Jesús Vázquez Trujillo
La pierna de Antonio López de Santa Anna

El 27 de noviembre de 1838, la escuadra naval francesa al mando del almirante Carlos Baudin bombardeó el Castillo de San Juan de Ulúa.
El estruendoso bombardeo llegó hasta la hacienda de Manga de Clavo, hogar del general Antonio López de Santa Anna, quien de nueva cuenta ofreció sus servicios al gobierno del general Anastasio Bustamante, para defender al país.
Santa Anna logró hacer que los franceses retrocedieran, sin embargo en el último momento los franceses dispararon un cañón de 8 milímetros, el cual logró dispersar a las tropas mexicanas y destrozarle la pantorrilla izquierda a Santa Anna, misma que hubo de serle amputada y enterrada con honores militares en el panteón de Santa Paula.
Realizando una gran verbena popular en honor de su pierna inhumada, siendo ésta una de sus mayores excentricidades, donde permaneció hasta 1844, cuando una multitud rabiosa exhumó la pierna y se puso a jugar con ella en las calles, extraviándola definitivamente.
En 1839, Santa Anna se mandó hacer una prótesis de madera, la cual usaba en lugar de su pierna.
Sin embargo, esa prótesis la extravió durante la guerra con los Estados Unidos, concretamente después de la derrota en la batalla de cerro gordo.
El general Winfield Scott, tomó la pierna postiza como trófeo de guerra y se la llevó a los Estados Unidos, donde está depositada en un museo.
Tras su último regreso a México en 1874, muchos menesterosos visitaban a Santa Anna para pedirle prestado e inventarle que habían encontrado y recuperado su pierna.








