Jesús Vázquez Trujillo
Manuel Ávila Camacho y la Política de la Unidad Nacional

El 1 de septiembre de 1939, El ejército nacionalsocialista alemán, invade la ciudad de Varsovia, capital de Polonia, con lo que estalla oficialmente la Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945), que no es otra cosa más que los añejos reclamos de los sectores mundiales de ultraderecha, los burgueses, los empresarios y la iglesia católica, cuyos intereses se estaban viendo sumamente afectados gracias a la clase obrera, socialista, y proletaria, emanada de la Gran Guerra Europea (1914 – 1918).
En México, las cosas no eran tan distintas, ni menos difíciles, pues aquí también la derecha política, protestó enérgicamente en contra de las políticas socialistas e izquierdistas, implementadas por el general Lázaro Cárdenas del Río, quien al percatarse de que la derecha estaba protestando y alzando la voz contra sus reformas obreras y sociales, además tomando en consideración la difícil situación internacional, como el buen estadista que siempre fue, el presidente Cárdenas le puso un alto al vendaval socialista que él mismo había iniciado, pues supo sopesar los beneficios y perjuicios del socio – comunismo, empezando a ser más flexible con el clero y la burguesía, además de acercarse a los empresarios, a quienes explicó que en ningún momento su política había pretendido dañar sus intereses.
En las postrimerías del sexenio cardenista, la derecha política, auspiciada por la iglesia católica, fundó el 23 de mayo de 1937, en la Ciudad de León, Guanajuato, la Unión Nacional Sinarquista UNS, un organismo ultraderechista, contrarrevolucionario y anti cardenista, de raigambre falangista, dirigido por los señores Salvador Abascal Infante, Manuel Zermeño y los hermanos José y Alfonso Trueba Olivares.
El 15 de septiembre de 1939, el licenciado Manuel Gómez Morín, antiguo colaborador, amigo personal de Plutarco Elías Calles, y artífice fundador del Banco de México, considerado uno de los Siete Sabios de México, fundó el Partido Acción Nacional PAN, el cual surgió como contrapeso al Partido de la Revolución Mexicana, PRM, y como oposición a la política socialista del presidente Lázaro Cárdenas.
Con esto, parecía que el país, frenaba definitivamente su camino hacia el socialismo, como siempre lo deseó el general Cárdenas, pues las circunstancias globales, no eran las idóneas para que prosperara un régimen socialista en México, es por ello que sugirió a su amigo y Secretario de Economía, el antiguo constituyente general Francisco J. Múgica, retirar su pre candidatura a la presidencia de la República, puesto que lo que el país requería en esos momentos de crisis internacional era la unidad de todos los mexicanos, cosa que un político tan radical como Múgica, no iba a poder conseguir, ya que él hubiera sido el continuador ideal de la política y el modelo económico trazado por el cardenismo.
Algunos años después, el propio general Lázaro Cárdenas dio una prudente e inteligente justificación del por qué tomó esta decisión, que sin duda cambió el rumbo del país.
“El señor general Múgica, mi muy querido amigo, era un radical ampliamente conocido. Habíamos sorteado una guerra civil y soportábamos, a consecuencia de la expropiación petrolera, una presión internacional terrible. ¿Para qué un radical, si yo dejé un instrumento revolucionario? A nuestra salida del poder los obreros estaban organizados, los campesinos también, la reforma agraria se encontraba en marcha. Los miembros del ejército se encontraban incorporados al partido de la revolución. ¿Era éste o no, un instrumento de progreso para que México continuara su liberación? De lo que haya ocurrido después, no soy yo quien vaya a calificarlo. Me siento perfectamente limpio”.
Por ello, el general Cárdenas eligió como su sucesor en la Presidencia de la República, a su fiel amigo y Secretario de la Defensa Nacional, el moderado y conservador general Manuel Ávila Camacho, cuyo moderado temperamento y ánimo conciliador, lograrían la anhelada unidad nacional, tan necesaria en esos momentos.
Una vez en el poder, el divisionario poblano, decidió terminar con la política agrarista, nacionalista y populista de su antecesor, cambiándola por una más modera, nacionalista y empresarial, es por ello que en alusión a ese nacionalismo mandó llamar de sus respectivos exilios a todos los ex presidentes que continuaran vivos hasta ese momento, para que regresaran a México y consolidaran su política de unidad.
Con ello, regresaron al país:
- Adolfo de la Huerta (24 de mayo a 30 de noviembre de 1920), exiliado en Estados Unidos, donde trabajó como maestro de canto y posteriormente como inspector de aduanas.
- Plutarco Elías Calles (1924 – 1928), Exiliado en Los Ángeles, California desde 1936.
- Emilio Portes Gil (1928 – 1930), Presidente interino de la República
- Pascual Ortiz Rubio (1930 – 1932), Presidente Constitucional de la República
- Abelardo L. Rodríguez (1932 – 1934), Presidente sustituto de la República.
- Lázaro Cárdenas del Río (1934 – 1940), Retirado de toda actividad política.
Cabe destacar que cuando los generales, Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas se reencontraron, se saludaron con un lacónico, cortante y frío. ¡Buenas tardes, mi general!, después de ese saludo, hecho meramente por cortesía, los divisionarios y otrora padre e hijo político, jamás se volvieron a dirigir la palabra, permaneciendo en silencio durante toda la recepción celebrada en honor de todos los ex presidentes por el general Manuel Ávila Camacho, en la Residencia Oficial, de Los Pinos.