martes 28, mayo, 2024

MITOS Y NOVEDADES EN LA HISTORIA DE MÉXICO

Santa Anna, El Narcisista

Jesús Vázquez Trujillo

Desde su hacienda “Manga de Clavo”, ubicada en Xalapa, la figura del general Antonio López de Santa Anna.

Se mantuvo vigente para sobresalir en la política nacional, como una figura que determinó el destino de México, durante la primera mitad del siglo XIX.

Hombre complejo y contradictorio, tan voluble como audaz, que en el convulso escenario de una nación en surgimiento.

Supo imponer su presencia, cambiando oportunamente de bandera política, logrando fascinar a un pueblo.

Que a pesar de sus errores e incongruencias, aceptó su presencia por 11 ocasiones en la “Silla Presidencial”.

Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna Pérez de Lebrón, nació el 21 de febrero de 1794.

En el seno de una familia criolla conformada por don Antonio López de Santa Anna y doña Manuela Pérez de Lebrón.

Desde su niñez, Antonio se pasaba el tiempo intentando atrapar la atención de sus padres, quienes mostraban favoritismo por sus otros hijos de tez blanca.

Durante sus años escolares, Antonio fue un mal estudiante, tímido, altanero, soberbio e indisciplinado.

Y ni los severos castigos de los curas del cologio, lograron corregirlo, aprendiendo a controlar, dominar y someter a sus compañeros de estudio.

Siendo expulsado del colegio, su padre lo colocó como meditorio en una tienda de ropa, aunque su madre sugirió que lo enviaran a la ciudad de México para que concluyera sus estudios.

Además, de que el joven Antonio, comenzó a escandalizar a la mojigata y conservadora sociedad xalapeña, debido a su precos interés por las jovencitas del puerto.

En 1810, a los 16 años, el joven Santa Anna, ingresó al regimiento fijo de la provincia de Veracruz.

Que estaba al mando, del coronel Joaquín Arredondo y Muñiz, de quien aprende a pelear con valentía y arrojo en las batallas.

Desafortunadamente, también aprende a conducirse con arrogancia y ostentación en las victorias.

Así como de su madre, aprende a ser codicioso y a manejar con dilación los asuntos financieros.

Poco a poco, Santa Anna se ganó el afecto del gobernador de Veracruz, José García Dávila, así como del virrey Juan Ruiz de Apodaca.

Siendo, como el mismo lo señala, un “Mimado” del gobierno virreinal, al que en su afán de protagonismo.

Traiciona y se pasa al bando trigarante, comandado por el coronel Agustín de Iturbide, a quien le solicita le otorgue el grado de brigadier.

En el afán de pertenecer al círculo social que rodeaba al emperador Agustín I, Santa Anna con 21 años.

Sedujo a doña María Nicolasa de Iturbida, mujer de 65 años, hermana del emperador, quien al enterarse lo nombra gobernador Veracruz.

Cargo desde el cual Santa Anna, comete muchos abusos de autoridad, además de ostentarse y conducirse como el dueño de la provincia.

Al saber esto, Iturbide lo destituye y Santa Anna, se levanta en su contra acusándolo de ser un tirano.

A Santa Anna, no le gustaba ejercer el poder, solamente le gustaba disfrutar de los placeres y de los beneficios del poder.

Culpando a los demás de sus derrotas militares y desconociendo, la cooperación en sus triunfos.

Además de victimizarse, como lo hizo ante el filibustero Samuel Houston en 1836 y negar su responsabilidad en la derrota ante Estados Unidos en 1848.

El general Antonio López de Santa Anna, fue un hombre que jamás reconoció sus errores, ni admitió sus culpas.

Sí analizamos el perfil psicológico del general Antonio López de Santa Anna, descubriremos que el militar veracruzano.

Poseía una personalidad narcisista, creada desde su infancia, en buena medida, primero por el desprecio e indiferencia de sus padres.

Y en segunda, por la exagerada adulación de la que Santa Anna fue objeto durante su adolescencia, juventud y etapa adulta.

Dado que la clase política y militar decimonónica, agrandaron el ego de Santa Anna, al hacerle creer y sentir.

Que él, era el único hombre capaz de garantizar la paz, unidad y estabilidad política, económica y social del país, durante la primera mitad del siglo XIX.

Por algo, es que el poeta y político liberal llamó a Santa Anna, el “Seductor de la Patria”, en tanto que don Lucas Alamán.

Describió al periodo comprendido entre 1833 y 1855, como el “México de Santa Anna” y/o el “País de un solo hombre”.

Compartir en: