viernes 14, marzo, 2025

MIRADAS EN PROGRESO

Fuimos todas

Daniella Giacomán

«No, no son las formas», dije desde la ignorancia y desde la falta de empatía en alguna ocasión cuando me preguntaban qué pensaba sobre la marcha del 8M.

Porque es muy fácil decir «la violencia no es el camino», que «no nos representan», cuando nunca has tenido que medir tus palabras, cuando nunca has aprendido a leer las caras de quien dice amarte, cuando nunca has cargado con la ansiedad de cuidar cada detalle para que «todo esté bien» y él no explote.

México es una enciclopedia de ejemplos donde las palabras dulces y las buenas formas no han servido para nada.

Todos conocemos a alguna mujer que fue violentada y no se le ha hecho justicia; a una madre que le mataron a su hija; a una amiga que fue violada por un familiar cuando era niña; a una mujer que calla los golpes y finge que no pasa nada.

Pero «no son las formas», decimos.

Nos indignan más los muros rayados que las madres que buscan a sus hijas, que las mujeres que han sido engañadas con falsas promesas, que las que nunca regresaron a casa.

Y entonces, un día, sientes el golpe del agresor caer sobre la mesa donde estás sentada… y entiendes.

Entiendes que la violencia no necesita una razón, que puedes hacer todo «bien» y aun así, terminar siendo una más.

No, no se trata de las formas.

Se trata de la desesperación. De la rabia. De querer seguir viva.

De que ninguna otra mujer tenga que entenderlo cuando ya es demasiado tarde.

Cada 8 de marzo, miles de mujeres marchan con la esperanza de no ser una estadística, con la esperanza de volver a casa, de abrazar a las que aman, de tener un mundo donde ser mujer no implique vivir con miedo.

Y aunque nos sigan diciendo que «no son las formas», aquí seguimos, gritando:

Fuimos todas.

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