Jesús Vázquez Trujillo
El Batallón de San Patricio

En el año de 1840, Irlanda sufrió una severa crisis alimentaria lo que provocó una hambruna terrible, además de la opresión que sufrían por parte del gobierno británico, obligando a muchos de sus habitantes a emigrar a otros países. Particularmente hacia los Estados Unidos de América.
Ya que el presidente James Knox Polk, estaba ofreciendo asilo y la nacionalidad estadounidense, a todos los súbditos irlandeses que huyeran de la isla británica.
Para ganarse la vida en la Unión Americana, muchos irlandeses católicos se enrolaron en el ejército estadounidense. El cual era mayoritariamente protestante.
El 8 de mayo de 1846, el gobierno de los Estados Unidos de América, declaró formalmente el estado de guerra con México.
Para lo cual su ejército estaba más que preparado, entre sus tropas reclutaron a un contingente de origen irlandés, conocido como el “Batallón de San Patricio”.
Cuando se notificó a las tropas estadounidenses el estado de guerra con México, los San Patricios desconocían el país al que iban a ir a combatir, así como los motivos del conflicto bélico.
Cuando las tropas estadounidenses, sostuvieron las primeras batallas con las tropas mexicanas, los San Patricios se percataron de la desigualdad militar entre ambos ejércitos, así como de la injusticia de la guerra contra México.
Además de que los irlandeses y los mexicanos, tenían en común, el culto católico. Es por ello, que tomando en cuenta todos estos factores el Batallón de San Patricio desertó de las filas del ejército estadounidense y se unió a las tropas mexicanas.
Quedando bajo las órdenes del general Pedro Ampudia, el líder de los San Patricios era John O Reilly, los irlandeses combatieron con valor y denuedo a su antiguo ejército.
Sin embargo, como sabemos el ejército mexicano fue derrotado, y los miembros del Heroico Batallón de San Patricio fueron castigados por el general Winfield Scott.
O Reilly y sus hombres fueron castigados por desertores, marcándoles las mejillas con un hierro candente, en forma de la letra “D”.
Al ver que ya no podrían regresar a los Estados Unidos, y menos a su natal Irlanda, los San Patricios decidieron quedarse en la tierra que habían ayudado a defender. Adoptando a México como su nueva patria.
Sin embargo, el gobierno mexicano no condecoró al batallón irlandés, ni los incorporó al ejército, ni les concedió algún tipo de pensión por los servicios prestados a la nación mexicana.
El triste final de John O Reilly, y los valerosos San Patricios fue vagabundear por las calles y avenidas de la Ciudad de México.
Pidiendo limosna en las esquinas, o sentados en las escalinatas de los templos, parroquias y catedrales.
No fue sino hasta el año de 1850, en que el general Mariano Arista ya convertido en presidente de la República reconoció el valor demostrado por el Batallón de San Patricio y los incorporó al Ejército Mexicano.
