martes 1, octubre, 2024

MITOS Y NOVEDADES EN LA HISTORIA DE MÉXICO

El sitio, la caída y la toma de Querétaro

Jesús Vázquez Trujillo

En enero de 1866, el emperador de Francia, Napoleón III, le ordenó al Mariscal Aquiles Bazaine que comenzara la retirada escalonada y paulatina del ejército expedicionario francés de territorio mexicano, sin que Maximimiliano se enterase.

Sin embargo, en cuanto el archiduque austriaco lo supo, lo primero que pensó fue en abdicar al trono de México, pues sabá que al retirarse las tropas francesas, las tropas belgas y austriacas, no serían suficientes para sostenerlo.

Y es que uno de los errores de Maximiliano, fue no haber formado un ejército netamente mexicano, ya que receloso y desconfiado de los generales conservadores mexicanos, los desterró a Europa con el pretexto de que aprendieran tácticas militares.

Sin embargo, al sentirse abandonado por los soldados franceses, Maximiliano tuvo que recurrir al general Miguel Miramón, que acababa de regresar al país, quien le aconsejó, que el mejor lugar para defender al imperio era la ciudad de Santiago de Querétaro. Decisición con la que también coincidió el general Tomás Mejía, quien se comprometió a defender la plaza del asdio republicano.

Desafortunadamente, debido a su orografía, la capital queretana resultó una “ratonera” serrana, por lo que los generales republicanos, Mariano Escobedo y Ramón Corona, pusieron a la ciudad en estado de sitio, cortándoles el agua y racionándoles los alimentos, para obligarlos a rendirse ya fuera por sed y/o por hambre.

Eso sin contar con que la salud física del emperador, estaba muy deteriorada debido a una disenteria crónica.

El general Leonardo Márquez le ofrece a Maximiliano, ir por tropas a la ciudad de México, para “romper” el sitio, sin embargo, es derrotado por el general Porfirio Díaz en Puebla, el 2 de abril de 1867.

Al enterarse de la derrota del general Leonardo Márquez, y sabiendo que no hay escapatoria posible, Maximiliano, comisiona a su compadre, el coronel Miguel López para que negocié con el general Mariano Escobedo su rendición incondicional, así como la entrega pácifica de la ciudad, cosa que ocurre el 15 de mayo.

A primera hora de ese día, el ejército republicano entra a la ciudad y Maximiliano le entrega a Escobedo su espada, en señal de rendición absoluta e incondicional.

Posteriormente Maximiliano y sus generales Miguel Miramón y Tomás Mejía, fueron aprehendidos y confinados en el convento de La Cruz y posteriormente en el de las Capuchinas.

Maximiliano, le entrega su espada al general Mariano Escobedo en señal de rendición, 15 de mayo de 1867.

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