nívea Manneck, las del ruso Darien, la magnánima generosidad talentosa de Pepe Caballero, la llave a la magia del niño teatral Julio Castillo.

En la última estación del viaje por sus páginas hablo del teatro en su poder transformador para con su sociedad. Hablo de montajes entrañables que viví como actor y otros que ensoñé como cautivo amante espectador.

El libro, “Historias de Actores, un recorrido por el mundo teatral y cinematográfico”, es una memoria de teatro, como poderosa y poéticamente lo dice el maestro Tavira, en su profundo y bellísimo prólogo. Es la vida vista desde la contundente ficción, desde el asombro, desde la esperanza por una existencia mejor, construida por el teatro y por el trabajo del arte. Es el hondo deseo de que sea un canto de vida, de sueños que puedan alcanzarse, de la necesidad de tener más actores como Alonso Quijano: De que es amorosa intención la que gobierna el mundo, sí, así como mi querido maestro Luis De Tavira, dijo inspirado en pasado seminario de actuación en el entrañable Pátzcuaro, Michoacán.

Dejo pues este confesionario hecho con las entrañas, con la desnudez de la plenitud, desde mis alegrías sí, pero también desde mis vulnerabilidades, es la mejor manera que podamos conocernos, espero poder ser amigo de ustedes desde el correr de las páginas de estas Historias de Actores.

¡Tercera llamada, tercera, comenzamos!

Epílogo: El libro fue presentado y prologado por el maestro y director teatral, Luis De Tavira, y por el actor José María De Tavira. Editado, por la Secretaría de Cultura de Coahuila.

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

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