miércoles 3, julio, 2024

MITOS Y NOVEDADES EN LA HISTORIA DE MÉXICO

Jesús Vázquez Trujillo

¿Ya llegó el “changuito”?

En el gabinete presidencial del Lic. Adolfo López Mateos hubo rivalidades entre algunos de sus integrantes, los cuales deseaban ser los herederos de Adolfo López Mateos para el siguiente sexenio 1964 – 1970.

Las desavenencias más notorias y constantes se dieron entre Gustavo Díaz Ordaz y Raúl Salinas Lozano.

Secretarios de Gobernación e Industria y Comercio, respectivamente, siendo ambos los más poderosos e importantes Secretarios de Estado, ya que el primero controlaba la política interna del país, mientras que el segundo lo concerniente a los aranceles, exportaciones e importaciones, así como los costos de los bienes y los servicios.

Por lo cual, era lógico que existiera una verdadera rivalidad política entre ambos funcionarios federales, quienes no disimulaban la animadversión que se tenían mutuamente, la cual Raúl Salinas Lozano, manifestaba en mordaces burlas al físico simiesco de Gustavo Díaz Ordaz.

Tal y como sucedió en los primeros días de diciembre de 1958, en los que el recién ungido presidente Adolfo López Mateos, convocó a una reunión con su gabinete para discutir y diseñar el Plan Sexenal de Desarrollo 1958 – 1964.

El Secretario de Industria y Comercio, Raúl Salinas Lozano, arribó a Palacio Nacional y una vez en la antesala del Despacho Presidencial, Raúl Salinas Lozano, le preguntó en tono sarcástico y burlón a Humberto Romero Pérez, amigo personal y secretario particular de Adolfo López Mateos.

Oye Humberto, ¿Ya llegó el “Changuito”? refiriéndose despectivamente a Gustavo Díaz Ordaz.

A lo que Humberto Romero, le hizo una seña a Raúl Salinas Lozano, para indicarle que el “Changuito” por el cual preguntaba, estaba justamente sentado detrás de él.

Lleno de vergüenza y ruborizando, esbozando una leve sonrisa a modo de disculpa por su insolencia, Raúl Salinas Lozano, solamente alcanzó a decir ¡Hoooooola Gustavo! ¿Cómo estás?

Esa falta de respeto hacia Gustavo Díaz Ordaz, significó el ostracismo político para Raúl Salinas Lozano, quien nunca volvió a figurar en escena política nacional hasta el sexenio 1982 – 1988 como senador de la República.

Lo mismo ocurrió con Humberto Romero Pérez, quien también se burlaba de Gustavo Díaz Ordaz, llamándolo “Tribilín”.

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