miércoles 1, mayo, 2024

MITOS Y NOVEDADES EN LA HISTORIA DE MÉXICO

Antonio López de Santa Anna y su gusto por las delicias del poder

Jesús Vázquez Trujillo

El general Antonio López de Santa Anna, ocupó por onceava ocasión la Presidencia de la República, desde abril de 1853 hasta el 1 de marzo de 1854.

Durante este último periodo de gobierno, el general Antonio López de Santa Anna, utilizó a la ley para gobernar conforme a su voluntad personal.

Corría el mes de febrero de 1854, y su poder presidencial estaba en su pleno apogeo político.

En 1853, Antonio López de Santa Anna, declaró al asumir la Presidencia de la República, que el pueblo lo había llamado para restablecer la moral pública, porque el pueblo estaba harto de la inmoralidad.

Por ello, decidió abrogar la constitución federal de 1824, restablecida por el Acta de Reformas de 1847, sustituyéndola por una “constitución personalísima” a la cual llamó “Bases para la Administración de la República”, otorgándose poderes amplísimos y omnímodos, lo cual le permitió emitir todo tipo de leyes y reglamentos.

General Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna Pérez de Lebrón 1794 – 1876, Presidente intermitente de la República 1833 – 1855.

Una de ellas fue diluir a los poderes legislativos federales y locales, sustituyéndolos por un “Consejo de Estado”, además de designar personalmente a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Sometió a su voluntad a los gobernadores de la República, porque ellos estaban para obedecer al Presidente de la República.

Además de ordenar que el presidente de la República, es el único que puede decidir en qué se va a gastar el dinero recaudado de los impuestos federales, estatales y municipales.

Y, asignarle al gobierno federal, todo lo concerniente a la obra pública nacional, convocándose a un concurso para elegir a los contratistas que ofrezcan mayores ventajas.

Aunque si era una obra pública urgente, se podrían omitir todos estos requisitos mercantiles. Además de castigar a todos los opositores a su gobierno como enemigos de la independencia y de la unidad de la república.

Siendo considerados conspiradores contra el orden y la tranquilidad pública, porque toda la nación está de acuerdo con él, los rebeldes serán condenados a muerte y juzgados por un Consejo de Guerra.

Son conspiradores:

Los que celebren reuniones o juntas públicas y/o privadas con el designio de oponerse al gobierno y resistirse a sus decretos, órdenes y disposiciones.

Además de censurar a los periódicos que publicaran artículos y cartones subversivos, esa prensa será suprimida.

Eso sin contar con que también los libros que estaban en contra del gobierno, serían censurados y recogidos.

Decretando que los “malos mexicanos”, que pensaran en las ventajas del liberalismo político estadounidense.

Por ello, creó una “policía secreta” para castigar a todos los que anhelaran el sistema político estadounidense.

Además de implementar un proceso de revocación de mandato, para que el pueblo eligiera si se quedaba en el poder o se fuera, lo cual, a través del “Consejo de Estado”, se dictaminó que don Antonio López de Santa Anna, siguiera al frente del poder.

Además de facultarle para designar a su sucesor, con las restricciones que Santa Anna quisiera, y facultarlo para que le otorgara al país la forma de gobierno que él quisiera, sin embargo, prefirió seguir con el sistema republicano, aunque el “Consejo de Estado” le otorgó el título nobiliario de “Alteza Serenísima” para disfrazar el carácter dictatorial de su gobierno.

Antonio López de Santa Anna, ataviado como su “Alteza Serenísima” 1853 – 1855.

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