sábado 21, septiembre, 2024

MITOS Y NOVEDADES EN LA HISTORIA DE MÉXICO

La captura de José María Morelos y Pavón

Jesús Vázquez Trujillo

Tras la instalación del Congreso de Chilpancingo en septiembre de 1814, el órgano legislativo, despojó a don José María Morelos del mando militar y político de la lucha insurgente, degradándolo a ser un simple escolta del poder legislativo, otorgándole el título de “Siervo de la Nación”, nombramiento que Morelos aceptó humildemente.

Sin embargo, el haber despojado al padre Morelos del mando militar y político de la insurgencia, tuvo nefastas consecuencias, ya que sin el liderazgo militar de don José María, el ejército insurgente fue derrotado consecutivamente por las tropas realistas, mientras Morelos se empeñaba en llevar al congreso a un sitio seguro.

Es por ello, que decide trasladar al Congreso a la ciudad de Tezmalaca, ubicada en la intendencia de Puebla. El 29 de septiembre de 1815, el Congreso decide emprender el camino hacia los territorios controlados por algunas facciones independentistas.

Los diputados esperaban, sin una idea clara o informes precisos, que en la ciudad de Tehuacán el movimiento recibiría ayuda militar y económica.

Los insurgentes ya habían nombrado a José Manuel de Herrera como embajador del nuevo gobierno ante los Estados Unidos.

A cambio de dinero, armas y apoyo se les había ofrecido fuertes y graves concesiones con el territorio novohispano.

Los realistas, al tanto del viaje del Congreso, enviaron rápidamente dos cuerpos de ejército en persecución de Morelos. Uno comandado por Manuel De La Concha y otro por Eugenio Villasana.

El 5 de noviembre de 1815, en Tezmalaca, De La Concha dio alcance al lento convoy. Lentas carretas con exceso de equipajes y archivos dificultaban la marcha. De inmediato el jefe realista dio la orden de ataque.

Morelos, al percatarse de la sorpresiva presencia de los realistas, dividió sus fuerzas en tres grupos: el primero comandado por Nicolás Bravo, el segundo por el jefe Lobato y el ultimo por el mismo caudillo.

Poco duró la resistencia ante el fuerte embate de los soldados gubernamentales. Al darse cuenta de la grave situación y de la derrota inminente, Morelos ordenó a Nicolás Bravo que siguiera adelante y protegiera a los integrantes del Congreso.

Sabiendo que los realistas irían tras él y no tras el Congreso, Morelos se internó, inútilmente, en una cañada para intentar la huida con algunos leales soldados. Los militares realistas no perdían tiempo alguno y no aflojaban el paso en la persecución.

Finalmente, el jefe insurgente quedó rodeado y acorralado. El capitán Matías Carranco y el teniente José María Ramírez, por fin, habían consumado la ansiada captura de José María Morelos.

Los realistas, que de sobra sabían de la importancia de la captura, no continuaron la persecución de los diputados del Congreso y se dirigieron a Tenango.

Al amanecer del 22 de noviembre de 1815 el carruaje que transportaba a Morelos hizo su entrada a la Ciudad de México. El antaño poderoso y temido jefe insurgente, ahora cargado de cadenas y grilletes, fue confinado a la terrible cárcel de la Inquisición.

La exitosa captura de José María Morelos había llenado de júbilo a Félix María Calleja.

Desde mediados del año de 1812, con la caída de la ciudad de Cuautla y la huida del caudillo, el virrey no cejaba en el intento de capturar y dar muerte al más peligroso enemigo que había conocido.

Por otra parte, el Congreso con todos sus integrantes había logrado ponerse a resguardo bajo la protección de Vicente Guerrero.

Alegoría de la captura de don José María Morelos y Pavón, 5 de noviembre de 1815.

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