martes 5, noviembre, 2024

MITOS Y NOVEDADES EN LA HISTORIA DE MÉXICO

Jesús Vázquez Trujillo

Tras la derrota del Ejército Mexicano y la posterior captura del general Antonio López de Santa Anna en las riberas del río San Jacinto, la tarde del día 21 de abril de 1836, fue conducido al campamento del general Samuel Houston, quien se encontraba tendido sobre un catre a consecuencia de la luxación de un tobillo durante la batalla.

El general Santa Anna estaba desalineado y con su vestimenta toda enlodada al igual que su prestigio militar.

Por lo tanto, al encontrarse frente a Samuel Houston, con lágrimas en los ojos Santa Anna le hace una súplica.

¡Usted puede ser generoso, pues usted no es un cualquiera, ya que usted ha vencido al “Napoleón del Oeste!

Los rebeldes tejanos le exigen a Houston que el general Santa Anna sea fusilado, sin embargo, don Antonio era presidente de México.

Y por lo tanto, el general Samuel Houston comprende que su fusilamiento, no sería bien visto por su homólogo estadounidense, Mr. Andrew Jackson.

Mejor prefiere mantenerlo prisionero para obligarlo a reconocer la independencia de Texas (Con “X” tal como lo escribían y pronunciaban los estadounidenses).

Después de varios meses en cautiverio, en los que Santa Anna fue objeto de malos tratos y demás vejaciones, fue obligado a firmar los Tratados de Velasco, en los cuales el gobierno a su cargo se comprometía a reconocer y aceptar la independencia de Texas, respecto de México.

Y que en lo sucesivo, el gobierno mexicano se comprometía a no ejercer ninguna acción bélica en contra de la naciente República de Texas, por lo cual le solicitó al general italo – mexicano Vicente Filisola que se replegara con sus tropas hasta el margen del río Bravo, pues los texanos decidieron apropiarse del territorio que se ubicaba entre los ríos Bravo y Nueces.

Siendo éste último río la frontera natural de Tejas, cuando dicha provincia pertenecía a territorio mexicano.

El general Filisola cometió el error de obedecer la orden que le dio Santa Anna, quien por más presidente de México que fuera estaba prisionero, y ningún miembro del ejército puede, ni debe obedecer las órdenes de un general prisionero.

En mayo de ese mismo año, Santa Anna fue excarcelado y conducido en barco hacía Washington, para entrevistarse con su homólogo Mr. Andrew Jackson.

Cabe destacar que Santa Anna, iba a Washington esposado con grilletes en ambas manos y ambos pies.

Una vez en la Casa Blanca, Santa Anna fue recibido en el Salón Oval por el presidente Andrew Jackson.

En dicho salón ambos mandatarios sostuvieron una larga y tensa entrevista, en la cual entre otras cosas, ambos mandatarios pactaron la anexión de la República de Texas a la Unión Americana, así como la entrega de los territorios de Nuevo México y la Alta California.

Una vez terminada la entrevista, el presidente Jackson reembarcó a Santa Anna con destino al puerto de Veracruz.

Al arribar al puerto, pese a su derrota de la cual el gobierno mexicano estaba enterado fue recibido como un héroe, aunque el gobierno mexicano, no reconoció los tratados de Velasco e intentó recuperar la provincia de Tejas.

En cuanto a don Antonio, se retiró a su hacienda de Manga de Clavo en la cual se mantuvo en absoluto ostracismo militar y político por un lapso de dos años, hasta el 27 de noviembre de 1838, fecha en que una escuadra naval francesa invade el puerto y bombardea el Castillo de San Juan de Ulúa.

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