sábado 21, septiembre, 2024

MITOS Y NOVEDADES EN LA HISTORIA DE MÉXICO

La verdadera cara de la Rebelión Cristera

Jesús Vázquez Trujillo

Desde que la Constitución fue promulgada, el 5 de febrero de 1917, el clero católico se negó a reconocerla y por ende a respetarla como la Ley Suprema de la Nación, desde el 1 de diciembre de 1924, fecha en que el general Plutarco Elías Calles asume la Presidencia de la República, se propuso hacer respetar irrestrictamente lo estipulado en la Carta Magna, le pesare a quien le pesare.

Por ello, el general Calles creó una ley reglamentaria del artículo 130° el cual desconocía la personalidad jurídica al clero y por lo tanto prohibía su injerencia en asuntos del poder público, ésta ley inmediatamente fue bautizada como “Ley Calles”, la cual provocó el repudio del clero, mismo que en represalia ordenó un boicot económico, así como la suspensión de cultos, clausurando todos los templos, el 30 de junio de 1926.

Causando con ésta medida el enfado de la feligresía católica, a quien la jerarquía eclesiástica hizo creer que ésta orden había sido dada por el gobierno, avivando el odio de los fieles en contra del Estado, las prácticas religiosas se celebraban en los domicilios particulares y durante los sermones y la homilía dominicales, los sacerdotes “convencían” a la gente de que al rebelarse contra el gobierno estaban defendiendo su credo, su fe y su religión, además de ganarse el cielo, la vida y la gloria eternos, no sabiendo que lo que estaban defendiendo eran los oscuros e inconfesables intereses del clero católico. 

Entonces el pueblo encolerizado porque creyó atacada su fe, se agrupó en pequeños ejércitos autodenominados cristeros, llamados así por su grito de guerra ¡Viva Cristo Rey!, los cuales tuvieron duros enfrentamientos con el ejército federal, sobre todo en la región del Bajío, que comprende los estados de Guanajuato, Jalisco, Colima, Querétaro, Nayarit y Michoacán. Los generales cristeros más famosos fueron: Victoriano Ramírez, apodado “El Catorce” (Apodado así, por haber matado a 14 federales de un solo tiro). Los sacerdotes Euristeo Pedroza y José Reyes Vega, apodado: “El Pancho Villa con Sotana” y el general Enrique Gorostieta, quien estaba retirado del ejército federal.  

Mientras el pueblo se desangraba, en una guerra fratricida, la jerarquía católica estaba sentada pacientemente, negociando un arreglo con el gobierno que beneficiara a ambas partes, sin que se vieran afectados los intereses de ninguna de las facciones beligerantes.

Mientras tanto, los Estados Unidos veían con inmensa preocupación la persecución religiosa en México, pues consideraban que la tensa situación entre la Iglesia y el Estado afectaría los intereses, la integridad y las propiedades de los ciudadanos estadounidenses residentes en el territorio mexicano.

Aunque era la iglesia católica estadounidense la que apoyaba a los prelados mexicanos en éste guerra fratricida en contra del Estado, cuyo principal objetivo consistía en conseguir el petróleo mexicano, como lo hizo saber un reporte enviado por una hermosa agente secreta conocida como 10 – B, infiltrada en la embajada estadounidense, para seducir al ministro plenipotenciario James R. Sheffield y sacarle esta valiosa información, la cual desembocaría en su renuncia a la cancillería, eso sin contar que fueron Sheffield y el Secretario de Estado, Frank Kellog, los que aconsejaron al presidente Calvin Coolidge, la conveniencia de provocar una nueva guerra con México, pretextando que el presidente Plutarco Elías Calles, había dejado sin efecto los Tratados de Bucareli y planeaba crear una ley petrolera, reglamentaria del artículo 27º constitucional, y además quemar los pozos petroleros del Golfo, si tropas yanquis nos invadían.

Bandera del Ejército Cristero.

Por ello el presidente John Calvin Coolidge, ordenó a su nuevo embajador en México, Mr. Dwight Morrow, mediar entre la iglesia y el gobierno para poner fin al conflicto religioso de una vez por todas.

De lo contrario, el presidente Coolidge, ordenaría la repatriación de sus conciudadanos con todos sus bienes y capitales, cosa que resultaría desastrosa para la siempre mermada economía mexicana.

Así, el embajador Morrow entabló una mesa de dialogo con ambas partes, siendo él el mediador, por la iglesia estaban los arzobispos Miguel Mora y del Río, Leopoldo Ruiz y Flores y Monseñor Pascual Díaz Barreto, por el Estado estuvo el licenciado Aarón Sáenz Garza, Secretario de Gobernación del presidente Emilio Portes Gil.

Finalmente, el 20 de junio de 1929, el añejo conflicto entre la Iglesia y el Estado llegó a su fin con la firma de los famosos “Arreglos” de 1929, los cuales no dejaron satisfechos a los cristeros, quienes seguían peleando a pesar de que el episcopado se los prohibió.

El pueblo se sintió traicionado por su iglesia y continuaron en una “Guerra de Guerrillas”, conocida como “Guerra Sintética”, que se prolongó hasta el año de 1938 con la muerte del último jefe cristero Lauro Rocha.

Aunque el fin real del conflicto, fue el 1 de diciembre de 1940, cuando el recién ungido presidente de la República, el general Manuel Ávila Camacho hizo una simple pero tajante declaración: “Soy Creyente”.  

“Himno Nacional Cristero”

(Creado por la siniestra y apartida ACJM)

CORO

Mexicanos, furioso el Averno

A esta patria sus huestes lanzó,

Venceremos a todo el Infierno

Con la Reina que el Cielo nos dio.

I

¡Madre, madre! tus hijos te juran

Defender con valor y denuedo

El tesoro divino que el Cielo

Bondadoso en tu imagen nos dio.

Aunque luche el Infierno y sus huestes

Por destruir nuestros templos sagrados

No podrán esos fieros tiranos

Arrancar de nuestra alma a Jesús.

Coro

Mexicanos, furioso el Averno

A esta patria sus huestes lanzó,

Venceremos a todo el Infierno

Con la Reina que el Cielo nos dio.

II

Si el tirano nos lleva al cadalso

Defendiendo tu honor y tu gloria,

Nunca, madre, obtendrán la victoria

Porque aliento nos da nuestra fe;

Ni el martirio de dura cadena,

Ni la cárcel, el hambre, el dolor,

Temeremos ¡Oh Virgen Morena!

Con tu amparo invencible y tu amor.

Coro

Mexicanos, furioso el Averno

A esta patria sus huestes lanzó,

Venceremos a todo el Infierno

Con la Reina que el Cielo nos dio.

III

Ciñe ¡Oh Reina! corona de olivo,

a esta patria que el dedo divino

Señaló como eterno destino,

Y si osare la CROM, tu enemiga,

Infestar con su aliento este suelo,

Manda ¡oh Reina invencible! del Cielo

A las huestes que Cristo formó.

CORO

Mexicanos, furioso el averno

De Sonora las huestes lanzó

Venceremos a todo el Infierno

Con la Reina que el Cielo nos dio.

Primera Plana del Imparcial, anunciando la suspensión de cultos en los templos católicos, el 30 de junio de 1926.

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